Desaparecido
24/07/2023 | 11:20
Redacción Cadena 3
Juan Federico
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La llamativa estafa carcelaria que habría terminado en un asesinato
San Basilio es una pequeña población de poco más de tres mil habitantes ubicada en el sur de la provincia, a poco más de 55 kilómetros de Río Cuarto. Un típico pueblo dedicado a la agricultura que hace de la alfalfa todo un culto propio.
San Rafael es una ciudad de casi 170 mil habitantes instalada, desde hace tiempo, como una de las referencias turísticas de la provincia de Mendoza. Viñedos, embalses y un paisaje natural de ensueño son las referencias que se repiten, casi como un mantra, cuando se busca alguna descripción.
En estas guías para viajeros y curiosos nada se habla del Complejo Penitenciario ubicado en esta ciudad.
Entre la cárcel de San Rafael y la apacible San Basilio hay más de 500 kilómetros de distancia. Dos mundos que en teoría no deberían tener nada en común, pero que en los últimos días asoman interconectados de la peor manera.
La investigación por la desaparición de Héctor Dionisio Aguilar, un jornalero de 64 años oriundo de San Basilio, padre de nueve hijos, viudo, sostiene que detrás del enigma que tiene su nombre hace 23 días se esconde una trama criminal urdida por presos en San Rafael.
Un engaño telefónico que terminó en asesinato, según se sospecha. Y que incluye, en el medio, una mujer utilizada como "anzuelo". Un rompecabezas criminal que no deja de llamar la atención por los detalles que van saliendo a la luz.
El pasado sábado 1° de julio, Aguilar se subió a su auto Volkswagen Gol Trend blanco y su rastro se perdió de vista. Cuando dos días después su familia ya no logró contactarlo más, radicaron la denuncia judicial por su desaparición.
Fue el fiscal de Río Cuarto Daniel Miralles el que quedó a cargo del caso en un primer momento. Convocó a un grupo de sabuesos de la División Investigaciones Criminales de la Departamental local de la Policía y pronto comenzaron a trazar la ruta que había seguido Aguilar.
A través de un arduo cotejo de las cámaras de seguridad, se comprobó que Aguilar había tomado por la ruta nacional 35 en dirección a Vicuña Mackenna. Luego, se internó en la provincia de La Pampa y frenó en una estación de servicios de Realicó, donde infló una cubierta. Un playero declararía luego que el jornalero iba solo. O sea, en ese momento se trasladaba por sus propios medios, sin ser víctima aún de un delito.
Un informe de la Policía de San Luis ubicó la patente del vehículo transitando ya de noche po esa provincia. De este a oeste por la ruta 188, hasta ingresar en la provincia de Mendoza.
Mientras se iba trazando esta ruta, se fueron agregando otros datos: antes de partir, Aguilar había realizado extracciones bancarias, además de juntar otros dineros. En total, tenía encima poco más de 200 mil pesos en efectivo.
Pero esto no fue todo: un compañero de trabajo contó que desde hacía dos o tres meses, Aguilar estaba en contacto con una mujer que decía ser de San Rafael y que le decía que tenían una hija en común, fruto de una relación de hacía una década. Otro familiar agregó más datos en la misma dirección: en enero, una mujer que lo había contactado por Facebook le había dicho a Aguilar que tenía una hija que era de él y que necesitaban de su ayuda, ya que tenía problemas de salud.
Desde entonces, se advirtió a través de los movimientos bancarios, Aguilar había comenzado a transferir de manera periódica diferentes sumas de dinero. Siempre él creía que todo iba a las arcas de la mujer, pero los registros demostraban algo más: en realidad, eran billeteras virtuales abiertas a nombre de varones que en ese momento estaban presos en la cárcel de San Rafael.
Según se cree, todo había sido un inmenso ardid, según se corroboraría luego cuando la empresa de telefonía celular clonó el chip de Aguilar y se lo entregó a los investigadores.
En enero, a través de un falso perfil de Facebook, una mujer que primero dijo ser de La Rioja comenzó a chatear con Aguilar.
