Inseguridad en Córdoba
06/09/2023 | 12:27
Redacción Cadena 3
Juan Federico
Audios
Insólito caso en Córdoba: se robaron un domo de la Policía
Un insólito caso se agregó en las últimas horas a la seguidilla de episodios de inseguridad en la ciudad de Córdoba: delincuentes se robaron un domo de la Policía de Córdoba.
De acuerdo a lo que informaron diversas fuentes que contactó Cadena 3, ya que no hubo ningún comunicado oficial al respecto, el viernes último se instaló un domo policial en la esquina de Costa Rica y Eugenia Garro, en barrio Yapeyú, de la ciudad de Córdoba (a menos de 200 metros de la Costanera).
La incorporación se enmarca en la promesa oficial, realizada durante la última campaña para la Gobernación, de incorporar 3.500 cámaras y 148 puestos de monitoreo. De acuerdo a la gacetilla oficial, cada domo, que puede tener una visual de 360 grados, tiene un costo de 13.500 dólares (con instalación, garantías y mantenimiento incluidos).
Desde que comenzaron a proliferar en los últimos tiempos, estas cámaras han sido objeto de todo tipo de ataques por parte de vándalos. Pero hasta ahora, nunca había ocurrido lo que sucedió en barrio Yapeyú.
La ubicación elegida para instalar esta cámara no fue aleatoria: Yapeyú figura desde hace tiempo como uno de los barrios cordobeses en lo que la situación de la inseguridad aparece como "complicada", sumada a una proliferación de los grupos dedicados al narcomenudeo y una virulencia en las calles cada vez mayor. Todo, en un contexto de degradación estructural que se advierte a simple vista.
Lo concreto es que este martes a las 2.30, un vecino advirtió cómo dos personas trepaban por el poste y desmontaban el domo. Al principio, dudó en llamar a la Policía: creyó que en la Central de Monitoreo que funciona en Jefatura iban a observar a los delincuentes, por lo que era cuestión de minutos para que se asomara por allí el primer patrullero. Pero como no aparecía nadie, finalmente se decidió a llamar al 911.
Los ladrones cumplieron con su cometido: sacaron el domo y se lo llevaron a pie. Y nunca apareció el móvil policial.
Cerca de las 10, volvieron a llamar a la Policía. "Les robaron un domo de ustedes", dijeron, palabras más, palabras menos.
Cuando a las 10.30 llegó la patrulla, lo que se escuchó por la frecuencia policial terminó por generar todo tipo de comentarios entre los propios policías. "¿Cómo es que nadie se había dado cuenta?", concluyó un antiguo uniformado que seguía todas las alternativas en tiempo real.
Efectivamente, el domo había sido robado.
¿No lo vieron en la Central de Monitoreo? ¿O acaso aún no había sido conectado? De acuerdo a los registros oficiales de la fuerza, el domo si tenía señal. En la noche del domingo se advirtió que presentaba la imagen pixelada y ya el lunes se quedó directamente sin señal. El martes a la madrugada, los delincuentes se lo llevaron.
Si bien no hubo una confirmación oficial al respecto, se sospecha que si la imagen estaba pixelada, los ladrones no quedaron filmados.
No hubo una explicación sobre por qué no se actuó de inmediato cuando se constató esta anomalía.
Lo concreto es que el domo desapareció y los delincuentes aún no han sido identificados.
A todo esto, ¿para qué alguien quiere robar un domo?
Las hipótesis son varias.
Por un lado, su alto valor de mercado hace que se trate de un producto tentador para los delincuentes, pese a que la forma en que fue robado (arrancaron los cables) hace que se tengan pocas posibilidades de reutilizarlo.
Los vándalos, siempre activos para romper elementos públicos, son otra opción que nunca puede dejarse de lado.
Pero quienes conocen las profundidades de Yapeyú apuntan en otra dirección: el avance de las organizaciones criminales con control territorial. "Desde hace días se hablaba de que los narcos ofrecían hasta 100 mil pesos a aquellos que se robaran el domo", acotó un informante que conoce como pocos ese barrio.
Una cámara policial con el ojo abierto las 24 horas funcionaba como un elemento disuasivo para aquellos que llegaban hasta esa zona en busca de una dosis de cocaína o para reducir algún objeto robado.
Mónica Miriam Torres se convirtió en un caso testigo de toda esta situación. En 2010, hastiada de los delitos que sufría en su domicilio de Cabeza de Tigre al 2800, denunció que los que le robaban en su casa eran clientes de dealers cercanos. Su casa estaba ubicada a sólo 400 metros del lugar donde ahora se robaron el domo.
A partir de entonces, Mónica comenzó a sufrir toda clase de amenazas y ataques. Hubo balazos, le rompieron una puerta, le arrojaron pintura y hasta mataron a uno de sus perros.
Recién entonces, la Justicia provincial dispuso que una guardia permanente se instalara frente a su domicilio.
Ella quedó presa en su propia casa, mientras los narcos y delincuentes continuaban a sus anchas, según denunció en reiteradas oportunidades.
"Ella sólo quería justicia. Una justicia que nunca llegó. Una justicia que lamentablemente en este lugar no sirve. Que sólo funciona a favor del maleante y en contra del ciudadano común (...). Vivíamos en una bomba de tiempo con custodia y encerrados como si nosotros hubiéramos hecho algo mal", recordó su hija tiempo después.
Mónica terminó impotente. Malvendió su casa y huyó a Bialet Massé. En 2016, murió con esa sensación de no haber sido escuchada.
Trece años después de aquella denuncia, la realidad de esa parte de barrio Yapeyú demuestra que el avance del narcomenudeo continuó implacable.
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