Investigación en Córdoba
25/05/2023 | 07:28
Redacción Cadena 3
Juan Federico
Los primeros ataques sembraron las dudas. Por las noches, desconocidos habían arrancado los cables de fibra óptica que la compañía Claro había instalado en la zona sur de la ciudad de Córdoba, sobre todo, en barrio Villa El Libertador.
Que se roben cables en la Capital cordobesa, lamentablemente ya no es ninguna novedad. Se trata de una arista más de la "industria del robo marginal": los sustraen para luego quemarlos y así obtener el cobre que revenden por pocos billetes en alguna chatarrera. Junto a los cables, los delincuentes suelen robar la boquilla de bronce de los medidores de agua, las canillas y los flexibles de bronce y los reguladores de cobre de las casillas de gas. De todo.
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Pero los cables de fibra óptica no les sirven para nada, ya que no tienen cobre u otro material que luego puedan revender.
No obstante, suele suceder que los ladrones lo ignoren, los roben igual y luego se den cuenta del error.
Por eso, aquellos primeros casos, en diciembre pasado, sólo despertaron dudas. Pero a partir de ese momento, todo comenzó a ser certidumbre para la compañía.
Lejos de terminar en esos primeros episodios, los robos de los cables de fibra óptica continuaron, siempre en un mismo radio próximo a Villa El Libertador. A esto se le agregó que por las noches, con escaleras, los ladrones trepaban a los postes y robaban las cajas para distribuir la señal de Internet que Claro había colocado allí.
Y, también, que prendían fuego esos postes. Sólo a los de esta compañía.
"Los delincuentes quemaron varios postes del tendido de cableado de fibra óptica y realizaron otros hechos vandálicos como cortes de red de internet al hogar. La forma de su accionar denotaba que fueron realizados por gente idónea y capacitada, con pleno conocimiento de los horarios y lugares en los que debían actuar para intentar causar el mayor daño posible a Claro y sus clientes", fue el diagnóstico que terminó por generarse al interior de la compañía.
Ante la reiteración de casos, con un modus operandi similar, las denuncias se terminaron por unificar en la fiscalía de Luis Micheli. El fiscal puso a un equipo especial de Robos y Hurtos, de la Policía, a investigar. ¿Vándalos? ¿Un piromaníaco? ¿Un exempleado despechado? Las preguntas comenzaron a superponerse en la mesa donde comenzaron a armar el rompecabezas alrededor de estas denuncias.
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Los policías comenzaron a caminar esas calles de Villa El Libertador, a inspeccionar uno por uno los postes que habían sido objeto de los ataques y a relevar todo el sector en busca de cámaras.
Así, llegaron a identificar un auto VW Gol Country tipo rural que se repetía en cada una de estas escenas. Un ladrón solitario que llegaba de noche, sacaba una larga escalera, trepaba, quitaba las cajas, cortaba los cables y se retiraba. Alguien que sabía muy bien lo que estaba haciendo.
A partir de este hilo, los sabuesos de Robos y Hurtos comenzaron a tirar de la madeja hasta que el lunes último llegaron hasta un domicilio de Valle Cercano, también en la misma zona sur de la ciudad, donde detuvieron a un sospechoso, identificado como Antonio Nicolás Altamirano (30). En el domicilio tenía estacionado su auto, que coincide con el observado en los videos analizados en la investigación.
En los mismos procedimientos, se allanó un galpón ubicado en Tuclame y Cajamarca, Villa El Libertador, en el que se encontraron diferentes cajas para derivar la señal de Internet (una de ellas de la compañía Claro), una escalera extensible y dos cañas con punta de alambre encintada tipo lanza, entre otros elementos.
Según consta en la investigación judicial, Altamirano había montado su propia empresa proveedora del servicio de Internet. Se sospecha que buscaba sabotear a la compañía Claro en esa zona de la ciudad para luego él poder ir a ofrecerle, a los clientes insatisfechos, su propio servicio. Lo que se dice una competencia desleal, casi en términos extremos.
Por el momento, el fiscal ordenó su detención y le imputó los presuntos delitos de encubrimiento e incendio intencional. A partir de los últimos allanamientos, la imputación en su contra podría avalarse. Pero los investigadores aún no dan por terminado el trabajo: todavía no se logra develar si estos ataques que se reprodujeron durante más de cinco meses han sido obra de una o más personas.
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