Video: policías fueron a despejar una riña y terminaron siendo atacados

Hace demasiados años que barrio Maldonado, en los alrededores del cementerio San Vicente, es considerado un sector crítico en todo sentido de la ciudad de Córdoba.

Este sector integra un conglomerado de barrios que conforman el "lejano este" de la Capital cordobesa, donde sobra drogas y armas, y faltan todo tipo de oportunidades. Allí, proliferaron en la primera década de este milenio dos capos narcos, René Alejandro "el Chancho" Sosa y Jorge "el Gallo" Altamira, que con sus apodos marcaron a toda una generación que vino después y que han hecho de la venta de drogas al menudeo mucho más que un medio de vida.

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Es en este "lejano este" cordobés que emergió la figura potente del cura Mariano Oberlín, que alzó la voz para denunciar cómo la droga se estaba llevando por delante las esperanzas de cientos de jóvenes.

En un contexto que hace más de 30 años no logra salir de la precariedad económica, donde la fragilidad social es más que evidente, la esquina se convirtió en un refugio perverso para los chicos y más grandes. Un delito enmarcado por la venta de paco, cocaína, pastillas y marihuana que se convirtió en una economía circular: traficantes, "soldaditos", consumidores y ladrones rondando de manera permanente en este ecosistema perverso.

"El Chancho" y "el Gallo" fueron cayendo en desgracia, así como antes les había sucedido a María Ramona "Kika" Reyna o a Eduardo Benito "Lalo" Jaime, precursores de la "conexión Holanda", aquel fenomenal tráfico de cocaína que se enviaba desde Argentina hacia Europa a mediados de la década de 1980. Generaciones de narcos que siempre encuentran recambio.

Fue en el marco de esta realidad que el lunes último a la madrugada lo que en principio asomaba como una riña entre dos grupos enfrentados terminó por convertirse en un brutal ataque contra los policías que llegaron hasta allí para intentar disuadir a los que peleaban. Otra foto más que evidencia lo difícil que se ha puesto en distintos barrios de la ciudad.

De acuerdo a la información oficial, alrededor de las 2 de la madrugada del lunes, el operador que revisaba los domos de la Policía advirtió que en la esquina de Río Primero y Pasaje Esnaola se estaba produciendo una pelea que involucraba a varios sujetos. Ante esto, dio aviso a los móviles policiales de ese distrito.

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Cuando llegó el primer patrullero, los uniformados intentaron controlar a uno de los que estaba peleando, momento en que aparecieron otros dos sujetos y directamente atacaron a los policías. O sea, quienes estaban participando de la gresca cambiaron de objetivo: ya no se agredían entre sí, sino que pusieron a los policías como nuevo blanco.

Siempre según el reporte oficial de la Policía, un grupo comenzó a arrojar toda clase de objetos en contra de los agentes: piedrazos, botellas y piedras. Hasta que finalmente rodearon a los uniformados y los atacaron a golpes de puño y patadas. La paliza a la que los sometieron fue brutal: uno de los policías resultó con traumatismo de cráneo a raíz de los sucesivos golpes que recibió, mientras que otro tuvo que ser asistido por un corte en el labio, además de manifestar un notable dolor en el brazo izquierdo.

Fue en medio de todo esto que un sujeto vestido con la camiseta de Talleres -según se observó en el domo- le robó el handy a uno de los agentes.

Pero lejos de irse, este delincuente se dio media vuelta y en actitud desafiante apuntó con un arma de fuego en contra de los dos policías. Ante esto, uno de los agentes logró extraer su arma reglamentaria y disparó dos veces, sin herir a nadie, para lograr que los atacantes retrocedieran, aprovechando ese momento para escapar de allí junto a su compañero.

Mientras se iban, una lluvia de piedras cayó sobre los dos móviles policiales, un Fiat Cronos y una Nissan Frontier que sufrieron daños en el capot, las ventanillas, el parabrisas y las ópticas.

Parte de esta secuencia quedó filmada en un video que pronto se viralizó.

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Minutos después, ya con refuerzos, los policías regresaron a ese lugar. Se toparon con un grupo de unos 20 sujetos, dos de los cuales exhibían armas de fuego. Entre ellos, estaba el hombre que vestía la camiseta de Talleres, que fue reducido por los agentes, logrando en ese momento recuperar el handy que les habían robado.

El hombre, de 51 años, domiciliado cerca de esa esquina, fue el único detenido.

Además de los dos disparos que uno de los policías realizó con su arma reglamentaria, otros cinco agentes tuvieron que disparar con sus armas "menos letales" (balas de goma), efectuando más de 100 disparos en total. Siempre según el reporte oficial, no hubo más heridos que los dos policías atacados en el primer momento.

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