Desaparecido en Corrientes
25/06/2024 | 12:53
Redacción Cadena 3
Juan Federico
Ya se cumplieron 12 noches desde que el pequeño Loan fue visto por última vez en la casa de su abuela Catalina, en las profundidades del interior de la provincia de Corrientes.
La búsqueda contrarreloj en el campo y sus adyacencias, que incluyó las primeras tres detenciones, derivó a fines de la semana pasada a un cambio de paradigma judicial que este lunes se formalizó: los fiscales provinciales, tras ordenar detener a otras tres personas, enviaron todo a la Justicia Federal y calificaron el caso como “captación de menores con fines de trata”.
Ya no se perdió, sino que lo secuestraron, según entienden en este giro investigativo que les permitió a los funcionarios provinciales quitarse el peso de encima que esta causa significa, ya que cada paso es seguido por todo un país en vilo.
Sin embargo, todavía no logran despejar puntos clave para poder pensar efectivamente en un caso de trata de personas. En realidad, la investigación asoma como absolutamente desorientada: como no lo encontraron en los rastrillajes (¿alguien hoy puede asegurar que el operativo no dejó ningún margen de dudas y que todo el enorme campo fue efectivamente chequeado, lagunas y pantanos incluidos?), suponen que en realidad alguien se lo llevó.
¿Con qué fin? No logran explicarlo. ¿Cómo lo planearon? Tampoco. ¿Quiénes le dieron protección a la supuesta banda? Por ahora, sólo el comisario de 9 de Julio está acusado de “encubrimiento”.
El manual criminalístico se dio vuelta en este caso: ya no se parten de los indicios hacia la teoría, sino que a la teoría se le buscan piezas que encajen.
La investigación está chocando, hasta ahora, con sus propias contradicciones, en un mar de demasiada fake new propagadas tanto en redes sociales como en algunos medios tradicionales.
Se habla de “pacto de silencio”, de intentos de suicidios de los detenidos, de vínculos con otras desapariciones e incluso de policías provinciales que antes trabajaron en otras jurisdicciones, todo absolutamente falso hasta ahora.
Tras la detención de los últimos tres acusados, trascendió a través de fuentes jamás identificadas, que para la Justicia provincial los adultos que habían participado de la comida que ofreció la abuela Catalina aquel jueves 13 habían mentido en una cuestión clave: que Loan nunca había ido junto a los otros chicos y tres adultos a caminar por el naranjal ubicado a más de 500 metros de la casa.
Se sostenía que los perros jamás marcaron ese camino con el olfato. Los mismos canes que supuestamente varios días después olieron la pista del niño en los dos vehículos del último matrimonio detenido.
Pero este lunes, al pasar la causa al fuero federal, el fiscal Guillermo Barry desmintió ese trascendido. Que pese a lo que marcaron los perros, los cinco chicos que ese día estaban en la casa ratificaron tres veces ante la Justicia que Loan sí los había acompañado al naranjal. O sea: aquí el peso del olfato de los perros fue relativizado.
Todavía nadie explica qué técnica se utilizó con los canes que inspeccionaron los vehículos, ya que los especialistas ya habían advertido que a partir de las 72 horas posteriores de la desaparición (cuando llegó la mayoría de estos animales), esta huella olfativa se va perdiendo.
¿Sólo la marca que hicieron dos perros sobre los autos alcanzó para que los fiscales giraran todo a la Justicia federal? Hasta hoy, no hay informes sobre antenas de celulares o sobre mensajes y/o conversaciones de los acusados que los comprometan. La teoría oficial del supuesto secuestro con fines de trata choca con la indefinición del móvil: trata sexual o laboral.
Tampoco se define si fue vendido a otra familia, lo que configuraría un tráfico de personas, pero con otra definición.
Y mucho menos se avanzó sobre un presunto ritual, que pondría a la teoría bajo otra hipótesis, como la de un homicidio simple.
La indefinición es todo un síntoma del estado de la investigación 12 noches después. Al menos que los fiscales se hayan guardado un as que todavía no pueden revelar, algo que suena difícil ante tanto trascendido que se ha conocido hasta ahora.
Pero volvamos al comienzo. Si los fiscales sostienen que los niños no mintieron y que Loan regresó solo del naranjal, ubicado a más de 500 metros de la casa, ¿cómo fue entonces que no se perdió, sino que lo captaron en ese momento?
Los supuestos secuestradores tenían sus vehículos estacionados casi al frente de la casa donde adentro estaban el papá y la abuela de Loan, además de otros familiares.
La maniobra, entonces, habría consistido en atrapar al chico en uno de los senderos y llevarlo rápido a uno de los vehículos, para luego acelerar y escapar de allí sin que a nadie le llamara la atención. Demasiado osado –casi burdo para hablar de una organización-, al menos que todos hayan actuado en complicidad.
Y si todos estaban confabulados, ¿para qué simular un almuerzo, sacarse fotos y dejar un sinfín de huellas que luego los terminaría por incriminar?
La hipótesis oficial genera desconcierto en viejos sabuesos de la trata de personas. A veces, cuando se repite que "no se descarta nada", es porque en realidad, se ignora todo.
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