Homicidio en Córdoba
18/08/2023 | 12:37
Redacción Cadena 3
Juan Federico
El viernes 9 de diciembre último, a la noche, una discusión entre vecinos de barrio San Alberto, en el oeste profundo de la ciudad de Córdoba, se zanjó de la peor manera: una niña de 3 años, Franchesca Ávila, murió alcanzada por un disparo en medio de un brutal ataque a balazos.
Ocurrió en pasaje Llanquelen y Puna de Atacama. "Fue una pelea entre vecinos de la misma cuadra. Estábamos en la puerta de la casa de mi mamá y le dije vamos para adentro. Ella estaba agarrada de mi pierna. Cuando estamos por entrar se cae para atrás, me miró y cerró los ojos. Y ahí veo que tenía el tiro en la cara", relató en esa oportunidad Sofía Bertello, la mamá de la pequeña víctima.
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Para los investigadores de Homicidios que trabajan bajo las directivas del fiscal Ernesto de Aragón, todo se desencadenó minutos después del partido que ese día habían jugado Argentina y Holanda por el Mundial de Fútbol de Qatar. Envalentonados por el consumo de todo tipos de sustancias tóxicas, dos grupos de vecinos se enfrentaron supuestamente, a raíz del robo de un teléfono celular a una mujer.
Un adolescente de 16 años pasó caminando junto a un amigo por el frente de una vivienda de ese sector. Fue entonces que un joven que estaba en la vereda junto a otros muchachos, lo encaró. Lo reconoció como el delincuente que días atrás le había robado el celular a su hermana, en el mismo barrio.
Cuando al de 16 años lo increparon por el robo del celular, también lo golpearon.
Tras ser separado, el más joven se fue con su amigo, mientras prometía vengar lo que acababa de suceder. Y cumplió: el acusado de robar el celular volvió con más personas (serían cinco en total) y al menos tres de ellos comenzaron a disparar contra la vivienda.
"Fue una lluvia de balas infernal, quedaron vainas servidas de todo tipo", graficó un investigador para dar cuenta, al mismo tiempo, sobre la brutalidad del ataque y el poder de fuego de los jóvenes.
Fue en medio de esta balacera que uno de los tiros alcanzó en el pómulo izquierdo a la pequeña Franchesca. Si bien su familia alcanzó a llevarla hasta un centro asistencial cercano, el balazo ya había generado un daño irreversible: murió minutos después.
Franchesca y su familia eran ajenos a toda la disputa. La pequeña estaba de visita en la casa de su abuela, a más de 50 metros del domicilio que estaba siendo atacado.
Ubicado al sur de la avenida Santa Ana, detrás del complejo Autocity, entre Parque República y Villa Unión, barrio San Alberto en realidad forma parte de un vasto conglomerado urbano signado por la marginalidad en su sentido amplio, la oferta descontrolada de drogas de todo tipo y una violencia que tiene entre sus principales víctimas a los propios vecinos. San Roque, Villa Martínez, Los Filtros, villa La Tela y Las Violetas son otras referencias englobadas por esta misma realidad en común.
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El lunes siguiente al crimen, el adolescente de 16 años fue atrapado cuando se refugiaba en un domicilio de barrio Villa Urquiza. De manera sucesiva fueron cayendo otros dos prófugos, de 20 y 21 años. Pero un cuarto sospechoso, de 28 años, se había convertido en una verdadera sombra. Siempre parecía estar un paso adelantado a los investigadores: cada vez que llegaban a un domicilio, todo hacía presumir que acababa de irse justo a tiempo.
Pero no le dieron descanso a la investigación. Los policías de Homicidios, de civil, se mimetizaron en su entorno. En el barrio, en los lugares que solía frecuentar. De manera discreta, nunca dejaron de estar tras su rastro. Hasta que lograron un dato clave: estaba trabajando en una obra de construcción de Villa Warcalde.
La información fue chequeada y se diagramó un operativo para el miércoles último. Intentando que el prófugo no se diera cuenta, los policías primero realizaron un perímetro en torno a la obra y luego procedieron a ingresar. Esta vez, el sospechoso huidizo no tuvo tiempo para nada. Fue esposado, acusado del delito de homicidio agravado por el uso de arma de fuego.
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