Violencia urbana
04/12/2024 | 12:03
Redacción Cadena 3
Juan Federico
Fueron minutos frenéticos. Todo quedó registrado gracias a uno de los domos de seguridad. La medianoche del martes recién había trocado a miércoles cuando un joven salió corriendo de un domicilio de pasaje Esnaola y llegó, 20 metros después, a la esquina de Río Primero, en el corazón de barrio Maldonado, en el lejano este de la ciudad de Córdoba. Allí, trepó a una moto que lo esperaba ya dispuesta a escapar a toda velocidad. Adentro de la casa que acababa de abandonar, un hombre agonizaba con un balazo en la cabeza.
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A esa hora, las calles del barrio tenían el ritmo que la noche le impone a la periferia de la ciudad: motos y personas que iban y venían. Son sectores que viven cuando el sol se esconde y que recién se desperezan alrededor del mediodía. Dinámicas propias dentro de una sociedad fragmentada.
Se trata del lejano este de la Capital cordobesa. Rodeando el cementerio San Vicente, se distribuyen los barrios Maldonado, Müller, Renacimiento, Villa Inés, Campo de la ribera, Bajada San José, El Trébol, Bajada de Piedra, Altamira, Acosta, Miralta y Colonia Lola. Según el último censo, en esos barrios hay más de 10 mil unidades habitacionales.
Más de 60 mil personas que sobreviven en un sector en el que confluye una zona roja de inseguridad con el narcotráfico como fenómeno absolutamente naturalizado, degradación ambiental extrema, falta de servicios esenciales y una presencia ineficaz por parte del Estado.
Los investigadores de Homicidios intentan desentrañar ahora cómo ocurrió la violenta muerte de Denis Suárez (36). Un hombre con antecedentes penales, que hacía poco más de un año que había dejado la cárcel, y que hacía tiempo se mimetizaba con lo inconfesable ante los ojos de la Justicia.
Un hombre lo cargó en brazos y finalmente lograron llevarlo en un auto particular hacia el Hospital de Pronta Atención de barrio San Jorge, donde los médicos sólo constataron su muerte.
Cuando los sabuesos policiales llegaron, se toparon con que adentro de su casa ya estaban lavando los pisos: la escena del crimen aparecía alterada y, sobre todo, no había ninguna arma en el lugar. Por eso, descreen de las primeras versiones que hablan de un supuesto suicidio. Más cuando luego cotejaron las cámaras del 911 y observaron a aquel joven escapar corriendo de la casa, mientras un apoyo en moto lo esperaba en la esquina.
Los vecinos del sector son más que cautos al momento de comentar lo sucedido. Es que desde hace varios días comienzan a advertir, una vez más, una espiral de violencia que los tiene intranquilos. Si bien por la fuerza que impone la realidad hace tiempo que se han resignado a convivir entre los tiros y la presencia siempre presente del narco en sus diversas formas, ahora cuentan que se observan movimientos "inusuales".
Aseguran que semanas atrás, a plena luz del día, un auto blanco frenó frente a la casa de un conocido narcotraficante de la zona, preso desde hace años, y sicarios descargaron dos cargadores completos. La supuesta balacera no figura en ningún registro policial ni judicial. Los testigos aseguran que los que dispararon no eran de la zona.
El dato se ha desparramado: hay personas armadas que llegaron desde otra parte al lejano este de la ciudad.
En el medio, se observa una disputa por el control territorial. Cuarenta y ocho horas antes de la violenta muerte de Suárez, otro ataque a tiros sacudió la zona. Ocurrió también de madrugada en calle Norberto de la Riestra al 3600, a menos de 10 cuadras del pasaje Esnaola. O, escrito de otra manera, a sólo tres minutos en auto.
El registro de una cámara privada que llegó a Cadena 3 no dejan margen a dudas. Un grupo de sicarios que se movilizaba en un taxi empapó con nafta el portón de ingreso de una vivienda, lo prendió fuego y disparó varias veces contra la fachada. Ocho balazos en total. Antes de marcharse, dejaron en una cartulina una nota amenazante.
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Ese mismo día, pero al anochecer, ocurrió otra situación al menos llamativa. Una mujer llegó caminando hasta la comisaría 32, ubicada en calle Monteagudo casi Costanera, en el acceso a barrio Müller, y le entregó a los policías un ladrillo de cocaína , 80 envoltorios con droga y una balanza de precisión. Dijo que todo era de su hijo de sólo 18 años. Los investigadores dudan sobre qué hay realmente detrás de esto.
El pasado viernes 23 de noviembre, un chico de sólo 12 años quedó al borde de la muerte tras ser baleado en el estómago. Ocurrió en calle Villafañe al 1700, a menos de cuatro cuadras de pasaje Esnaola. En un primer momento, un adolescente de 15 años, con múltiples detenciones durante este año, y su hermanastra de 21 fueron vinculados al ataque.
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Días después, la fiscal Florencia Espósito ordenó la detención de una mujer de 44 años, madre de los dos primeros demorados. Se sospecha que esta mujer regentea a un grupo de adolescentes menores de edad que asalta en la zona a choferes de aplicaciones de viaje. En su domicilio, los policías secuestraron más de medio millón de pesos en efectivo y 2.600 dólares.
La investigación sostiene que además de los asaltos a los Uber, en ese domicilio también se "limpiaban" celulares robados que luego eran comercializados en redes sociales.
Todo este combo delictivo habría sido el caldo de cultivo que motivó un enfrentamiento con otros vecinos en el que finalmente resultó baleado el niño.
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