Homicidio en Córdoba
13/04/2023 | 12:09
Redacción Cadena 3
Juan Federico
"Nadia Mariela Laureano, de 35 años, quién se encuentra desaparecida aproximadamente desde el día 26 de enero de 2022. Mide 1.60, pesa aproximadamente 40 kilos, tez trigueña, cabello negro hasta la altura de los hombros, ojos oscuros, varios tatuajes en brazos y espalda con los nombres 'Maca', 'Valen', 'Alma'”.
De manera escueta, en 2022 el Ministerio Público Fiscal de Córdoba informaba, a través de una gacetilla de prensa, que la fiscalía de Distrito 3 Turno 1, a cargo de Andrés Godoy, buscaba algún dato para dar con Nadia.
Su búsqueda, su rostro, la preocupación oficial sobre su destino no tuvo mayor trascendencia.
La difícil situación de Nadia, una mujer vulnerable en extremo, generó que cualquier pedido para dar con ella quedara concentrado, en la práctica, a su círculo más íntimo, además de algunos vecinos de Marqués Anexo, Sargento Cabral y Zumarán, la zona en la que siempre ella se había movido. No hubo mayor ruido para reclamar por su ausencia.
La foto delataba su aspecto demacrado, frágil. Consumidores consumidos.
En la práctica, el expediente por su desaparición quedó asentado en la unidad judicial 15. A través de un grupo de detectives de la división Protección de las Personas de la Policía, se acumularon algunas primeras páginas generales.
Allí, el fiscal Godoy pudo leer que Nadia hacía solo seis meses que acababa de dar a luz a su tercer hijo. Cuando le llegó el alta, los médicos del Hospital Neonatal advirtieron que ella no estaba en condiciones de irse con el recién nacido. Por sus gruesas adicciones, hacía ya tiempo que la mujer era una sombra de ella misma. Pese a haber vivido durante años en Zumarán, ya no mostraba un domicilio fijo. Los vecinos la recordaban, ante los investigadores, como "perdida", yendo y viniendo todo el día con bolsas.
Fue una vecina de Zumarán la que tuvo que firmar en el Neonatal el compromiso de llevarse a la beba recién nacida. El acto tuvo en sí un simbolismo atroz: Nadia no tenía ninguna red de contención.
La criatura estuvo cuatro meses bajo el amparo de estos vecinos, hasta que finalmente la entregaron a la Secretaría de la Niñez, Adolescencia y Familia (Senaf). Fue dada en adopción.
La Senaf ya había dispuesto una medida de excepción con las hijas más grandes, que quedaron bajo la guarda de la abuela materna.
Nadia continuaba perdida. Paco, cuentan los vecinos. Hasta que se perdió para siempre. Fue a fines de enero de 2022 que la vieron deambular por el barrio por última vez. Desde entonces, nada más se supo de ella.
Hasta que este miércoles, 441 días después, un llamó al 911 de la Policía para denunciar un supuesto caso de violencia familiar en un domicilio de calle Sebastián Gaboto al 2000, en Zumarán, muy cerca de la casa en la que vivió Nadia durante años.
Cuando los policías llegaron a la vivienda indicada y entrevistaron a la pareja, se produjo una revelación que nadie esperaba oir en ese living. Elizabeth Natalia Miranda (43), una mujer hoy desempleada a la que los vecinos describieron como "conflictiva" dijo que su novio, el guardia de seguridad privada Daniel Emanuel Ledesma (30), la estaba maltratando. En medio de un griterío cruzado, ella fue más allá, lo señaló y dijo que él había matado, a principios de 2022 a Nadia. Y que la había enterrado en el patio.
Lejos de quedarse callado, él la involucró a ella en el supuesto crimen. Los policías se miraron entre sí y de inmediato comunicaron por radio lo que acababan de escuchar. La pareja quedó detenida en ese mismo momento. Alcanzaron a decir que Nadia había ingresado a robar, que ellos la sorprendieron, que forcejearon y que al final la estrangularon. Luego, desesperados, cavaron un pozo de un metro y medio en el patio, la envolvieron con bolsas y la enterraron. "Ahí, al lado de la pileta", señalaron. El paso del tiempo impedía advertir que en ese lugar alguien había removido algo.
Nada de estos dichos tienen validez legal. Pero los policías dejaron asentado todo lo que dijeron haber escuchado de boca de la pareja.
Un perro adiestrado marcó el mismo lugar del patio. La zona quedó acordonada y a la siesta comenzó a trabajar un equipo especial de búsqueda, el Departamento de Unidades de Alto Riesgo (Duar). Se trata de una excavación manual para evitar romper cualquier rastro. Cuando caía la noche, los rescatistas se roparon con la bolsa. "Un bulto", graficó el fiscal Iván Rodríguez, que estaba de turno ese día.
El tiempo había sido implacable. El cadáver estaba descompuesto por completo. Casi huesos y nada más. Por eso, el fiscal fue muy cauto. Dijo que no podían identificar los restos por ahora. Será tarea de los forenses, a través de un cotejo de ADN. Rodríguez también explicó que será muy complicado establecer cómo murió. Si no hay rastros de un proyectil de arma de fuego, a esta altura es demasiado difícil lograr algún dato concreto para establecer la dinámica del fallecimiento.
No obstante, ante los dichos de la pareja de que habían matado a Nadia y el hecho de que efectivamente luego se halló un cadáver en el mismo patio donde dijeron haberla enterrado, el fiscal entendió que toda la causa debía ser girada a su colega Godoy, a cargo desde el comienzo del expediente por la desaparición. Este jueves a la mañana, el expediente ya se acumuló en la fiscalía de Distrito 3 Turno 1. La pareja quedó presa, acusada de homicidio simple. La gran pregunta es: ¿a quién mataron?
Si bien todo aún se mantiene en el terreno de las conjeturas, ya que los restos hallados todavía no tienen un nombre propio, los investigadores de Homicidios tienen la certeza casi plena de que se trataría de Nadia. Y es en este punto que comienzan a dudar sobre el móvil.
"No cierra que la hayan estrangulado porque la encontraron robando; si bien hay vecinos que dijeron que Nadia cada tanto robaba en el barrio, que también se habría prostituido, pero no cierra de que la hayan estrangulado porque la sorprendieron dentro de la casa. Hay que analizar bien la salud mental de la pareja. Pero nada cierra", apuntó un informante que sigue bien de cerca la causa.
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