Copa América
04/06/2019 | 20:03 |
El astro rosarino aseguró que la Selección no es protagonista desde el principio, pero marcó que van "a buscar la Copa". "Argentina está pasando un proceso de recambio", consideró.
Diego Borinsky
Así planteada, leída a las apuradas, la pregunta aparenta tener una connotación negativa. Algo así como: ¿para qué vamos a ir a jugar la Copa América si damos lástima? Como si fuéramos una Selección asiática que se ubica en el puesto 150 del ranking de la FIFA. Pues no. Esa no es la intención. La idea se centra en analizar cuál es el verdadero objetivo del combinado nacional en la competición de selecciones más antigua del mundo.
Estamos en una etapa de recambio, es indudable. De un recambio reclamado a gritos por el público futbolero tras el pésimo desempeño en Rusia 2018. Los datos son elocuentes: apenas se repiten 9 de los 23 apellidos elegidos por Jorge Sampaoli para la última aventura mundialista.
De esos 9 futbolistas repetidos, sólo 4 pueden considerarse “históricos” (Lionel Messi, Angel Di María, Serio Agüero y en menor medida Nicolás Otamendi, quien faltó a Brasil 2014), un par acumulaban cierta experiencia previa a Rusia (Marcos Acuña y Paulo Dybala) y los otros 3 se sumaron al Mundial bastante sobre el cierre (Franco Armani, Nicolás Tagliafico y Giovani Lo Celso).
De los 14 restantes, no hay ninguno que haya estado en un Mundial. Ya no figuran muchos futbolistas que se brindaron por la causa pero que para el entrenador actual y para gran parte de la opinión pública habían cumplido un ciclo: Javier Mascherano, Lucas Biglia, Gonzalo Higuaín, Ever Banega, "Chiquito" Romero, Marcos Rojo y "el Pocho" Lavezzi. ¿Querían renovación? Pues hay renovación.
Si el objetivo principal fuera levantar la Copa en Brasil, por dar un caso que citó el propio Lionel Scaloni en conferencia de prensa al anunciar la lista, hubiera llamado a Enzo Pérez para jugar como volante central. El mendocino de 33 años tuvo un rendimiento altísimo en River durante este primer semestre de 2019, pero difícilmente llegue al próximo Mundial. Si lo convocaba, seguramente ni Guido Rodríguez ni Leandro Paredes ni Giovani Lo Celso (todos potenciales volantes centrales con diferentes características) tendrían minutos en la próxima competición.
No sabríamos cuánto podrían rendir, y nunca avanzaríamos con la tan anhelada renovación. Sin ir más lejos, Lo Celso no jugó ni un solo minuto en Rusia 2018 y después de una temporada muy buena en el Betis se lo disputan importantes equipos de Europa por cifras cercanas a los 100 millones de euros. Si Lo Celso, Leandro Paredes, Renzo Saravia, Lautaro Martínez, Guido Rodríguez y Matías Suárez no empiezan a jugar ahora en partidos por los porotos, de los que valen y curten, ¿cuándo lo harán?.
Luego, esta reclamada renovación, ¿nos corre del lugar protagónico que siempre tuvo la Selección Argentina en competiciones de todo tipo y color? ¿Nos exime, acaso, del rol de aspirante a alzar el trofeo que nuestro país ha levantado en 14 ocasiones, apenas una menos que el máximo ganador, Uruguay? No, definitivamente no. Lo afirmó con claridad el propio César Luis Menotti, que algo de historia de nuestro fútbol conoce, sentadito al lado de Lionel Scaloni el mediodía en que se confirmó la lista de 23: “Siempre que haya una Copa en juego, Argentina y Brasil serán candidatos”.
Claro, cortar de cuajo una aspiración que por peso específico de camiseta y por contar con el mejor futbolista del mundo, con la figura del campeón de Inglaterra (Agüero) y con un estandarte del campeón de Francia (Di María), entre otros, no es una opción lógica.
Por otro lado, ya estamos en la cuenta regresiva de la carrera de Lionel Messi. No es que se vaya a retirar el año que viene, ni el que le sigue ni el que le sigue al que le sigue, pero hay que ir tachando los días (o las Copas), como los presos en su celda.
“No sé cómo voy a llegar al próximo Mundial pero voy a intentar hasta el final ganar algo con la Selección”, advirtió el genio en su última aparición televisiva, en Fox Sports, expresando en palabras que nadie más que él sueña con ese poster para la eternidad.
Leo ya disputó 4 Mundiales (en 2014 llegó a la final, en 2006 y 2010 a cuartos y en 2018 frenó en octavos) y otras 4 Copa América (perdió las finales de 2007, 2015 y 2016; fue eliminado en cuartos en Argentina 2011) y en el horizonte cercano y posible asoman esta Copa América, la del año que viene y el Mundial de Qatar 2022; es decir, 3 oportunidades más.
A esas 3 competencias, Leo seguramente llegará con nafta; después, difícil saberlo. Está claro que nadie más que él desea (y merece) un título con la Selección mayor, con la cantidad de trofeos, balones de oro (y de sintético por su medio centenar de hat tricks) que acumula en el museo de su casa. Allí falta un trofeo con la Selección mayor, y nadie más que él dispondrá de todo su talento y energía en pos de la victoria. Messi no va a Brasil a ser el padre de una renovación. Messi va a ganar la Copa, a intentarlo con toda su alma, al menos.
Entonces, para cerrar: ¿cuál es el objetivo de esta Selección del novato Scaloni, que obviamente también se juega su continuidad en Brasil? En principio, encontrar un funcionamiento, una idea, una regularidad, todos valores ausentes en los últimos tres años, con exponentes tan opuestos como Bauza y Sampaoli, que nos acompañaron hasta la puerta del cementerio y casi nos dejan adentro.
A pesar de las múltiples especulaciones, se confirmó que el Mundial de Qatar continuará siendo de 32 equipos, como hasta ahora, y si no se encuentra un rumbo, la clasificación a la máxima cita penderá de un hilo, como en la última ocasión.
Si se afianza una idea y un funcionamiento, tal como se esbozó en los primeros 6 amistosos de este ciclo de transición (dejemos de lado el desastre ante Venezuela, con un esquema de 3 atrás que ya pasó a mejor vida), es probable que Argentina arribe a las instancias finales de la Copa y perfile un nuevo equipo de cara a las Eliminatorias y al Mundial 2022.
Hace falta un equipo renovado, sostenido por la experiencia de Otamendi atrás y con el poder de fuego del mejor del mundo y sus socios de siempre (Kun y Fideo) arriba. Por supuesto que ya metidos en el clima copero, y más compitiendo en la casa de nuestro querido y eterno rival, todos querremos alzar la Copa.
Pero que sea sin la obligación urgente de ganarla, sin el discurso de “primeros o fracaso” que tan mal nos ha hecho en estos años. A los que observamos, a los que alentamos y, en especial, a los que entran a jugar. Aunque hablemos del mejor futbolista de la historia. Sin mochila, se juega más tranquilo. Sin mochila, se juega mejor. Colaboremos con la causa.