Opinión
25/07/2022 | 12:29 |
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En la lista de los que desestabilizan al gobierno y a las instituciones según los diputados oficialistas, sobran algunos pero, sobre todo, faltan los más importantes.
Es cierto que un impresentable ex militar, a quien hoy no lo siguen ni sus familiares, convoca a sus camaradas, como si arreglar las instituciones de la democracia fuera cuestión de soldados.
Está bien que ante ese desatino haya tanto condena pública como acción judicial, si se configurara delito.
Pero asombra que no haya, por ejemplo, mención alguna a quien desde el propio oficialismo, frente a multitudes y avalado por la vicepresidente y el Vaticano, amenace con muertes y fuego, con saqueos y sangre.
No hay una palabra en el documento de los diputados oficialistas para esa proclama desestabilizadora y extorsiva del dirigente oficialista Juan Grabois.
Hay denuncias contra los supuestos golpes al peso que generan la estampida del dólar. Cuestión de menor importancia según la portavoz presidencial, que entiende que el dólar no afecta la economía real.
Pero no hay una letra sobre las operaciones protagonizadas por autoridades, voceros y personajes mediáticos del FdT que sacudieron al ex ministro Guzmán hasta voltearlo, que produjeron la incertidumbre y pánico que derivó no en que el dólar volara si no que el peso argentino cayera un cincuenta por ciento en un solo mes. Frente al dólar o frente al peso boliviano.
La oposición critica y castiga al gobierno y en especial al presidente. Sobran motivos y es lo que ocurre en cualquier democracia. No se puede criticar a Putin o a Ortega en Nicaragua, pero a Biden, a Boris Jhonson o a Lacalle Pou, sí. Lo inusual, lo que solo ocurre en este escenario de desestabilización que denuncian los diputados frentistas, es que son sus propios aliados, incluso algunos de los firmantes quienes han tratado al presidente de mequetrefe y ocupa, que lo han humillado en público y en privado, que le gritan desde la tribuna que lo pusieron ahí para que cumpla órdenes de la jefa. La jefa que desestabiliza a cada funcionario que no funciona, que ridiculiza al presidente con la lapicera, que lo expone a la humillación y al ridículo que el presidente está dispuesto a aceptar sin límites de dignidad, ni amor propio, ni auto respeto.
Debieran saber, los diputados, que como la caridad, la desestabilización bien entendida empieza por casa.
Por Miguel Clariá.