Fernando Albareda está acusado del asesinato de su madre Susana Montoya
Caso Albareda
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Fernando Albareda está acusado del asesinato de su mamá, Susana Montoya
Acto por la reparación del legajo de Ricardo Fermín Albareda. (Municipalidad Córdoba)

Matricidio en Córdoba

Las 17 cámaras que cercaron a Albareda

24/09/2024 | 12:00

El militante de Derechos Humanos quedó con prisión preventiva acusado de asesinar, con sus propias manos, a su madre. El fiscal resaltó un afán desmedido por el dinero.

Redacción Cadena 3

Juan Federico

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Caso Susana Montoya: Albareda continuará preso por el crimen de su madre

El abogado de Ricardo Albareda se mostró conforme con la decisión del fiscal Klinger

Un verdadero rompecabezas criminal. Un caso que casi no presenta antecedentes en la historia judicial de Córdoba. Un hombre, embanderado bajo la loable aura de los Derechos Humanos que terminó por generar su propio negocio de la reparación histórica, enfermo por el dinero, al punto de terminar por asesinar con sus propias manos a su madre para poder quedarse con una tajada mayor de una indemnización cuyo origen todavía se discute.

De esta manera se puede sintetizar el alevoso crimen de Susana Beatriz Montoya, la jubilada de 74 años que murió estrangulada y atacada a golpes en el patio de su casa de barrio Ampliación Poeta Lugones, en la ciudad de Córdoba, el pasado 1° de agosto. Crimen por el que hace más de un mes permanece detenido su hijo Fernando Albareda, acusado con un triple agravante: homicidio calificado por el vínculo, por alevosía y por codicia.

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La investigación que lidera el fiscal Juan Pablo Klinger apunta a que Fernando terminó por asesinar a su madre motivado por un apetito desenfrenado de riqueza.

El hombre, que en 2009 había logrado cobrar junto a su madre y sus hermanos los 100 mil dólares por la indemnización nacional a raíz de la desaparición de su padre, el policía Ricardo Fermín Albareda, ocurrida en 1979 bajo el terror de la última dictadura militar y el grupo de tareas para policial del D2, logró a principios de este 2024 que el Gobierno de Córdoba le otrogara otra "reparación millonaria".

Tras presentar diversos recursos y reparar el legado histórico de su padre dentro de la Policía, Fernando insistió hasta que el Ministerio de Seguridad de Córdoba ascendió a su padre como comisario, ante una supuesta muerte "heroica en servicio" o "por su condición de policía" (en realidad, era militante del ERP y agente policial), lo que motivó una doble indemnización económica.

Por un lado, su madre iba a cobrar 35 sueldos como comisario y él otros 15, lo que hacía en total más de 76 millones de pesos, mientras se gestionaba en la Caja de Jubilaciones otra millonaria reactualización de la pensión de la viuda.

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Pero Fernando -se sostiene en la investigación- no estaba conforme con que Susana cobrara varios millones más que él, por lo que comenzó a reclamarle por "esa tajada". Al no obtener la respuesta que esperaba, decidió matarla para cobrar ese dinero en una eventual herencia.

Para concretar el crimen, el jueves 1° de agosto, Fernando salió de su casa de Villa Cabrera, minutos después de las 20, y se fue en su camioneta Ford Eco Sport roja hasta el domicilio de su madre. Pero la dejó estacionada a unas cuadras de allí, para evitar que lo vieran. 

En su coartada, tanto él como su esposa, dijeron que esa noche él se fue hacia la zona de barrio Marqués de Sobremonte para juntarse con un potencial socio con el que pensaban levantar unas canchas de fútbol.

Pero Fernando no contaba con que el equipo de la fiscalía y de Homicidios iba a lograr reconstruir, con un detalle impresionante, el recorrido que hizo en su camioneta aquella noche. Para ello, fue clave el análisis de 17 cámaras de seguridad ubicadas en diferentes puntos de la zona norte de la ciudad. Peritaje que sepultó la coartada de la falsa reunión laboral.

La primera cámara captó la la Eco Sport de Fernando en Obispo Lascano y Ricardo Pedroni, a las 20.11 de aquel jueves 1° de agosto. 

A través de otras dos cámaras, se observó cómo el rodado continuó por Pedroni hasta llegar a bulevar Los Granaderos, donde giró hacia la izquierda. Al llegar al cruce con Rodríguez del Busto, dobló a la derecha, siendo captado por el domo ubicado en ese cruce a las 20.14.

Menos de un minuto después, el rodado fue advertido circulando por Rodríguez Del Busto en dirección a la rotonda del Dinosaurio Mall. Allí, la Eco Sport tomó la segunda rotonda y dobló por calle Manuel Cardeñosa, hasta el cruce con Essain, al que llegó a las 20.16.

Dos minutos después, la camioneta fue avistada circulando por Miguel Caminos al 4600, frenando en la esquina de Manuel Carles y Miguel Caminos. Pero no se detuvo allí. A las 20.18 la camioneta dobló hacia la derecha, en dirección a Manuel Carles y se dirigió hacia calle Bernárdez.

