Estafas en Córdoba
28/07/2023 | 11:41
Redacción Cadena 3
Juan Federico
Alberto Humberto Capelli hizo de su vida un guión absurdo. A los 50 años, acaba de ser detenido una vez más sospechado de haber apelado de diversos ardides para estafar. Su prontuario, a esta altura, no sólo es abultado, sino que los investigadores hace tiempo que lo apodan como el "estafador de los mil rostros".
Su primera caída ocurrió hace 16 años, en 2007, cuando lo acusaron de robar 15 vehículos cero kilómetro apelando a un engaño que era tan simple como efectivo para él: visitaba concesionarias, se mostraba interesado en autos nuevos, sobre todo los que estaban estacionados en playas externas al local y solicitaba poder encender el motor y tablero; y en medio de alguna distracción del vendedor, en milésimas, cambiaba el juego de llaves. Al vendedor le devolvía unas llaves que nada tenían que ver con las de ese rodado, mientras él se guardaba las originales. Y se marchaba. Minutos después, regresaba y ya no pedía ver nada: se subía al mismo auto, lo ponía en marcha y escapaba a toda velocidad.
De los 15 vehículos que robó, sólo se pudieron recuperar dos.
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En 2010, cambió de rubro. Se puso un guardapolvo blanco, una falsa credencial y simuló ser un médico de un conocido centro de salud de Córdoba. Fue a un local de electrónica y pidió dos televisores de alto costo. Solicitó que al otro día, se los enviaran al nosocomio, donde iban a pagar la compra.
Cuando los empleados llegaron con los dos televisores Led al centro de salud, él los recibió en el hall. Les pidió que dejaran las cajas al fondo y les dijo que luego los esperaran en ese mismo hall, que él iba a llamar al director para que le diera el dinero para pagar la compra. Los empleados esperaron y esperaron, hasta que, cansados, fueron a preguntar por el director: fue entonces que se dieron cuenta que allí nadie había encargado algún televisor. Cuando fueron a buscar las cajas, estas ya habían desaparecido, al igual que el falso empleado.
Capelli terminó detenido, otra vez.
Pero nada pareció detenerlo. Fue alojado en la cárcel de Bouwer, donde diseñó una nueva estafa, en 2014. A otro detenido le hizo creer que tenía contactos estrechos con una reconocida jueza del Tribunal Superior de Justicia de la provincia. Que esta magistrada, le dijo, siempre le suavizaba las causas penales.
El reo con el que compartía pabellón cayó en la trampa: comenzó a insistirle para que este contacto también interviniera en la causa de él. Capelli, que ya había vuelto a la libertad, lo fue llevando de a poco, hasta que un día fue su propia madre a visitar al preso, diciéndole que ella era la jueza en cuestión.
Le pidió 90 mil pesos (una gran suma en aquel momento) para asegurarle el regreso a la libertad. Se pactó un pago en cuotas. Fue la madre del preso la que se encargó de llevarle el dinero a la supuesta jueza, que en realidad era la mamá de Capelli. Tras el primer pago, la "magistrada" fue por más y le exigió un auto.
La otra mujer dudó. Y fue al despacho de la jueza original en el TSJ, donde se dio cuenta que ella no era ni parecida a la "magistrada" con la que había hablado hasta entonces.
Fue un escándalo. La verdadera jueza puso en aviso al fiscal General de entonces, Alejandro Moyano (cuyo nombre volvió a quedar en el tapete de las noticias el domingo pasado, ya que lideraba la Junta Electoral Municipal), que comisionó al fiscal Guillermo González para que investigara quién estaba utilizando el nombre de la jueza del TSJ.
Los estafadores terminaron engañados. Los policías convencieron a la madre del preso para que le siguiera el juego a la falsa jueza. La llamó por teléfono y le dijo que le iba a entregar un formulario 08 del auto que le reclamaba así liberaban a su hijo. Y quedaron en encontrarse al día siguiente en un bar a metros del Palacio de Justicia de la ciudad de Córdoba.
La cita se concretó. La falsa jueza llegó junto a un hombre de traje, al que presentó como un abogado de confianza. Recibieron el supuesto formulario 08 y se marcharon. Pero en la vereda los esperaba una brigada policial que estaba de civil.
Fue así como Capelli y su madre, Carmen de Capelli, terminaron detenidos.
El apodo de los "mil rostros" hace referencia a los diversos disfraces que Capelli ha utilizado en sus ardides. Con traje, diciendo ser abogado, con guardapolvos, simulando ser un médico. También se teñía el pelo, y se ponía pelucas o bigotes postizos cuando decía ser el cliente interesado en comprar los autos. Para cada estafa, diseñaba todo un vestuario especial.
Otra vez, volvió a la cárcel. Hasta que le dieron la libertad.
Su nombre había quedado en el recuerdo de los viejos sabuesos policiales, hasta que hace ya un tiempo otra vez volvió a resonar en una investigación policial. Capelli, el hombre de los "mil rostros", regresó como un fantasma incansable a un expediente judicial.
Los pesquisas del Departamento Sustracción de Automotores, junto a un equipo especial de Investigaciones Criminales, hacía ya un tiempo que estaba tras los pasos de una pareja que había comenzado a utilizar aquel viejo ardid de 2007: hacerse pasar por clientes interesados en adquirir vehículos de alta gama, a los que en la concesionaria les cambiaban las llaves originales por otras apócrifas, para regresar luego y robar los vehículos.
Este jueves, el fiscal Horacio Vázquez libró las órdenes para allanar los domicilios de barrio Los Paraísos y Alto Alberdi. Allí, fueron capturados Capelli, que hoy tiene 50 años, y su actual pareja, una mujer de 48 años.
Según se sospecha, los vehículos sustraídos eran llevados para desarme o, en algunos casos, se adulteraba la documentación de los mismos para reintroducirlos en el mercado.
En los operativos se recuperó una camioneta F-150 Raptor, además de autopartes de una Ford Cuga, un Fiat Cronos, un Chevrolet Corsa y un Renault Clio, según indicaron fuentes ligadas a la investigación.
Y, sobre todo, se hallaron cerca de 200 juegos de llaves de vehículos.
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