Homicidio en Córdoba
17/11/2022 | 12:06 | Cómo fue la investigación que terminó por cercar al "amigo" que asesinó al ginecólogo que movía millones de pesos en negocios.
Redacción Cadena 3
Juan Federico
"Era mi mejor amigo". De esta manera, en el epílogo del juicio en su contra, Gerardo Luis Gette (58) intentó jugar su última carta. No tuvo suerte: el Tribunal de la ciudad de San Francisco terminó por condenarlo a prisión perpetua, acusado de ser el asesino del ginecólogo Daniel Casermeiro (61).
El crimen ocurrió el 19 de diciembre de 2019 y para la investigación que en su momento lideró el fiscal de Delitos Complejos de esa ciudad, Bernardo Alberione, con una comisión especial de Homicidios que viajó de la Capital cordobesa, el móvil tuvo una clave: una disputa económica.
Tras varios días de búsqueda, en aquel final de 2019, el cadáver del ginecólogo había sido encontrado en medio de un maizal ubicado entre San Francisco y Luxardo, a unos 500 metros de la oficina para balanza de camiones que tiempo atrás él le había comprado a Gette.
Los forenses determinaron que a Casermeiro lo mataron el mismo jueves que había desaparecido de un balazo en la nuca. En la escena del crimen no se hallaron signos de arrastre ni otras marcas que hicieran presumir que el cuerpo hubiera sido movido de lugar. O sea, se presume que lo mataron allí mismo.
El balazo, dijo el Alberione, fue “a traición”. De espaldas y con el médico indefenso. Siempre se sospechó que antes de dispararle, le ordenaron que se arrodillara.
Para los investigadores, Casermeiro sólo pudo llegar a pie junto al matador hasta ese lugar bajo amenazas. “Quien lo mató lo llevó a punta de pistola hasta ahí, y lo ejecutó”, se indicó en la investigación.
Los peritos determinaron que a Casermeiro lo mataron con un balazo calibre 22.
Además de ser un médico muy reconocido en San Francisco, donde era un pilar del Sanatorio Argentino ubicado en la zona céntrica de la ciudad, Casermeiro solía incursionar en distintos negocios inmobiliarios. También prestaba dinero, según consta en la causa.
Gozaba de un muy buen pasar económico y era usual que invirtiera en distintos negocios. Tras su desaparición, y cuando aún era buscado, los investigadores ubicaron su auto BMW 200i abandonado en un maizal ubicado a la vera de la ruta provincial 1, a unos cinco kilómetros de donde finalmente fue hallado el cadáver. En el baúl llevaba casi 10 millones de pesos en distintas monedas.
“El auto era su caja fuerte, según cuentan quienes lo conocían bien. No sé si siempre llevaba tanto dinero junto, pero era común que tuviera importantes sumas encima”, agregó otro informante que siguió bien de cerca la investigación.
El dato de que el matador hubiera abandonado el auto en otro lugar sin robar esa suma millonaria hizo descartar, también, la hipótesis de un robo.
Fue entonces que los investigadores comenzaron a indagar entre sus deudores. Y llegaron al ahora condenado, Gette, a quien muchos describieron como “amigo” de Casermeiro.
Los investigadores sostienen que en realidad mantenían una relación “tóxica” que se había ido construyendo a partir de distintos negocios en común. Transacciones en las que por lo general el médico era el que ponía las sumas más importantes.
“Gette era un comisionista de Casermeiro y de otras personas de la zona que suelen manejar mucho dinero”, lo describió ahora otro investigador.
Fue un equipo especial de Investigaciones Criminales de la Policía el que logró reunir todas las piezas del rompecabezas criminal de este caso. El móvil económico, el amigo que lo traicionó y toda una serie de cabos sueltos que terminaron por cercar al asesino.
Cuando Casermeiro abandonó el Sanatorio Argentino el jueves que lo mataron, 19 minutos antes de las 10, dijo que ya volvía.
Una cámara de vigilancia lo tomó en contacto con Gette, dialogando con ademanes. En su momento, el sospechoso dijo que luego de encontrarse en la calle, cada uno se había ido por su cuenta. No era cierto: se determinó que ambos se subieron al vehículo del ginecólogo.
Un quiosquero de Estación Luxardo relataría luego que ese día a las 14.30 Casermeiro paró para comprar tres botellas de agua mineral. Se terminó por llevar dos de Powerade y una de un agua saborizada. El comerciante dijo que no pudo ver si había alguien más en el auto.
La cantidad de botellas siempre hizo dudar a los investigadores sobre si en el auto iba un acompañante o acaso dos.
Gette, quien en 2012 había sido condenado en San Francisco a un año de prisión condicional por estelionato y defraudación por retención indebida, fue uno de los primeros en declarar cuando la investigación recién comenzaba.
Negaba haber tenido cualquier tipo de contacto con Casermeiro aquel día, algo que el registro de los teléfonos terminó por contradecir, y aseguró que esa tarde estuvo en un sector de la región muy distante al lugar donde apareció el cadáver, dato que fue desmentido por el seguimiento de su teléfono celular.
Las antenas telefónicas lo daban a ambos en la misma zona de Luxardo.
Y hubo otro dato: Gette apareció insolado, con el rostro muy colorado. Él intentó aducir que esa tarde estuvo pintando una pileta, algo que finalmente se conoció que no era cierto.
Si no que Gette se insoló cuando regresó caminando de Luxardo hacia San Francisco tras cometer el crimen.
Se sospecha que Casermeiro intentaba desde hacía días, sin éxito, que Gette le devolviera algún dinero. También se investiga si otro socio de Gette le reclamaba por una parte que no le habría rendido de la venta de la balanza al médico.
La investigación agregó otro dato, psicológico en contra el acusado: Luxardo representaba para él su "zona de confort",. Un lugar donde se sentía seguro, porque lo conocía desde hacía años, para actuar de la peor manera.
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