Carta abierta de Diego a Lionel

Estimado Lionel:

Escribo en primer lugar para felicitarte y agradecerte, no por haber ganado el Mundial, sino por el ejemplo de persona humana que venís dando hace tiempo. Mi nombre es Diego, y le debo mi nombre al Diego (que en paz descanse). Un celo tonto e infantil por mi tocayo me cegó por muchos años, y llegué a decir que vos no ibas a igualarlo hasta ganar un Mundial.

Hace ya un par de años terminé de darme cuenta de lo equivocado que estaba, y de lo odiosa y maligna que es esa comparación Maradona-Messi. Realmente es cosa del Malo.

“Nadie es profeta en su tierra” dice Jesús en el Evangelio y creo que esa palabra se cumplió en vos. El pueblo que más criticó al mejor jugador del mundo, por varios años, fue justamente el pueblo argentino, y me incluyo. Hoy me arrepiento y pido perdón.

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Pero no me arrepiento porque hayas ganado el Mundial. Quiso Dios que lo ganaras, y me alegró mucho verte decir “ya está” mientras saludabas a tu familia, que también debe haber sufrido las injustas críticas junto con vos. Bien merecida tenías esa copa, hace rato ya. Pero el fútbol a veces no sabe de merecimientos, y podría haberse dado que no fueras campeón mundial nunca.

Hoy me arrepiento de haberte criticado porque, aun si no hubieras ganado el mundial, hace tiempo has demostrado que la grandeza y la gloria no se miden por la cantidad de trofeos que uno puede llegar a tener; sino por lo buena persona que uno llega a ser en su vida, en su lucha diaria por ser cada día mejor en todo lo que uno es y hace. Por lo poco que te conozco (a través de tu conducta en la cancha, tus palabras en las entrevistas y las palabras de tus compañeros cuando hablan de vos) creo que sos una persona muy humilde; y eso te hace grande. Un hombre que se sabe bendecido por Dios, y que procura ser tierra fértil, que procura hacer fructificar al máximo los dones que ha recibido gratuitamente. Un hombre agradecido. Un hombre que dentro de la cancha es un caballero. El “qué mirá” y el “andá pa allá” quedarán como anécdotas de un momento de calentura ante un tipo que hizo lo posible por sacarte de quicio (todos tenemos un límite), pero no es lo más genuino tuyo. Creo que el Lionel más auténtico es el que demuestra mansedumbre y paciencia al recibir las patadas.

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Son esas virtudes las que mejor te definen como persona, las que te hacen ser un grande.

Y algo que atenta contra esa humildad es el apelativo de “messias”, que tanto se ha escuchado en nuestra patria estos días, especialmente en la televisión, por personas que a lo mejor no tienen intención de ofender e ignoran quién es Dios. Como católico que soy, me molesta mucho que se use el nombre de Dios para referirse a vos. Es una falta de respeto a Dios, en primer lugar, y a vos también. Lo mismo pasa con el Diego, y también lo sufro hace tiempo, al llevar ese nombre en honor a Él. Deberíamos rezar más por Diego, porque descanse en paz después de la vida sufrida que tuvo.

Como educador que también soy, creo que la idolatría es algo que nos hace mucho daño a todos. Nuestra patria necesita del Mesías, del Dios hecho hombre. Su nombre es el único que puede salvarnos, y los argentinos necesitamos entender que vos no sos el “messias”. De hecho, cada vez que entrás a la cancha y cuando hacés un gol se te ve invocar a ese Mesías, a Jesucristo, y de ese modo demostrás que vos también necesitas de Él. Porque ante ese Mesías todos somos igualmente valiosos, ganemos o perdamos, tengamos un trofeo o no.

Nuevamente te felicito, te agradezco y te pido perdón. Y me animo a pedirte el favor de que, con tus palabras y obras, sigas educando a tus compatriotas, especialmente a los que te confunden con Dios.

Espero que pases una feliz y santa Navidad con tu familia, y que el Mesías que vino a dar su vida en la cruz para librarnos del mal (especialmente del mal que hay en el corazón) te visite también hoy y te conceda la paz y la gracia que más estás necesitando. Rezo por vos.

Diego.