Sociedad
17/01/2012 | 23:41
Todo en la villa dolorida depende de su voluntad. Nada puede escapar: dónde hay que pasar las calurosas tardes de verano, dónde jugar a las tragamonedas, cuánto hay que pagar por el asfaltado, qué tienen que aprobar y qué no los concejales, qué árboles o flores deben ir en los parques y paseos, qué estilo arquitectónico tendrán los edificios públicos, si el Río de Los Sauces debe tener agua o no y en qué parte, qué valor ecológico tiene ese mismo río, qué empresa hará los servicios de emergencias médicas porque no quiere que sean los bomberos, qué debe hacer la cooperativa eléctrica o el ente que provee el agua potable, si el rally pasa por una reserva natural o por el medio de la ciudad, si es más importante el centro que se ve o los barrios alejados... Todo aquel que no hace su voluntad "es porque tiene intereses políticos, porque le hace campaña a otro partido". Su séquito de obsecuentes teme contradecirlo hasta en lo más mínimo, aunque hay un petisito que disfruta su mezquina cuotita de poder. Así son las cosas por esta villa dolorida, que no atina más que a votar al que "hace algo", no importa si eso sirve o no, si puede participar o no en las decisiones, si el que gobierna es un mono o un ciudadano. Por lógico, una ciudad para quedarse, vió...