Homicidio en Córdoba
15/03/2023 | 11:22
Redacción Cadena 3
Juan Federico
El pasado 12 de enero, en un pabellón de la cárcel de Bouwer, Sergio Alberto Guevara festejó su cumpleaños 40. El hombre, a quien en barrio Autódromo, en las profundidades sociales del noroeste de la ciudad de Córdoba, todos llaman "el Chancho", está preso desde la madrugada del 15 de noviembre último.
Aquella noche, Carlos Silvestre Dángelo (41) había sido torturado y ejecutado tras ser emboscado en medio de una trama que desde entonces no ha dejado de asombrar a los investigadores de la división Homicidios. Se trata de un expediente judicial liderado por el fiscal Juan Pablo Klinger que en estos cuatro meses ha ido acumulando pruebas e indicios que permiten asombrarse al abismo de la violencia en Córdoba.
Dángelo hacía poco tiempo que había regresado a la libertad. El 18 de octubre de 2022 salió de la cárcel tras purgar una condena de cuatro años luego de ser sorprendido con una pistola calibre 45.
Un día antes, más de una decena de personas armadas habían copado un domicilio de un allegado a él. Se habían equivocado de fecha. Pero no de mensaje: "Entreguenlo, hay 100 mil pesos, lo vamos a matar".
Dángelo, a quien todos conocían como Silvestre, sabía que había una amenaza pendiente. Justo antes de caer preso en 2018, "el Chancho" Guevara lo andaba buscando porque sospechaba que era el amante de su pareja. Desde entonces, le dejó un aviso de muerte que comenzó a reiterarse cuatro años después, apenas puso de nuevo un pie en la calle.
Pero se confió. El lunes 14 de noviembre, menos de un mes después, un viejo compañero de celda, Matías Gonzalo Cabanillas le pidió encontrarse para ir a mostrarle un lugar para hacer un robo, según se presume hasta ahora en la investigación.
Se juntaron junto a otras personas en el Parque Sarmiento, frente a un reconocido bar. Charlaron unos minutos y bajo la excusa de ir a ver el lugar donde supuestamente iban a robar, se dividieron en dos autos. Silvestre había llegado con un hijastro y un sobrino. Cabanillas, con al menos otras dos personas.
Los vehículos enfilaron hacia la zona de Los Boulevares. Al internarse en un camino de tierra, volvieron a frenar y Dángelo se mudó de auto. Dejó su teléfono y a sus familiares en el Volkswagen Fox y se sentó en la parte trasera del Citröen C4 en el que iban Cabanillas y los otros dos. A los jovencitos les dijeron que esperaran allí.
Minutos después, el teléfono que había dejado Dángelo sonó: "Vengan a buscarlo, lo dejamos tirado a dos cuadras". Cuando el sobrino y el hijastro llegaron, en un callejón de tierra de bulevar Los Polacos, él ya agonizaba.
Con un escopetazo, prácticamente le habían partido la pierna izquierda. A esa altura, ya estaba desangrado. Las heridas en su cabeza delataban, además, la veloz tortura a culatazos que había sufrido.
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Todo había sido una emboscada: bajo la excusa de mostrarle el lugar para robar, lo llevaron a ese callejón oscuro, donde apareció otro auto y otras personas. Se cree que "el Chancho" era una de ellas. Lo bajaron y comenzaron a golpearlo con saña. Hasta que le dispararon con una escopeta calibre 12. Luego, lo dejaron abandonado y se fueron.
Cuadras más adentro, en otro descampado, quemaron el Citroën C4.
Los sabuesos de Homicidios no tardaron en llegar al "Chancho". Esa madrugada, él se terminó por entregar. La investigación policial, destacan en Tribunales 2, ha sido más que exhaustiva.
Un crimen violento y muy organizado, se sostiene en la causa. Con varios sicarios: junto a Guevara están detenidos su hijo Emiliano Guevara González, además de Facundo Zurko y Mauricio Omar Silva.
Prófugos, con órdenes de capturas, hay otros dos sospechosos: Matías Cabanillas y Gonzalo Rodríguez.
Cabanillas, antiguo compañero de prisión de Dángelo, aparece entre hipótesis como su Judas.
Hace ya unos años, "el Chancho" edificó su propio mito en barrio Autódromo y alrededores. Allí, en el corazón de una barriada pobre, en la que hace tiempo se han extendido los tentáculos del narcotráfico, erigió un boliche que desentona por completo con todo el vecindario: Zafira Multiespacio. Está rodeado de canchas de fútbol, pequeños locales comerciales y varias cámaras de seguridad. Transitar por la zona y toparse con esta infraestructura no deja de llamar la atención.
La noche en Córdoba ha sufrido un cambio abrupto en los últimos años. Decenas de pequeños boliches, sobre todo en el Centro, que pasaron a pocas manos. Y en la periferia, una multiplicación de nuevos espacios que parecen funcionar al margen de la legalidad: menores de 18 años entremezclados con mayores, abundante alcohol y una oferta de toda clase de sustancias en las adyacencias.
Inversiones que sugieren diferentes sospechas, pero que hasta ahora nunca han llamado la atención de los que deberían controlar e investigar el avance del narcotráfico en los barrios de Córdoba.
Fue en este contexto que "el Chancho" Guevara edificó su propio poder. Un hombre de múltiples caras: empresario, temido y solidario, ya que solía prestar sus canchas de fútbol para que los niños del barrio jugaran gratis.
Días antes del crimen de Silvestre, "el Chancho" ya estaba mostrando su peor cara. En esa zona de Autódromo, los vecinos cuentan que una noche golpeó y cortó a su mujer, en medio de la calle. Ella, nunca radicó una denuncia que certificara esto.
Horas después, llegó al Estado Kempes y golpeó al nuevo líder de "La Fiel", la poderosa barra del club Talleres. Guevara forma parte de una de las cédulas internas de esta organización, aunque ya hacía un tiempo que había sido relegado. Cuentan que luego de atacar al "Paisa", los adláteres de este lo golpearon con fiereza.
¿Esperó cuatro años para vengar de la peor manera aquella supuesta infidelidad? ¿O acaso vengó alguna otra cuestión que nadie aún se anima a revelar ante los investigadores? La brutalidad extrema detrás del crimen de Dángelo hace suponer a quienes intentar bucear en sus entretelones que detrás de toda esta historia se esconde un secreto aún mayor.
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