"Creemos que lo confundió para que él creyera que la había conocido varios años antes, cuando en realidad nunca se habían ido. Con este engaño, le dijo que ella había quedado embarazada después de aquel supuesto encuentro y que la hija que había nacido ahora tenía graves problemas de salud. Aguilar se preocupó y quiso ir a buscarlas a ella y a la supuesta chica. Y ahí lo emboscaron", resumió un investigador.
Durante meses, el jornalero le envió dinero. Hasta que el primer fin de semana de julio decidió viajar a San Rafael.
Ya se detectó que los chats con esta mujer se realizaban a través de dos cuentas que se creen que eran truchas. Aguilar escribía y mandaba mensajes de audio, pero del otro lado siempre le respondían por escrito, sin dejar ningún rastro de la voz. Y hasta le mandaban fotos de la supuesta hija. Los pesquisas no tienen dudas: eran presos los que se hacían pasar por esa mujer.
Hasta allí, una estafa virtual más dentro del inmenso catálogo delictivo del call center tumbero.
Pero todo pasó a mayores. Al llegar a la localidad de Cañada Seca, en el departamento San Rafael, ya había quedado en encontrarse con la mujer en una estación de servicios. Ella le había dicho que iba a ir con un amigo para que los ayudara a no perderse en el camino.
La investigación sostiene que cuando Aguilar llegó al lugar indicado, Brian Ángel Ríos Quiroga (30) y Silvia Raquel Luffi (31) se subieron a su auto. Él había salido de prisión el pasado 17 de junio, tras purgar condena por dos casos de violencia de género, uno de ellos en perjuicio de Luffi, su pareja. Ella asoma como el "anzuelo" con el que los estafadores captaron a Aguilar.
La hipótesis indica que en ese mismo auto, Ríos apuñaló a Aguilar hasta darle muerte. Que Luffi logró sujetar al hombre para evitar que se resistiera. Que el plan había sido atacarlo para robarle el dinero que tenía encima y el auto.
Ante esta reconstrucción, y ante la idea de que Aguilar fue asesinado en la provincia de Mendoza, la causa cambió de jurisdicción. Quedó a cargo el fiscal Javier Giaroli, de San Rafael, que recibió todo lo que había investigado el riocuartense Miralles.
Giaroli y los investigadores de Mendoza ya tenían a Ríos entre ceja y ceja por una serie de estafas carcelarias.
Todo se precipitó el pasado jueves, cuando el auto de Aguilar fue hallado en un club ubicado en barrio Cuadro Nacional, en las afueras de la ciudad de San Rafael. A simple vista se comprobó que tenía manchas de sangre en el interior.
El sereno César Campos quedó detenido.
Y de inmediato se largaron varias órdenes de allanamientos simultáneos. Ríos y Luffi fueron los primeros en ser capturados. Hubo 13 demorados en total, aunque por ahora son cinco los imputados.
A los tres primeros, se les agregaron otros dos reos: Alan Eloy Martínez Guevara (28, había salido en libertad el 15 de mayo) y Hernán Ariel Oviedo Castro (31, ya estaba detenido por haber participado en un homicidio). Se sospecha que estos dos últimos junto a Ríos fueron los que chateaban desde la cárcel con Aguilar haciéndose pasar por la mujer.
La reconstrucción, aún en clave de hipótesis, sostiene que tras matar a Aguilar, arrojaron su cadáver en algún punto comprendido en un radio de casi 100 kilómetros, entre San Rafael y Bowen. Y que luego, Ríos intentó vender el auto sin éxito, hasta que decidieron llevarlo al club donde finalmente fue hallado con la intención de desguazarlo y de dividirse entre ellos las autopartes.
Pero esto no es todo. Ahora, los investigadores de Mendoza han agregado al menos otros tres casos ocurridos en los últimos tiempos en esa parte de la provincia, donde personas mayores fueron engañadas y asaltadas a poco de llegar hasa allí. Por el modus operandi, se sospecha que la misma banda pudo haber estado detrás de estos episodios delictivos.
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