Informes de La Previa
06/06/2021 | 15:47 | La organización del torneo continental de selecciones tuvo cambios contrarreloj y polémicas decisiones en el marco de un contexto adverso por la suba de contagios. La entidad y su presidente, en el ojo de la tormenta.
Mauricio Coccolo
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Domínguez, decidido a hacer la Copa América (Foto: AFP)
Cuando el mundo andaba normal, la Conmebol decidió cambiar el calendario de su torneo de selecciones más prestigioso y correr la Copa América a los años pares para que coincidiera con la Eurocopa. En abril de 2019 anunciaron que al año siguiente habría una nueva copa organizada conjuntamente por Argentina y Colombia.
La Copa América del 2020 pretendía ser un punto de quiebre después de una polémica edición en Brasil, donde el organizador levantó el trofeo rodeado por fallos arbitrales cuestionados por todos, incluyendo al mismísimo Lionel Messi.
Por primera vez en la historia, la Copa América sería organizada por dos países. La idea original de la Conmebol incluía a Qatar y Australia como invitados para armar dos grupos de seis y diputar media copa en Argentina y la otra mitad, más la final, en Colombia. El combo era atractivo hasta que en marzo del 2020 la pandemia obligó a parar todo.
El presidente Alejandro Domínguez, de común acuerdo con sus pares, decidió pasar la Copa América para el 2021, esperando que la situación sanitaria mejorara. Por otro lado, a menos de cuatro meses del comienzo de la Copa, Qatar y Australia rechazaron las invitaciones y se bajaron argumentando problemas de calendario. Primer tropiezo.
Paralelamente a la pandemia, que no dio tregua en Sudamérica, la Conmebol organizó sus competencias de clubes. Los partidos de grupos de la Libertadores y la Sudamericana se jugaron durante seis semanas consecutivas sin parar, pasara lo que pasara. En Colombia hubo gritos de goles mezclados con gritos de protestas en las afueras de los estadios, se escuchaban las balas de goma y los jugadores sentían en sus ojos el efecto de los gases lacrimógenos. Pero… siga-siga...
Los clubes colombianos tuvieron que jugar como locales fuera de su país para esquivar la explosiva situación sanitaria, económica, política y social. Pero… siga-siga...
Parte del plantel de Independiente pasó la noche en un aeropuerto de Brasil por diferencias de criterios sanitarios y el equipo tuvo que jugar con un entrenador de arqueros como técnico. Pero… siga-siga…
En otro contexto, River debió jugar con más de 20 bajas por casos de coronavirus en su plantel, apenas juntó 11 futbolistas y puso a un volante —lesionado— como arquero improvisado. Al margen del morbo y las responsabilidades reglamentarias, todo lo que pasó no le hizo bien al espectáculo. Pero… siga-siga…
La última semana, en su discurso previo al sorteo de octavos de final de las copas, Alejandro Domínguez destacó orgulloso que se habían jugado 254 partidos en todo el continente bajo un estricto control y protocolo. Además, habló de un ecosistema del fútbol que se había mostrado seguro en un 99.3 %.
Entre los que se subieron al siga-siga de la Conmebol estuvieron muchos de los funcionarios políticos más importantes de Argentina y Colombia. En nuestro país, el mismísimo presidente Fernández fue el principal sostén de la Copa América cuando dijo que con protocolos se podía organizar. Un paso más adelante, Matías Lammens, el ministro de Turismo y Deporte, había dicho a fines de marzo que le gustaría tener gente en los estadios porque presumía que la vacunación lo permitiría.
Colombia, por su parte, se mostró firme hasta límites insostenibles. Con las protestas golpeándole las puertas, el presidente Duque dijo que estaban preparados y Lucena, su ministro de Deportes, aseguró que la sede estaba más firme que nunca. Pero un mes más tarde tuvieron que pedir una postergación de las fechas que no fue aceptada por la Conmebol.
El mismo día que bajaron a Colombia, y Argentina quedó como la única sede, el presidente Fernández salió a decir que garantizaba la disputa completa del torneo en el país. En sintonía, la ministra de Salud Carla Vizzotti afirmó que no representaba un riesgo relevante recibir a 1.200 personas.
El gobierno argentino llegó a presentar protocolos sanitarios para la organización de la Copa América, lo hizo después de una reunión entre Fernández y Domínguez, aunque todo quedó a disposición de lo que resolviera el Ministerio de Salud de la Nación. Lo particular del caso fue que el primer mandatario argentino recibió al presidente de la Conmebol cinco días después de haber suspendido los torneos locales, permitiendo que se jugaran partidos internacionales.
Cuando parecía que la Copa América 2021 se jugaría íntegramente en Argentina, la ministra Vizzotti encendió las alarmas advirtiendo que el asunto no estaba 100 % cerrado. Algunas horas antes, Belloso, secretario de la Conmebol, le había abierto las puertas a Chile para sumarse y se las cerraba rotundamente a Estados Unidos.
El último domingo, mientras el rechazo social era mayoritario y se esperaba el anuncio oficial, Wado de Pedro, ministro del Interior, salió a declarar que veía muy difícil organizar la Copa por la situación sanitaria. A los diez minutos, la Conmebol a través de las redes sociales cerró el asunto y bajó la sede argentina.
Una vez confirmada la noticia, empezaron las declaraciones públicas de los funcionarios. La mayoría apuntaba a los argumentos sanitarios, pero Lammens reconoció que se trataba de “un gesto simbólico”. Mientras el debate ardía en Argentina, en Paraguay los dirigentes de la Conmebol se reunían de urgencia y anunciaban una bomba que nadie tenía en los planes: la Copa América 2021 se mudaba a Brasil.
En su única aparición pública, Alejandro Domínguez no hizo ninguna referencia a la designación de Brasil por segunda vez consecutiva como sede de la competencia. En el vecino país fue el propio Bolsonaro quien dio luz verde a la decisión de la Confederación Brasileña y la Conmebol, casi al mismo tiempo que crecían las protestas de la gente y los políticos opositores. Pero lo que nadie se esperaba era que fueran los propios jugadores de la Verde-amarela los que amagaran con negarse a disputar la Copa en su país.
Un detalle curioso, difícil de entender, es el partido de Colombia contra Argentina en Barranquilla por las Eliminatorias con 10 mil personas en la cancha. ¿Cómo fue que los colombianos pasaron de bajarse de la Copa América a disputar un encuentro con público en menos de 15 días?
Parece que el domingo 13 empezará la competencia de selecciones más antigua del mundo, que iba a ser la Copa América 2019 Argentina y Colombia, pasó a ser la Copa América 2021 en los mismos países primero y solo en Argentina después, hasta que terminó siendo la Copa América Brasil 2021.
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