Homicidio en Córdoba
24/06/2022 | 12:51 | Eric Van de Velde, el joven acusado de matar a su sobrinito y dejar malheridas a su madre y a su hermana, ya presentaba un historial clínico alarmante.
Redacción Cadena 3
Juan Federico
Pasaba horas encerrado en una habitación de su casa de calle Ushuaia al 3000, en barrio Kairos, al sur de la ciudad de Córdoba.
De pocas palabras, Eric Van de Velde (28) ya hacía tiempo que no tenía mayor rumbo en su casa.
Su padre había intentado que lo acompañara en las tareas de pintura y albañilería con la que se ganaba la vida, pero Eric no duró mucho tiempo a su lado.
Tras terminar el colegio secundario, el joven intentó enrolarse en alguna fuerza de seguridad, pero nunca lo logró. A su familia jamás le contó cuáles habían sido los motivos de aquella frustración.
Eric fue el más chico de cuatro hermanos. Por delante de él había tres hermanas. Una de ellas, la tercera, se había quitado la vida hace cinco años, tras haber estado internada en un centro para pacientes con patologías de salud mental.
El joven nunca logró procesar aquel desenlace. Su comportamiento se volvió más huraño y evasivo.
Sus padres ya se habían separado y de a poco él fue cortando el vínculo con su papá. Se quedó en la casa familiar, con su madre y sus dos hermanas mayores.
El andar errático y varias veces violento de Eric generó que la convivencia se fuera enrareciendo cada vez más. La hermana más grande decidió mudarse. La segunda, separada y con un hijo más chico, se quedó en una vivienda cercana, aunque pasaba casi todos los días a visitarlos.
El papá dejó de ir, luego de que él lo apuntara con un dedo y lo amenazara de muerte.
Encerrado en su habitación, pasaba larguísimas horas frente a la computadora. Los juegos de guerra y de luchas lo absorbían, además de largos chats con personas que nadie más en esa casa conocían.
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En sus perfiles en las redes sociales iba mostrando cómo su carácter estaba mutando hacia un perfil cada vez más violento. En Facebook y en Instagram, sobre todo.
Cuando llegó la cuarentena más intensa, en 2020, su ensimismamiento se profundizó aún más. Y fue en un chat que comenzó a planear su peor idea, hasta ese momento. Tomó la bicicleta y anunció que se iba a la ciudad de Buenos Aires con la idea de "matar al Presidente".
Les dijo que alguien los había convocado a través de las redes sociales y que iba a viajar con un "grupo de gente" que compartía el mismo objetivo.
Pero estaba solo. Para evitar los controles, comenzó a buscar rutas alternativas o directamente por el campo, siguiendo las huellas de las vías del tren.
En Ballesteros la Policía lo detuvo. Estuvo unas horas en la comisaría, hasta que fue liberado. Pero no regresó a Córdoba. Continuó viaje hacia la Casa Rosada.
Su familia lo intentaba rastrear a través de los posteos que él iba subiendo en las redes sociales. En Buenos Aires, lo detuvieron otra vez. Su estado emocional delataba una alteración importante. Fue internado tres veces, según cuentan ahora en su círculo íntimo.
Él se negaba a recibir alguna atención. Su madre y su abuela tuvieron que viajar para traerlo de nuevo a Córdoba.
En la casa de calle Ushuaia todo se volvió más intolerable. "Son espías de Cristina", acusaba él y amenaza con atentar contra todos. Hubo llamados a la Policía, pero los uniformados respondían que no podían hacer mucho, que no lo podían llevar detenido sin ninguna orden judicial.
Estuvo tres meses en el neuropsiquiátrico de barrio Juniors. Cuando salió, parecía ser aquel Eric de la adolescencia, más tranquilo, con otra postura. Incluso, fue un par de veces a ayudar a su padre en el trabajo.
Pero otra vez recayó. Volvieron las paranoias, las amenazas familiares, los juegos violentos, los posteos que adelantaban el espanto.
El sábado 11 de este mes, todo cambiaría de manera inmodificable, para siempre.
