Las balas secuestradas en los allanamientos en Los Cortaderos. (Policía)
Callejón de bulevar Los Polacos, Córdoba. (Google Street)

Inseguridad en Córdoba

Emboscadas, arrebatos, "escruches" y boquetes: cómo actuaba "la banda de los Cortaderos"

15/08/2024 | 12:03

La investigación por una impresionante seguidilla de robos a conductores en un callejón que conecta Córdoba con Villa Allende llevó a descubrir a una organización inmersa en la "cultura del delito".

Redacción Cadena 3

Juan Federico

Dos escopetas y una pistola lo convencieron pronto de que no había manera de resistirse sin salir malherido. El conductor, sorprendido, sólo atinó a levantar las manos y dejarse llevar. En segundos, los delincuentes lo sacaron del vehículo Fiat Siena junto a los dos niños que lo acompañaban y comenzaron a llevarse todos los objetos de valor que encontraron adentro del rodado, incluyendo el celular y la billetera de la víctima.

El asalto se trató de una emboscada que durante meses se repitió de manera increíble. En el extenso callejón de tierra de bulevar Los Polacos, que conecta barrio Los Boulevares, de la ciudad de Córdoba con la avenida Lucchese, en el ingreso de Villa Allende, los ladrones desplegaron un ardid tan burdo como efectivo para ellos.

Arrojaban ramas y basura en medio del callejón, aprovechando que se trata de un lugar que no tiene ningún tipo de custodia policial. Un largo callejón de tierra que bordea al club de fútbol Los Amigos, varios basurales a cielo abierto, una ladera del country San Isidro y el camino que lleva al barrio La Esperanza.

Cuando los conductores que tomaban por allí se topaban con los obstáculos en medio del callejón, ya no podían salir de la emboscada. Apenas aminoraban la marcha para intentar dar la vuelta, de entre las sombras aparecían los delincuentes armados.

En seis meses, esta banda asaltó más de 20 veces en ese mismo lugar.

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Las denuncias se iban acumulando en la unidad judicial del sector, pero como ocurrían en turnos diferentes, nadie se había percatado de esta repitencia absurda.

Pero todo se descubrió cuando un fiscal, Juan Pablo Klinger, se reunió con sus colaboradores, la unidad judicial y las brigadas civiles que operan en la misma jurisdicción de lo zona noroeste de la ciudad de Córdoba para relevar las denuncias acumuladas en el último tiempo, luego de que se dispusiera, en 2023, que ya no iba a haber turnos rotativos entre las fiscalías sino que a cada una se le asignaba, para siempre, el mismo territorio.

Cuando analizaron las denuncias acumuladas en la zona, se dieron cuenta que en ese callejón la emboscada estaba de moda. Y cruzaron esta información con otros delitos que se estaban reproduciendo en esa parte de Los Boulevares.

En la madrugada del 28 de diciembre pasado, al menos cuatro delincuentes treparon el cerco de una cantera, encañonaron al guardia de seguridad y se llevaron un millonario botín entre herramientas, maquinarias y hasta cubiertas.

Días después, en la siesta del domingo 14 de enero pasado, por lo menos tres ladrones realizaron un boquete y se colaron en el interior de una conocida constructora. Se llevaron ocho escaleras extensibles, una devanadora, varias herramientas, un taladro, ventiladores de pie y una impresora, entre otros elementos.

Pero esto no fue todo. En el medio de este raid delictivo, también tuvieron tiempo para cortar los cables de unas luces de guirnalda que vestían la fachada de un local de ropa de Los Alemanes.

Juntar todos los delitos en una misma causa, lograr conectar cada caso en particular con una sola banda e inmiscuirse en cómo operaban estos delincuentes termina revelar mucho más de lo que se propone un expediente judicial: se describe, como pocas veces antes en una investigación, de qué manera la cultura del delito ha penetrado en diversos sectores de la ciudad.

O sea, cómo el delito es aceptado y hasta naturalizado, a fuerza de repetición, como un modo válido de vida. O, resumido, otra muestra de una degradación social que responde a múltiples factores.

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Una guirnalda de luces, arrojar ramas para asaltar a un conductor que frena de golpe, arrebatar en la calle, sustraer la rueda de un vehículo estacionado y realizar boquetes en grandes empresas. Todo perpetrado por el mismo grupo. Según se sostiene en la investigación del fiscal Klinger, se trata de una banda con fuerte arraigo en Los Cortaderos, un asentamiento ubicado en los márgenes de Los Boulevares que ya ha sido escenario de otros graves episodios. Delito que aparece asociado con un veloz acceso a las armas de fuego y, también, a las drogas.

A fines de octubre pasado, cuando una patrulla fue hasta ese callejón a remover un palet con el que intentaban interrumpir el tránsito, los agentes escucharon un ruido entre la maleza del costado, en medio de la noche. Al acercarse, un desconocido comenzó a correr, campo adentro, en dirección a Los Cortaderos. Tras una persecución, finalmente el sospechoso fue detenido.

Días después, gracias a información recolectada en la propia zona, los investigadores lograron la captura de otros dos sospechosos.

A partir de estas primeras tres detenciones, los investigadores fueron tirando del hilo.

Y así, en enero pasado, llegaron a identificar a ocho sospechosos, a los que ahora el fiscal los acusa de integrar una asociación ilícita con diversos roles.

Los detenidos fueron identificados como Leandro Jesús Salas, Matías Gabriel Oviedo, Gustavo Ezequiel Pellico; Marcos Ezequiel Oga; Gustavo Ismael Pellico (padre de Gustavo Exequiel); Juan Pablo Peralta; Candela Vílchez y Miguel Ángel Juárez.

Los Pellico son padre y hermano de Alberto Fernando "Güere" Pellico, un joven de 18 años que en 2014 fue víctima fatal de un resonado caso de "gatillo fácil" policial ocurrido en el ingreso a Los Cortaderos.

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En la acusación se sostiene que Oga, Gustavo Pellico, Salas y Oviedo habrían sido los encargados de protagonizar los robos, bajo múltiples modalidades; en tanto que Candela Vílchez y Gustavo Ismael Pellico habrían tenido a su cargo la tarea de asegurar estos desapoderamientos, mediante el ocultamiento y resguardo de los objetos sustraídos, además de intentar venderlos. 

Por su parte, a Miguel Ángel Juárez y Juan Pablo Peralta se les endigla como rol principal el de vender los bienes sustraídos, inmediatamente luego de cometidos los hechos protagonizados por sus cómplices, según se presume.

Cuando fueron citados para declarar, ya detenidos, en presencia de sus abogados defensores todos rechazaron la acusación y prefirieron quedarse callados. Ahora, el fiscal ordenó que continúen con prisión preventiva.

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