El director periodístico de Cadena 3, Sergio Suppo, entrevistando a Pablo Carballo.

Charlas de verano

Pablo Carballo, héroe de Malvinas: “Soy amigo de personas con las que combatí”

08/01/2025 | 21:29

Fue piloto de la Fuerza Aérea Argentina y compartió con Cadena 3 su experiencia en la guerra. Relató sacrificios, pérdidas y la profunda carga emocional que dejó el conflicto bélico en su vida. Video.

Redacción Cadena 3

El 30 de mayo de 1982, la Fuerza Aérea Argentina se encontraba en plena lucha por la recuperación de las Islas Malvinas. Los pilotos, como Pablo Carballo, enfrentaban retos que hoy parecen sobrehumanos, pero que formaban parte de una misión llena de sacrificios, decisiones difíciles y una carga emocional difícil de transmitir. 

En una entrevista con Sergio Suppo en el ciclo "Charlas de verano", Carballo compartió detalles de aquellos momentos inolvidables, entre ellos los pormenores de los ataques aéreos, las tensiones en el aire y la dolorosa despedida de sus compañeros caídos. 

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Uno de los relatos más conmovedores que Carballo compartió fue un incidente ocurrido el 23 de mayo, cuando su avión fue alcanzado por un misil enemigo. "Sentí los golpes debajo del ala izquierda. El avión se inclinó y pensé que iba a chocar contra el agua", recordó. 

A pesar del caos y el daño, Carballo logró mantener el control del avión y continuar con su misión. Sin embargo, la pérdida de Luciano Guadaña, un amigo cercano, durante ese mismo ataque, dejó una huella profunda en él. "Luciano no regresó. Sabíamos que no iba a volver", afirmó con voz quebrada.

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A lo largo de la guerra, Carballo vivió innumerables momentos de peligro. Recordó cómo, a pesar de la presencia constante de misiles y bombas, su enfoque siempre estuvo en el objetivo. 

"En esos momentos, yo sólo veía el blanco en la mira. No escuchaba las explosiones ni veía el caos alrededor. Estaba completamente concentrado", explicó. 

Sin embargo, esa concentración no le impidió ser consciente de las trágicas pérdidas que sufrió su escuadrón, como la caída de su compañero Mariano Velasco, quien fue atacado mientras estaba en misión. 

Sin embargo, hoy puede recordarlos con cariño e, incluso, detalló que es actualmente amigo de personas a quien combatió: "Tengo amigos que combatieron contra mí. Es inimaginable el afecto que hay. A uno yo lo enterré vivo. Con respecto a otros dos, participé del hundimiento de uno de los buques". 

Carballo también relató sobre los peligros del combate aéreo. Los misiles, por ejemplo, eran una amenaza constante, pero "se sentían como si fueran otros aviones volando hacia uno", dijo, comparando la velocidad de su avión a la de los misiles enemigos. 

"Vas volando a 900 km/h y ves un misil viniendo a 10.000 km/h. Es como si un auto viajara a 50 km/h y otro a 100 km/h te viniera a toda velocidad", expresó, tratando de poner en perspectiva la magnitud del peligro que enfrentaba a diario. 

Más allá de la adversidad, Carballo también recordó la camaradería y el espíritu de lucha que compartió con sus compañeros. Relató cómo se entrenaban, competían y formaban una verdadera hermandad entre pilotos. 

Aunque siempre existía una competencia sana, fue en los momentos de guerra cuando todos se unían sin importar la escuadrilla a la que pertenecieran. "Nunca hubo competencia durante la guerra. Todos luchábamos por el mismo objetivo", comentó. 

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La guerra no sólo dejó heridas físicas y psicológicas, sino también un profundo sentimiento de tristeza por la derrota final. Cuando el conflicto terminó, Carballo regresó a la base en Reynolds, pero no fue la vuelta que había imaginado. 

"Siempre soñé con regresar triunfante, volando sobre nuestras casas, con las familias esperándonos en la pista. Pero la realidad fue otra", recordó. 

Aquel regreso estuvo marcado por la desilusión y el dolor por los caídos. "Nunca me había sentido tan mal anímicamente. Fue un momento de mucha tristeza", confesó. 

Siempre soñé con regresar triunfante, volando sobre nuestras casas, con las familias esperándonos en la pista. Pero la realidad fue otra

Finalmente, el regreso a su hogar en un Hércules C-130 fue emotivo. Carballo voló desde San Julián hasta la base de Reynolds, con un sentimiento de tristeza y frustración por la injusticia de la guerra. A su llegada, lo esperaba un compañero, quien lo saludó con un gesto simple pero cargado de significado. "Me dijo: 'Bienvenido a bordo, capitán Carballo'. Y, aunque ese momento fue triste, me permitió sentir el cariño de aquéllos que entendían lo que habíamos vivido", recordó.

Al llegar a su casa, la emoción fue indescriptible. La puerta de su hogar estaba abierta, tal como lo dicta la tradición en los barrios aeronáuticos y, adentro, encontró a su familia esperándolo. "Nos abrazamos los cinco, en la madrugada. Ese abrazo fue la recompensa más grande", dijo Carballo, con la voz entrecortada. 

Pablo Carballo no sólo regresó con su vida, sino con una profunda gratitud hacia su patria, a la que siempre estará dispuesto a defender. "Las secuelas de la guerra no son físicas, sino emocionales. A pesar de todo lo vivido, me siento profundamente agradecido de haber tenido la oportunidad de luchar por nuestra patria", concluyó.

Este testimonio de un héroe de Malvinas es un recordatorio de los sacrificios, la valentía y el dolor que marcaron esa parte de la historia y de la importancia de honrar y recordar a aquéllos que, como Carballo, pusieron su vida al servicio de la nación.  

Entrevista de Sergio Suppo.

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