El crimen de Soelsac, el club Yapeyú, La Fiel y un millonario cargamento narco

A Juan Ignacio La Costa todos lo conocen en barrio Yapeyú como "Rambo". A su cumpleaños número 33 lo celebrará el próximo 15 de noviembre en uno de los momentos más complicados de su vida: aguardando una sentencia en la Justicia Federal de Córdoba en una causa por un millonario contrabando de marihuana desbaratado a comienzos de 2022.

Sin embargo, para "Rambo" no se trata de una excepción en su biografía. Desde hace tiempo, su prontuario no ha dejado de incorporar nuevos renglones. 

En 2015, su apodo se popularizó en las crónicas policiales, ya que estuvo casi un mes prófugo luego de un ataque a balazos contra una vivienda de su mismo barrio que casi le cuesta la vida a un niño de 9 años. El pequeño, que era ajeno a la disputa, recibió un balazo que le atravesó el cuello.

La reconstrucción que en aquel momento realizó la entonces fiscal Eve Flores -hoy jueza en Villa María- apuntó a "Rambo". De acuerdo a lo que dejó asentado en el expediente judicial, el lunes 24 de agosto de ese año, a la siesta, dos matones llegaron en un ostentoso Toyota Camry gris hasta el frente de una humilde vivienda de Bailén al 400, en las profundidades sociales de Yapeyú, al sudeste de la Capital cordobesa.

Uno de los recién arribados se movilizaba en muletas: a "Rambo" le falta una pierna desde que era adolescente, tras un accidente en moto.

Mientras a los gritos exigían que otro joven que vivía en esa casa saliera, desenfundaron dos gruesas armas nueve milímetros y 11.25 y abrieron fuego contra la fachada. Más de 20 detonaciones. Uno de los proyectiles ingresó en la casa y casi acaba con la vida del pequeño.

Tras ello, con muletas, "Rambo" corrió al auto. Y se perdió de vista. Recién fue capturado dos semanas después. 

Con el tiempo, su apodo empezó a resonar cada vez más en ámbitos policiales. En Yapeyú, su zona de confort de siempre, formó una poderosa "célula" de La Fiel, la barra todoterreno que no sólo domina la tribuna de Talleres, sino que tiene aceitados vínculos con punteros políticos y sindicatos, entre otros frentes.

"Rambo" pasó a integrar las líneas principales de esta organización. Hasta que el 18 de febrero de 2022 quedó detenido, otra vez. Lo acusan de formar parte de la fabulosa operación que permitió contrabandear casi 1.300 kilos de marihuana desde Corrientes a Córdoba.

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Según la causa judicial que este miércoles comenzará a ser juzgada en la sala del Tribunal Federal N° 2 de Córdoba, la cúpula de La Fiel, encabezada por Darío Cáceres, habría reunido 45 millones de pesos para financiar la operatoria narco, dinero que en tiempo récord cambiaron por dólares en billetes. 

El dato surge de un seguimiento pormenorizado que realizaron los investigadores de la división Antidrogas Córdoba de la Policía Federal Argentina, lo que permitió hallar uno de los cargamentos ilegales más importantes de la historia criminal cordobesa.

Camuflados, disfrazados, a prudente distancia, los policías federales comenzaron a seguir a los investigados por la zona sudeste de la Capital cordobesa: José Ignacio Díaz, Ituzaingó, La Carbonada, entre otros. El mapa comenzó a ensancharse a medida que pasaban los días: Yapeyú, Villa Adela, Centro América, barrio Maipú, las bases municipales del Parque Sarmiento y los alrededores de barrio Jardín.

Además de Cáceres, que terminó capturado tras permanecer un tiempo prófugo en Brasil, la investigación alcanzó a otros miembros de La Fiel: Sergio Omar "Tomatón" Busso, Carlos Horacio "Gusi" Páez y "Rambo".

"Tomatón" Busso es otro viejo abonado a las noticias policiales. Integrante de Hinchadas Unidas, el insólito grupo de barras que en 2010 viajó al Mundial de Fútbol de Sudáfrica, "Tomatón" participó de dos homicidios en sólo ocho meses, entre 2012 y 2013. Cuando lo atraparon por esta causa narco, ya estaba gozando de la libertad condicional.

