Homicidio
04/08/2023 | 08:30
Redacción Cadena 3
Juan Federico
Se trató de un código de silencio rígido, impenetrable. "Ni siquiera los familiares de la víctima quisieron hablar", confió un investigador. Un expediente que nació por el asesinato de Ramón Núñez y que, sin proponérselo, dejó al desnudo cómo se (sobre)vive en una porción importante del mapa de la ciudad de Córdoba.
Se trata de una densa mancha urbana conformada por los barrios Las Violetas, Villa Martínez, villa Las Pichanas, Parque República, San Roque Los Filtros y Las Flores 2.
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Un asesinato que se produjo entre la noche del sábado 10 de julio y la madrugada del domingo 11, en 2021.
El seleccionado argentino de fútbol acababa de ganar la Copa América en Brasil, al vencer al local en un estadio aún vacío por efectos de la pandemia. Un logro que el país ansiaba desde hacía 28 años y que desató festejos como hacía mucho no se veían.
"Recuerdo que esa noche apenas terminó el partido se sintieron tiros, como de festejo por la victoria, después, más tarde, a la una menos cuarto, los volví a sentir, pero no les di importancia porque también pensé que era por los festejos", contó un testigo ante los investigadores de la división Homicidios, de la Policía.
Traducción: Festejar a los tiros. La barbarie normalizada.
"El transa del barrio y sus perros, empezaron a hacer tiros para que se vayan porque estaban por armar una fiesta clandestina y no querían quilombo. Al transa le dicen ''Facha'', todos lo conocen (...) el Facha mandó a sus perros a levantar las vainas y todo lo que encuentren".
Traducción: en la zona, un vecino al que se lo señala como vendedor de drogas ("transa") envió a sus súbditos ("perros") a que limpiaran la escena del crimen y dispersaran a los que acababan de tirotearse (y de matar) porque a esa hora su prioridad era realizar una fiesta clandestina que le dejaba muy buen dinero.
"Cuando terminó el partido se sintieron puertas de auto fuera, y abrió la puerta ventana y ve dos autos estacionados. Había hombres que decía ''matalo, matalo, matalo'', tirando tiros, alrededor de unos 30. Que entró a su casa y luego se sintió ''vamos, vamos'' y se fueron, que no sabe a quién tiraban".
Traducción: el vecino se asomó y observó una infernal balacera al frente de su casa. Y no quiso decir más nada para no comprometerse. El código del silencio es, en realidad, el código del miedo. El que habla puede sufrir represalias. Los detectives llegan al barrio, preguntan, recolectan pruebas, pero en algún momento se retiran. Y los que hablaron, quedan allí, a la intemperie de siempre, en medio de la violentos que manejan la dinámica de todos los días.
No obstante, los sabuesos de la división Homicidios de la Policía, que trabajaron bajo las directivas del fiscal Juan Pablo Klinger, lograron reconstruir cómo fue la secuencia que derivó en el asesinato de Núñez. Se trató de una pesquisa en la que estos testigos indirectos permitieron trazar un contexto sólido. Y que, sobre todo, contó con un tesoro: los diálogos por mensajes que tuvieron los involucrados y sus familiares.
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Toda la hipótesis que había construido la fiscalía quedó ratificada ahora cuando la Cámara 9 del Crimen condenó a los dos acusados del crimen, Leonel Damián "Chancho" Domínguez (28, quien en el juicio dijo ser servidor urbano de la Municipalidad de Córdoba) y Nahuel Emanuel Román (20), quienes recibieron 12 y 13 años de prisión respectivamente.
Además del asesinato de Núñez, en la investigación se descubrió que ambos antes habían ejecutado al menos cinco asaltos a mano armada.
Justamente, la historia de los robos terminó por explicar la feroz balacera que derivó en el asesinato de Núñez.
Aquella noche, después del partido de fútbol entre Brasil y Argentina, Domínguez y Román fueron hasta la casa de un joven de barrio Parque República a recuperar las zapatillas que días antes le habían robado a Román.
Encontraron a un muchacho con las Nike naranjas puestas, lo encañonaron y no les importó que este les dijera que las había comprado. Se las llevaron.
Pero esto no fue todo. A los minutos, regresaron y asaltaron a dos amigos del muchacho, a los que les quitaron dos celulares.
Estas dos víctimas, salieron corriendo y se dirigieron hacia Las Violetas, donde un grupo de amigos aún estaba de sobremesa de un asado que habían programado para ver el partido. Todos formaban parte del equipo de fútbol barrial "El Zorzal".
Núñez y otros cuatro amigos se subieron armados a dos autos y se dirigieron hasta la casa del "Chancho", entre San Roque y Las Flores 2. Ellos llegaron segundos antes de que apareciera el auto en el que iban Domínguez y Román. No hubo tiempo para nada más que los tiros cruzados. Más de 30 balazos.
Núñez y dos de sus amigos cayeron heridos. El primero fue el que se llevó la peor parte: murió alcanzado por un tiro que le ingresó por la espalda y le atravesó el pecho.
En medio de la lluvia de balas, Domínguez y Román alcanzaron a escapar.
Si bien lograron estar prófugos unos días, de a poco los investigadores lograron rearmar la telaraña del caso. Los identificaron y capturaron. Ahora, acaban de ser condenados.
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