Escapadas en Córdoba
25/10/2021 | 13:05 | Se trata del Hotel Azur, ubicado en el centro de Córdoba. Allí solía funcionar el Colegio Deán Funes, al que asistió este y otros personajes importantes. También fue una droguería y un restaurante.
Cuando uno camina por el centro de la ciudad de Córdoba, el edificio pasa prácticamente desapercibido. Ubicado en la calle San Jerónimo al 243, el Hotel Azur es un secreto guardado detrás de una fachada que pocos paseantes notan.
El edificio, que fue declarado como Patrimonio de la provincia de Córdoba, ocupa un lugar central en una arteria que, desde siempre, fue el zaguán de la ciudad. La calle San Jerónimo era el ingreso de todos los viajeros que bajaban del tren y se dirigían a la plaza San Martín, punto central de la ciudad.
La construcción fue llevada adelante por la familia Crespo en 1915. El solar fue planeado con dos pisos: uno para la vivienda familiar y otro para un espacio comercial. Al poco tiempo, la familia abrió una talabartería.
Sin embargo, en 1930, vendieron el solar a una droguería que funcionó durante varios años. El subsuelo -hoy transformado en un circuito de baños antiguos- se usó para instalar el laboratorio. En la parte superior, se abrieron algunas habitaciones para los visitadores médicos que estaban de paso por la ciudad.
/Inicio Código Embebido/
Mirá también
Escapadas en la ciudad
/Fin Código Embebido/
Más acá en el tiempo, el lugar se transformó en un restaurante que fue famoso por sus ranas a la provenzal y por ser el punto de encuentro entre los militantes que llevaron adelante la Reforma Universitaria.
La escuela del Che
Hacia mediados de los 40, el lugar se transformó en una de las sedes del Colegio Deán Funes. Allí estudio nada menos que Ernesto "Che" Guevara, uno de los personajes más influyentes del siglo XX.
En simultáneo también funcionaba un liceo para mujeres pero en horario diferenciado. Hoy en día el hotel conserva los números originales de las aulas que estaban ubicadas en el primer piso, el mismo nivel a donde funciona la recepción.
El criterio de conservación, que aplicó la familia que es propietaria del lugar, permitió rescatar escaleras de madera, vitrales, techos abovedados, puertas de vidrio grabado y algunas carpinterías.
Las paredes de este hotel boutique están plagadas de historias. Esto resignifica su historia y la experiencia que brinda al huésped que lo elige por sus comodidades.
/Inicio Código Embebido/