La quinta pata del gato
07/10/2021 | 17:31 | La empresa privada bajo fuego. Prohíben vender un monopolio acusándolo de ser... un monopolio. Más exigencias y más poder a los gremios para apretar empresas en blanco en el país del 40% en negro.
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La Argentina no puede parar de espantar empresas privadas. En Santa Fe sucedió algo insólito. El gobierno nacional, a través de la Comisión de Defensa de la Competencia, le prohibió a la empresa Dow que cierre su planta de San Lorenzo. El gobierno no quiere que se cierre porque es la única fábrica de poliuretano del país. O sea: en Argentina, si te jugás abriendo una empresa, después no tenés libertad ni para cerrarla. Está prohibido hasta el fracaso.
El gobierno acusa a Dow de cerrar la planta gracias a un “abuso de posición dominante”, ya que tiene el 75% del mercado. El resto del poliuretano se importa. Rarezas de la Argentina: nadie acusó de monopólica a Dow cuando lo era. La acusan cuando quiere cerrar y dejar de ser un monopolio.
La economía argentina ya es tan chiquita, primitiva, rígida, cerrada, inestable, insegura y costosa para el sector privado que hasta los monopolios prefieren irse.
Pese a esto, el gobierno no puede parar de amenazar a la actividad privada. Ayer, Alberto Fernández, como está muy debilitado políticamente y necesita a la CGT les prometió a los sindicatos una ley para obligar a todas las empresas de más de 100 empleados a tener comisiones mixtas de seguridad, higiene y ambiente.
¿Y las empresas? Nadie les preguntó. Los empresarios tiemblan. Imaginan a los Hugo Moyano de este mundo con nuevas excusas legales para parar fábricas cuando se les ocurra. A esa supervisión de condiciones laborales la vienen haciendo desde hace 25 años las ART, con buenos resultados.
¿Saben quién no tiene ambientes laborales sanos? Los 5 millones de asalariados en negro que hay gracias a las leyes y convenios laborales jurásicos que estos mismos sindicatos se niegan a cambiar.
Otro ejemplo: la ley de etiquetado frontal que Diputados no pudo sancionar ayer. Los políticos insisten en cazar en el zoológico. Quieren imponerles normas suecas a los que fabrican alimentos en blanco. Pero después el propio Estado financia el descontrol bromatológico más elemental. ¿Quién controla la sanidad de los emprendimientos y comedores piqueteros que banca Desarrollo Social? Más importante: ¿quién controla los alimentos que produce el 40% de la economía en negro?
Los ejemplos son interminables. Todos tienen algo en común: espantan a los que invierten y a los que trabajan de verdad. Tal vez por eso hasta los monopolios prefieren tomárselas.