A las 20.21 ya a pie, Fernando llegó caminando hasta la casa de su madre, quien 59 segundos después de que él llamara a la puerta le franqueó el acceso. Estuvo poco más de dos horas en el interior, hasta que se retiró.

La reconstrucción es espeluznante. Tras cenar juntos, Albareda aguardó a que su madre saliera al patio a darle de comer a los perros, como lo hacía rutinariamente entre las 21.30 y las 22. Fue entonces que la tomó con una soga por la espalda, la estranguló, la arrojó al suelo, allí la asfixió con sus manos y terminó por rematarla golpeándola con palos y piedras que había en el patio. Cuando la mujer ya estaba muerta, le asestó una puñalada e intentó quemar el cuerpo sin éxito. 

Luego, tomó dos lápices labiales y para confundir a los investigadores pintó amenazas en una pared interna, haciendo alusión a que el crimen de Susana era una "venganza" de los grupos de tareas policiales asociaciados a la última dictadura militar. 

Intentó potenciar, en ese mismo acto, la estategia de falsas amenazas que venía sosteniendo desde hacía años y lo que le había valido importantes contactos políticos, tanto a nivel provincial como nacional, que siempre le habían redituado en ofertas laborales ligadas al Estado.

Luego, apagó las luces de la casa y salió, a las 22.26, según lo tomó una cámara vecina.

La camioneta de Fernando, de nuevo en circulación, volvió a ser captada por una cámara de seguridad a las 22.30, mientras circulaba por calle Victoria Ocampo hacia Roberto Cayol.

Dos minutos después, dobló por Quinquea y Toscanini, hasta internase por Cadeñosa y La Ramada, en dirección al Hospital Neonatal. Se trató de la ruta de regreso a su casa de Villa Cabrera. 

Bajó por La Hierra a gran velocidad, dobló por bulevar Los Granaderos y retomó por La Ramada.

Tras varias cuadras por esa calle, volvió a doblar en dirección a Luis Galeano y a las 22.41 fue divisado circulando por calle Baracaldo para luego doblar en calle Gato y Mancha, donde tiene su domicilio.

Su esposa diría después que lo vio entrar tranquilo y que se acostó a dormir de manera plácida. 

Al otro día, Fernando desplegó una inusual estrategia para continuar intentar despistando, siempre según se sostiene en la investigación. Pese a que casi nunca interactuaba vía WhatsApp con su madre, ese día le envió varios mensajes. Sacó fotos de botas de una vidriera y le preguntaba a Susana si las quería comprar. Después, simuló estar pendiente de unos estudios médicos que la mujer tenía programados para ese viernes y luego dijo que por favor lo llamara, que él estaba preocupado porque no contestaba sus mensajes ni sus llamadas. Dejó cinco llamadas perdidas.

Fernando actuó con "conciencia forense": apenas declaró como testigo, horas después de subirse al techo de la casa de su madre y de comenzar a gritar que la veía "desvanecida" en el patio, mostró el celular a los investigadores. Dijo que ese día había sido un hijo preocupado por la faltas de respuestas de Susana.

La reconstrucción histórica del crimen apunta a la millonaria "reparación" provincial como un factor clave.

El 22 de marzo de este año, Fernando encabezó el acto homenaje a su padre Ricardo Fermín Albareda, con motivo de la reparación histórica de su legajo. En la ceremonia estuvieron presentes el intendente capitalino Daniel Passerini, la ministra de Desarrollo Humano, Liliana Montero, el ministro de Justicia y Trabajo Julián López y la secretaria de Derechos Humanos y Diversidad, Tamara Pez. De manera llamativa, no asistieron el ministro de Seguridad, Juan Pablo Quinteros, ni el jefe de Policía, Leonardo Gutiérrez.

Semanas después, el 8 de mayo, el Ministerio de Seguridad resolvió de manera favorable su reclamo administrativo y les reconoció a él y a Susana la indemnización de 76 millones de pesos. La viuda se iba a llevar la mayor parte de ese monto, que se esperaba que fuera depositado en los primeros días de agosto. 

Si bien Susana siempre desconfió de Fernando (había cambiado las cerraduras de su casa porque creía que él le robaba, según se sostiene en la investigación), él comenzó a frecuentarla cada vez más. 

De manera paralela, a una amiga con la que Fernando chateaba de manera frecuente, le decía que la relación con su madre era "pésima". Otra vez, el doble juego.

El 10 de julio siguiente, Fernando dejó en evidencia su malestar por cobrar menos dinero que su madre. Lo hizo en un "estado" de WhatsApp, en el que se quejó de que el resto de la familia ahora quería cobrar parte de una indemnización que sólo él se había ocupado de gestionar. 

Días después, el miércoles 30 del mismo mes, Fernando le volvió a cuestionar a su madre sobre el reparto de la "tajada" que ella iba a recibir. En esa conversación se entera que su hermano Ricardo, que convivía con Susana, se iba a ausentar esa semana porque debía quedarse en Villa Carlos Paz para cuidar de un hijo. O sea, su madre iba a estar sola esas noches.

Al día siguiente, de acuerdo a la hipótesis principal, cuando ya había caído el sol, llegó a visitarla, cenaron juntos y la atacó hasta matarla.

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