Homicidio en Córdoba
14/12/2022 | 13:05 | La autopsia reveló el espanto que sufrió el taxista y el detalle clave que permitió capturarlo. El insólito fallo judicial que benefició al múltiple homicida.
Redacción Cadena 3
Juan Federico
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El lunes último a las 5.10, cuando aún el sol no se asomaba, el móvil Mercedes Benz del Servicio Penitenciario de Chaco saló de la penitenciaria ubicada en la ciudad de Roque Sáenz Peña. En su interior viajaban el chófer Jorge Antonio Sánchez, y los agentes penitenciarios Liber Omar Salina, Walter Gómez, David Bravo (enfermero) y Juan José Penayo, todos a cargo de Leonardo González. A la lista de los pasajeros la completaba el preso Roberto José Carmona (59), condenado por tres alevosos homicidios.
El 15 de enero de 1986, Carmona, de entonces 23 años, raptó a Gabriela Ceppi (16) en la autopista Córdoba-Villa Carlos Paz. La violó y la asesinó de un balazo. El cadáver fue encontrado 29 días después a la vera de la ruta 9, cerca de Toledo.
Ya condenado a reclusión perpetua por aquel alevoso crimen, el 5 de diciembre de 1994, Carmona mató a otro preso, Héctor Bolea, dentro de la cárcel de barrio San Martín, de Córdoba. Antes, había desfigurado a otro detenido que se había negado a "compartir" su mujer en una visita íntima. Ya de noche, cuando dormía, le arrojó azúcar caliente en la cara.
En julio de 1997, en la cárcel de Resistencia, Chaco, con una lanza fabricada con un palo de escoba, Carmona ultimó al interno Demetrio Pérez Araujo. Había sido trasladado a aquella provincia para evitar que el resto de los presos cordobeses lo linchara.
Tras este tercer asesinato, Carmona fue regresado a la cárcel de barrio San Martín. Entre otros orígenes, los presos que se plegaron al motín de febrero de 2005 perseguían el objetivo de poder acceder al lugar apartado donde estaba alojado para poder matarlo. El Servicio Penitenciario de Córdoba logró evacuarlo justo a tiempo.
Al salvarle la vida, llegó la confirmación de que no podía permanecer más tiempo en una cárcel cordobesa. Y regresó a Chaco, bajo la excusa de la última causa en su contra por el asesinato de 1997.
Fue en este marco que en 2014, el juez de Ejecución Penal 2 de Chaco, Juan Cima (se jubiló en marzo de 2021), le otorgó un beneficio que llamó mucho la atención: Carmona fue habilitado a que viajara cada cuatro meses a Córdoba para instalarse durante 72 horas en la casa de su esposa Angela Etudie, en barrio Las Violetas.
El operativo nunca fue sencillo: una comisión especial del Servicio Penitenciario de Chaco debía trasladarlo por vía terrestre y permanecer junto a él, dentro del domicilio, mientras durara la visita. Y luego, regresarlo.
La excusa judicial para semejante trámite tuvo dos aristas: primero, que la esposa no podía viajar a Chaco porque está a cargo de un hijo con severas dificultades de salud, y, segundo, para "revincular afectivamente" al múltiple homicida.
Durante este tiempo, este trámite se estuvo ejecutando sin mayores sobresaltos, hasta que se suspendió en medio de las restricciones por la pandemia del coronavirus. Ante esto, en 2021 y en señal de protesta porque en la cárcel de Sáenz Peña no le permitían acceder a un celular para comunicarse con su familia, decidió coserse la boca.
La vida "normal" fue retornando de manera paulatina y lo viajes de Carmona a Córdoba también se reactivaron.
Así, este lunes al atardecer, luego de más de 750 kilómetros, la comitiva que había partido de Chaco llegó a su destino: la cárcel de Bouwer, en la provincia de Córdoba. Esa noche, Carmona debía pernoctar allí. Y el martes temprano, ser trasladado, otra vez, a su real destino: el domicilio de calle Formosa, en barrio Las Violetas.
Así se hizo. Carmona tenía todo en su mente. A las 16.15, en pleno primer tiempo del partido entre Argentina y Croacia por el Mundial de Fútbol de Qatar, se paró en medio del living de la modesta casa y les dijo a los seis guardiacárceles chaqueños que supuestamente lo custodiaban que iba a ir al baño. Y desapareció.
Que los guardiacárceles hayan estado efectivamente junto a él en ese momento, dentro de la casa, es materia de investigación. El fiscal cordobés Horacio Vázquez ordenó imputarlos y detenerlos.
Lo concreto es que con un pequeño bolso de mano, Carmona ganó la calle Santa Ana. Y comenzó a huir.
Aún todo es materia de reconstrucción. Se sabe que cuadras más adelante se topó con el taxista Javier Bocalón (45). Se cree que parado, al lado de la ventana del conductor, Carmona lo apuñaló varias veces, sobre todo en el cuello. Lo corrió al asiento del acompañante y tomó el volante.
Los forenses sospechan que el taxista, mientras agonizaba, ejecutó un último y desesperado intento para salvarse. Que comenzaron a forcejar y fue entonces que Carmona perdió el control del auto, que iba a toda velocidad en medio de las calles vacías. A las 16.30, el taxi, fuera de todo control, terminó por impactar contra dos postes ubicados en la esquina de Santa Ana y Félix Paz, a casi 20 cuadras del domicilio del que había fugado.
