Exclusivo: "Ella no colocaba inyecciones", asegura la familia de la enfermera

Brenda Cecilia Agüero nació en 1995. Tiene 27 años. Junto a su madre y dos hermanas más chicas, se crió en una humilde vivienda en las afueras de Río Ceballos. Una casa a medio terminar donde lo que sobra es la escasez. Su padre se quedó, ya hace mucho tiempo, en Buenos Aires, la provincia natal de la familia.

Este viernes, minutos antes de las 15, Cadena 3 ingresó en la vivienda. Brenda estaba recluida en su pieza, en silencio. Su madre llevaba la voz cantante y sus hermanas ya prometían defenderla. ¿De qué? Desde hacía días, sabían que el fiscal Raúl Garzón estaba analizando su imputación.

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"En un país normal, es imposible que la acusen. Para acá puede pasar cualquier cosa. Mi hija no mató a ningún bebé, ella se deslomó para estudiar Enfermería, es lo que le apasioná. Andá al Sanatorio Allende, donde empezó a trabajar en 2018 y preguntá qué concepto tienen de ella. Nunca tuvo ningún problema. En 2020, en medio de la pandemia, entró en el Neonatal. Trabajaba todo el día en los dos lugares. No daba más. Hasta que dejó el Allende y se quedó con el Neonatal. Ese fue su error, quedarse en ese lugar donde pasan tantas cosas", apunta Cristina.

Y insiste: "¿De qué la va a acusar el fiscal? Si mi hija no hizo nada. Brenda no inyecta a los bebés, ni los toca. Su trabajo en el Neonatal es con las mamás, ella se queda asistiendo a las mamás de los recién nacidos. No hay nadie que pueda decir que la haya visto con una jeringa en la mano".

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El dato fue corroborado con fuentes de la fiscalía de Garzón. Brenda no colocaba vitaminas ni vacunas a los recién nacidos. No debía estar en contacto con ellos. Aunque sí consta que en algunos casos los alzó para acercárselos a las mamás, según los testimonios recolectados en los últimos días.

Faltaban pocos minutos para que llegara la Policía y se la llevara detenida a Brenda. Cristina sabía que esa sombra estaba al caer. La mujer advertía que jamás la habían allanado y que ningún policía había secuestrado algo de su casa. "¿Con qué pruebas?", preguntaba con insistencia.

Las fuentes consultadas admiten que se trata de una investigación compleja, con pocos indicios y demasiadas dudas. No hay registros en las cámaras del hospital ni testigos que hayan observado cuando los bebés eran pinchados con sustancias extrañas. No hay secuestro de jeringas ni de ampollas. No hay un momento fijado de manera exacta de cuando se produjeron estos supuestos pinchazos letales.

A Brenda la compromete ser una de las empleadas con mayores coincidencias en todos los casos bajo sospecha. Esto hizo que el radar se posara encima de ella.

Su biografía aún es un enigma para los investigadores. Su familia asegura que no hay ninguna pérdida de un bebé o niño cercado o algún componente emocional extraordinario. Tampco antecedentes psiquiátricos.

Sus compañeros de guardia la definen como una joven dedicada, sumisa y muy trabajadora. Nadie la acusa de manera directa.

De manera llamativa, desde hacía unos días el nombre de Brenda ya se había filtrado desde diferentes ámbitos públicos. Incluso, cuando de manera coordinada el espanto del Neonatal se filtró a la prensa el jueves de la semana pasada. Más que poner en riesgo la investigación, un sector intentaba aún que todo el escándalo por el espanto en el Neonatal quedara circunscripto sólo a una enfermera desquiciada, según han interpretado los familiares de los bebés muertos. 

Las madres y padres del dolor, que el martes y el jueves se congregaron frente al Neonatal, ya venían advirtiendo sobre esta idea. "No queremos pensar sólo en una enfermera, acá tiene que dar explicaciones el poder, el ministro, es mucho más grande lo que hay detrás de esto", arengó el papá de Fran, el bebé sano recién nacido que murió el 18 de marzo último.

Se trata del primero de los cinco casos de bebés fallecidos de manera intencional, según se sospecha, de un universo total de 13 casos (ocho sobrevivieron a lesiones muy graves).

Una seguidilla fatal que puso en evidencia un descontrol impresionante al interior del Neonatal, que incluyó una investigación oficial por parte del Ministerio de Salud que se desarrolló durante meses sin dar aviso a la Justicia.

Por esos, las madres y los padres del dolor insisten con la necesidad de una "verdad completa" alrededor de la enfermera ahora detenida.

Este viernes, el fiscal Garzón dio alguna pista en esa dirección. Decidió imputar a la directora del Neonatal, Liliana Asís, además de un jefe de Neonatología y un responsable de la misma área. Tres altos funcionarios públicos que terminaron con los dedos pintados en la misma trama del espanto. 

Asís había sido la directora que más tiempo estuvo en el mismo cargo en la gestión de Cardozo dentro del Ministerio de Salud. Incluso, cuando el jueves de la semana pasada se destapó de manera pública el escándalo, algunos voceros informales del ministerio se apuraron en definirla como una neonatóloga de mucha trayectoria y prestigio, mientras se intentaba despegarla de manera veloz del escándalo. Algo en lo que el fiscal parece no haber coincidido.

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