“En la cancha, somos el Estado dentro del Estado. Manejamos 14 barrios y 1.000 hinchas. Y los políticos son unos hipócritas: hablan que los barras ésto o aquello, y después nos llaman siempre", dijo en aquel 2013 quien era entonces la mano derecha de Cáceres, Carlos Pacheco, cuando "La Fiel" fue invitada a exponer en el Congreso de la Nación para contar cuál era la "fórmula" que tenía para acabar con la violencia en las canchas.

Desde aquel febrero de 2022, "Rambo" continúa detenido. De acuerdo a la acusación que ahora se ventilará en un juicio que concentra muchas expectativas, la fabuloso cargamento narco estaba dividido en 1.761 envoltorios confeccionados con cinta de acetato. 

De esa cantidad, 933 envoltorios con marihuana estaban destinados a un grupo conformado por La Costa y otros tres acusados. Mientras que 380 paquetes habrían sido para Cáceres, Busso, Páez y un acusado más. Sobre los 448 envoltorios restantes, nunca se supo hasta hoy quiénes iban a ser los destinatarios finales.

En la causa, se le asigna a "Rambo" un supuesto rol clave en toda esta historia criminal: coordinar los distintos aspectos de la negociación (precio, cantidad, calidad de la sustancia, medio de transporte y entrega), haber elegido un galpón de barrio 25 de Mayo para acopiar el cargamento y, también, de haber escoltado en otro vehículo al utilitario que habían contratado para la redistribuición final de la droga.

Pero hace meses que "Rambo" ya abandonó la cárcel de Bouwer. A raíz de que le falta una pierna, goza del beneficio de la prisión domiciliaria. Con el aval de la Justicia federal, regresó a su casa familiar, frente al club Yapeyú cuyo presidente es su padre, al que todos en la zona conocen como "Nacho" La Costa.

Fue su madre quien quedó designada como su "tutora". Con una pulsera electrónica, "Rambo" no puede salir, en teoría, de esa vivienda.

En los últimos días, su abogado presentó un pedido en los Tribunales Federales: cambiar de domicilio. Adujo que la familia de "Rambo" vive con temor después del crimen de Gabriela Pérez, la trabajadora del gremio de la limpieza que el pasado 9 de septiembre fue asesinada de un tiro en medio de un atentado contra un asado que el líder de Soelsac, Sergio Fittipaldi, ofrecía allí. 

Todo se desarrollaba en el marco de una agresiva puja por el control del gremio en la que Fittipaldi aparece enfrentado a Franco Saillén, uno de los herederos del poderoso gremio de la basura.

Los reproches por crimen en medio de la interna por el control de Soelsac, el club Yapeyú, La Fiel y la investigación federal por un millonario cargamento narco, encuentran en toda esta trama un punto en común: el apellido La Costa. 

No obstante, la coincidencia no se detiene aquí: casi desde el momento en que se conoció el asesinato de Gabriela, los investigadores tuvieron la certeza de que se topaban con una densa telaraña en la que la disputa sindical se entremezclaba con la interna de La Fiel.

Tras el asesinato de Gabriela, su familia y allegados realizaron diferentes marchas frente al club Yapeyú y también se dirigieron hacia los domicilios de los principales directivos, a los que criticaron por lo ocurrido. Entre ellos, el de la familia La Costa.

"Nacho" La Costa es un antiguo dirigente. Su actividad dentro del club se emparenta bastante con la de un puntero político. La institución, cuyo fuerte deportivo son las bochas, se convirtió desde hace años en una referencia en el sector para reuniones políticas del oficialismo en Córdoba y, también, gremiales. 

La zona tiene una marcada vigilancia: además de las cámaras propias que abundan en el club, hay dos domos policiales ubicados en un radio de menos de 50 metros.

Pese a estar enclavada en un sector considerado crítico en la ciudad en lo que respecta a la seguridad y el narcotráfico -según reportes oficiales-, la institución nunca dejó de funcionar como un imán para los actos proselitistas.

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