El Pumita Martínez: el campeón del mundo que peleó con la pobreza y la depresión

La vida en un ring

"El Pumita" Martínez: el campeón del mundo que peleó con la pobreza y la depresión

13/07/2024 | 08:00

El boxeador es el único argentino que actualmente ostenta títulos mundiales. El domingo 8 de julio llevó la bandera del país bien alto y ganó en Japón, un país donde solo las leyendas salieron victoriosas.

Redacción Cadena 3

Martín Bonansea

"El Pumita" sabía que no tenía margen, que si la pelea era pareja, iba a perder. En Tokio solo ganaron leyendas del boxeo argentino como Pascual Pérez,  Horacio Accavallo y Nicolino Locche. 

El domingo 7 de julio en el estadio Ryogoku Kokugikan National Sumo Arena había 13.000 japoneses que lo querían ver vencido por su campeón, el temible tetracampeón Kazuko Ioka. El invencible boxeador que fue campeón en cuatro categorías y que prefería pelear con otro rival, el mexicano Juan Francisco “El Gallo” Estrada, porque lo consideraba un rival con mayor jerarquía y más digno de su nivel.

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El argentino no estaba gratis. Exponía lo que tanto le había costado, su título mundial de la Federación Internacional, el que obtuvo en esa batalla con el filipino Jerwin Ancajas y después defendió. Era todo o nada: o lograba la gloria o perdía todo, otra vez. No iba a ser la primera vez que perdía todo. Pero esta vez no, en Tokio no.

Kazuko Ioka y "El Pumita" Martínez, en la presentación de la pelea.

Recordó las palmadas de "La 12” cuando iba a la Bombonera, la promesa al viejo de que iba a ser campeón, la promesa a "la mami" de que le iba a comprar la casa. A sus amigos de siempre, que no lo dejaron tirado en una cama y lo obligaron a levantarse. No podía perder, era por su futuro, por su gente.

Fernando subió a ese ring del Ryogoku Kokugikan Arena a buscar la gloria, no importaba si ese japonés era un monstruo; la pobreza en el conventillo era mucho peor, compartir la comida con sus 11 hermanos era lo difícil. Bancar el techo a las trompadas cuando llegaba el desalojo era la guerra.

Ese japonés no sabía lo que puede aguantar un argentino que vino a la vida sin nada. No sabía que ese “sudaca” peleaba todos los días por sobrevivir. No entendía lo que significaba para ese chico de La Boca ver a su padre trabajar 14 horas y después llevarlo a entrenar.

"El Pumita" se plantó desde el primer round y lo golpeó como lo había golpeado la vida a él. Kazuko Ioka era la vida que no le quería devolver a su papá cuando se fue, era la falta de plata que no le daba a su mamá un techo. Ese japonés quería sacarle con soberbia el título del mundo que él lucía con orgullo y que tanto sudor, sangre y lágrimas le había costado.

Fernando no lo permitió, no se iba a dejar ganar, no importaba sin un país del primer mundo quería que perdiera, fue por todo y golpeó al japonés como golpeó cada puerta para que le dieran una oportunidad. Golpeó al japonés recordando todo lo que luchó para estar en la Selección argentina y para ir a las olimpiadas de Brasil.

Le pegó tanto que Kazuko Ioka no pudo hacer nada. No estaba peleando contra un boxeador, estaba peleando contra un argentino que luchó con la vida desde que nació. Peleaba contra alguien que tuvo frío y que tuvo hambre, que podía tomar el camino fácil pero eligió el deporte. Peleaba con alguien que no le tenía miedo a perder, porque desde chico conoció lo que era estar en desventaja frente al mundo.

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Martínez en cada cruce pensaba en los consejos de su papá cuando tenía 11 años y miraban juntos las peleas de su ídolo, el legendario Mike Tyson, a las 3 de la mañana. También recordaba lo que significó en su carrera perder a quien era su entrenador y el sostén de su familia. En su cabeza recordó que su papá, antes de partir, le hizo jurar a su actual entrenador, Rodrigo Calabrese, que lo iba a convertir en campeón. Lo cumplió y el domingo estaban juntos en esta nueva batalla en Oriente.

"El Pumita" Fernando Martínez pegó de una manera tal que el “Godzilla” japonés se apagó. El público que aclamaba por su “samurai” se calló. Los gritos de los pocos argentinos invadieron el lugar. Los jueces no podían ignorar la supremacía de un guerrero. "El Puma" de La Boca sigue siendo el campeón del mundo pero ahora no tiene un título, tiene dos.

El Pumita logró su 17ª victoria y tiene un récord inmaculado con los dos títulos súper mosca de la FIB y la AMB. Arriesgó el todo o nada, como siempre fue su vida. Esta vez se quedó con todo.

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