"Ya conocen mis órdenes. En cualquier momento esto se pone más hermoso. No importan los obstáculos que se presenten delante de nuestro camino. Porque los aplastamos como a moscan que están sin alas, siempre seguimos adelante, la victoria es nuestra, superamos cualquier obstáculo. Forjando la indestructible paz en el mundo entero, tan fuerte!!! Que jamás podrán destruirla", posteó al mediodía, debajo de la imagen de la bandera de la Unión Soviética.
Minutos antes, había publicado otro posteo: "Esa basura hay, pero no se preocupen mundo, porque hay solución. Limpiaremos y limpiamos ese es nuestro trabajo y Lo Estamos Haciendo. Limpiamos el interior con educación y Limpiamos el mundo con Fuerza, Fuego Purificador. Buen Sábado Selva".
Ese sábado también había agregado otro mensaje, debajo de la foto de un unicornio. El mismo finalizaba con una leyenda que ahora adquiere otro sentido: "Yo soy la solución, pero los que oid y obedeces son salvos, arcoiris. Primero las palabras, luego el iris. Blanco mi caballo y aplasto todo lo que se quiera interponer en mi camino. Guerra sagrada!!!".
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Minutos después de las 14, comenzó la masacre.
Los gritos desesperados de la madre, Norma Cejas (56), alertaron a una vecina que estaba regando en la vereda. Cuando esta mujer se asomó y advirtió que lo estaba sucediendo, comenzó a pedir ayuda a otros residentes en el barrio. Más de 50 personas tuvieron que intervenir para lograr reducir a Eric. "Si no entrábamos, los mataba a todos", resumió uno de los testigos.
Norma, su hija Vanesa (38) y el hijo de esta, Santiago Palacios (12), habían quedado a merced de la locura asesina de Eric. Con un machete y un cuchillo de caza había comenzado un ataque cuyos detalles todavía estremecen incluso a aquellos investigadores acostumbrarse a toparse con lo peor del ser humano.
Fue necesario que los vecinos rompieran una ventana de vidrio y que forzaran una puerta. Mientras afuera pugnaban por entrar en la vivienda, Eric continuaba golpeando a las mujeres y al niño, que a esa altura ya no podían defenderse.
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"Se reía y se golpeaba el pecho, donde tenía un escudo de Rusia. Estaba fuera de sí", indicó uno de esos vecinos.
Norma, Vanesa y Santiago Palacios recibieron heridas gravísimas: profundos cortes en el cráneo, rostro, cuello y abdomen.
Tras recibir las primeras curaciones en el sector, los tres fueron derivados al Hospital de Urgencias, donde quedaron internados en la terapia intensiva.
El primer parte médico ya permitía dimensionar la brutalidad del ataque: el niño había sufrido heridas cortantes en el cráneo y en el cuello; la mujer de 56 años presentaba profundos cortes en el rostro y en la cabeza; y la mujer de 38 años tenía lesiones graves en la cara y en el abdomen.
El pequeño fue sometido a una cirugía para intentar salvarle la vida, pero el esfuerzo de los médicos no alcanzó. A las 19 de ese mismo día se conoció su deceso.
Las dos mujeres continúan internadas en terapia intensiva, en grave estado.
Eric fue asistido ese mismo sábado en el Hospital Tránsito Cáceres, ya que los vecinos que lo redujeron para evitar que continuara atacando a su familia terminaron por golpearlo e intentaron lincharlo. Tras las curaciones, quedó alojado en un Centro Psíquico Asistencial (CAP), en calidad de detenido.
El jueves de la semana pasada, bajo un impresionante operativo de seguridad, fue trasladado para que comenzaran a realizarse los primeros peritajes.
El fiscal de Violencia Familiar Cristian Griffi, quien 48 horas después de la masacre se acercó a la escena del crimen, espera que se completen esos estudios para decidir si lo declara imputable y lo aloja en una cárcel o, tal como se presume, se dictamina que es inimputable y se busca un centro de salud mental para alojarlo.
Mientras tanto, sus familiares ya advierten, entre el espanto y la impotencia: "Que la Justicia haga lo que quiera con él, pero no puede volver a estar libre nunca más".
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