El choque fue impresionante. Dos postes fueron quebrados, el auto quedó destruido, pero Carmona se bajó sin ningún rasguño. En el asiento del acompañante, dejó el cuerpo ya sin vida del taxista. La autopsia reveló el espanto: Bocalón sufrió cinco puñaladas en el cuello, cuatro en el pulmón y dos en la pierna izquierda.
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Carmona buscó su bolso de mano, caminó 20 metros hacia la playa un supermercado ubicado al frente y asaltó, con sus dos cuchillos, a una pareja que estaba guardando las compras que acababan de realizar.
Se llevó el auto. El vehículo aparecería abandonado minutos antes de las 18 detrás del CPC de Villa El Libertador, a unos 11 kilómetros del supermercado.
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La investigación aún no logra precisar si efectivamente Carmona fue en el auto hacia allí o si se lo dio a alguien más para que lo abandonara en ese lugar con la idea de despistar a los investigadores.
Sobre la primera hipótesis, se cree que dejó el auto a propósito en esa zona y que aprovechó a dos motociclistas que pasaban para festejar el triunfo de la selección, a los que les pidió que los llevara de nuevo hacia la zona de barrio Los Naranjos.
Ahora, se agregó un nuevo dato en esta reconstrucción. Cerca de las 17, apareció en las inmediaciones de la Clínica Vélez Sársfield, por calle Naciones Unidas. Con el cuchillo, abordó a una joven y a su madre, que estaban saliendo del centro de salud. Les exigía que los llevaran en el auto, ya que decía que él no sabía manejar. Las mujeres se resistieron y la más chica terminó con diferentes cortes en sus manos.
Los gritos pusieron en alerta a otras personas que estaban en la clínica, que se asomaron para ver qué estaba pasando. Fue entonces que Carmona salió corriendo.
El reloj se acercaba a las 18.15 y a esa hora el múltiple asesino ya volvía a convertirse en el enemigo número uno de Córdoba, al igual que lo sucedido hace casi 23 años. La Jefatura de Policía y los detectives de Investigaciones Criminales sabían que trabajaban contrarreloj. Habían conseguido algunas fotos actualizadas del prófugo y pronto la habían viralizado entre los celulares policiales. La captura se había convertido en una prioridad absoluta.
Y fue en la esquina de Agote y Almirante Brown, a 22 cuadras del lugar donde se había producido el choque del taxi, que el subcomisario Sergio Suárez Núñez, de la Brigada de Investigaciones, lo vio.
Un detalle fue clave para su identificación: en una de las fotos de Carmona que se habían viralizado, se advertía que se ponía las medias de una manera llamativa. El múltiple homicida suele utilizar medias de lana que llegan hasta debajo de las rodillas, pero se las baja a la altura de los tobillos.
El policía le contaría luego a sus compañeros que lo primero que advirtió fueron las medias. Y que eso lo llevó a buscar la cara de la persona que supuestamente había salido a festejar el pase a la final de la selección de fútbol. Se dio cuenta de inmediato de que se trataba de Carmona. Y mientras pedía refuerzos, se le abalanzó y logró reducirlo.
En el bolso, el fugitivo llevaba los dos cuchillos ensangrentados, además de un precario botiquín y algo de ropa.
Bajo un fortísimo operativo de seguridad, fue trasladado a la Jefatura de Policía. Carmona parecía disfrutar de la situación, según comentan ahora los policías que estuvieron a su alrededor. Uno le preguntó por qué lo había matado al taxista. "No sé, me pintó el violento", fue su respuesta.
Ya en la Central policial, miraba de manera desafiante a los policía. Uno de ellos, del grupo de elite Éter, le dijo que no se hiciera el pesado en ese lugar, que ya estaba detenido, que había perdido. Esposado, Carmona se puso de pie, le sostuvo la mirada y le dijo: "Yo soy pesado".
A los 59 años, no dejó de llamar la atención su estado atlético: nunca en estos casi 33 años de encierro, Carmona dejó de hacer su rutina de flexiones a diario.
El raid de la huida todavía no está del todo precisado en la investigación que lleva adelante el fiscal Vázquez, que imputó al fugitivo por el asesinato del taxista.
¿Quiso ir a la casa de un antiguo compañero de prisión y se desorientó? ¿Simuló que iba a escapar hacia el sur con la intención de regresar a la casa de su esposa, pensando que allí ya nadie lo iba a buscar? ¿O acaso buscó generar un grave delito con la sola intención de quedar detenido en una cárcel cordobesa, un deseo con el que venía insistiendo desde hace tiempo?
Por ahora, son todos interrogantes, suposiciones. Otra vez, el enorme mito criminal de Carmona volvió a conmocionar a Córdoba.
Carmona no sabe vivir en libertad. Criado en hogares para niños de La Plata, luego de que su madre lo abandonara, desde adolescente se convirtió en un "cliente" permanente del sistema penal del país. Siempre los informes psicológicos alertaron de que estaban ante un psicópata más que peligroso para el resto de la sociedad.
Pese a que el sistema lo conoce como a nadie, todo lo que generó ayer en su fuga no deja de formular nuevas preguntas: cómo es que nadie del Servicio Penitenciario cordobés le avisó a la Policía que el múltiple homicida ya estaba en la provincia.
La polémica no acaba aquí. El comienzo de toda esta historia tiene otra interpelación más profundo, original. El juez chaqueño que le había otorgado el beneficio de estas salidas transitorias, Juan Cima, se jubiló con aplausos en marzo de 2021. Ahora, su sucesora, Alejandra Duca, es quien debe explicar lo que aparece como irrazonable y absurdo: cómo pudo ser que alguien creyera que Carmona podía gozar de las salidas transitorias.
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