El playero vivía a 300 metros de los detenidos por el crimen

Sólo tres cuadras separan el domicilio en el que vivía el playero Pablo Altamirano (36) de la casa de los hermanos Eric (23) y Alan Sabir (27). Los jóvenes fueron detenidos en la madrugada de este miércoles acusados de haber sido los motochoros que hace una semana asesinaron a Pablo en medio de un robo a una estación de servicios ubicada en la avenida Rancagua, en Villa Corina, a poco más de 10 cuadras de ambas viviendas.

El hecho de que Pablo y los hermanos Sabir eran vecinos abre un nuevo interrogante en torno a esta hipótesis: ¿los ladrones lo mataron porque él los reconoció?

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El dato tal vez explique una duda que hace una semana corre en torno a esta causa: por qué Pablo se acercó a hablar aquella noche con quien instantes después se convertiría en su asesino.

En los primeros minutos del miércoles pasado, Pablo se encontraba cargando el tubo de GNC de un Fiat Palio en la estación de servicios Santa Lucía, ubicada en Rancagua y Laguna, cuando una moto se estacionó en la calle. 

El que iba atrás se bajó y caminó pocos pasos hacia el interior de la estación. Poco más de 1,70 metro, tez trigueña, campera con capucha y un pantalón con vivos naranjas, fue la descripción que la única testigo hizo sobre él. Primero dijo algo que ni Pablo ni la mujer dueña del Palio entendieron. Luego, el playero se le acercó.

Todo ocurrió en segundo. "¡No, pará!", fue lo último que escuchó la mujer antes de que se oyera el estampido de un arma de fuego, que el trabajador cayera al suelo y que el recién llegado comenzara a correr hacia la calle, donde otro joven lo esperaba arriba de una moto 110 oscura.

Pablo jamás había entregado la billetera de la estación, en la que quedaron los 960 pesos que a ese hora tenía.

El playero moriría minutos después en el Hospital de Urgencias, hasta donde alcanzó a llegar gracias a un vecino que lo trasladó en su utilitario particular.

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Se trató de uno de los casos de inseguridad que más conmoción ha generado en la ciudad de Córdoba en los últimos tiempos. El fiscal Raúl Garzón se puso al frente de una investigación junto a detectives de Robos y Hurtos más otros equipos de Investigaciones Criminales de la Policía.

La causa pasó a ser prioridad número uno, mientras la familia y los amigos de Pablo reclamaban justicia. El lunes, hubo una marcha frente a la estación de servicios. 

En silencio, los investigadores comenzaron a buscar datos en las inmediaciones de la estación de servicios. Villa La Tribu, San Jorge y Ampliación San Jorge fue la zona demarcada: testigos habían señalado que los motochoros habían huido hacia esa zona.

Y de a poco, lograron encontrar un hilo que los conduzco hasta las detenciones que se concretaron en la madrugada de este miércoles. A aquellos primeros apodos de los presuntos autores del crimen, los sabuesos le fueron poniendo nombres propios, rostros, vehículos y, sobre todo, teléfonos: se realizó un intenso trabajo de entrecruzamientos de antenas y sábanas que ubicó a los dos sospechosos, los hermanos Sabir, esa noche en la zona del crimen.

Y también se obtuvieron otros testimonios que resultaron interesantes: testigos que dijeron haber escuchado "algo de más".

El fiscal Garzón reunió todos estos datos que le acercaron desde Robos y Hurtos y decidió las imputaciones y las detenciones de los Sabir. 

En total, hubo 10 allanamientos simultáneos. Uno de ellos fue ubicado esta madrugada en el domicilio de calle Laguna al 2600, en San Jorge; el otro, fue localizado camino a Alta Gracia. ¿Se estaba escapando? Aún no está claro para qué estaba viajando.

Ambos quedaron presos, acusados de homicidio en ocasión de robo. Ahora deberán designar abogado defensor, y esperar la citación a indagatoria. Recién entonces sabrán con qué pruebas concretas los acusan.

Los Sabir son hijos del exfutbolista Christian Sabir, un destacado delantero que entre la década de 1990 y principios de 2000 jugó en Racing de Nueva Italia (club al que ha seguido ligado como entrenador), Colón de Santa Fe, Atlético Tucumán, Godoy Cruz de Mendoza y General Paz Juniors.

Informe de Francisco Centeno y Juan Federico.