Con la economía muerta, no hay salarios por milagro

Las cúpulas políticas, sindicales y empresarias escenifican una ilusión: que millones de argentinos van a recibir en los primeros días de abril salarios e ingresos lo más normales posibles. Pero saben que no será así.

Con la economía congelada al 75% desde hace 40 días (y como mínimo habrá 10 días más) no hay milagro posible.

Por ejemplo: la CGT y la UIA, con la bendición del gobierno, acordaron que las empresas puedan pagar un 25% menos del salario a los empleados que no trabajaron por la cuarentena. Pero es apenas un marco, en realidad una excusa para que el gobierno pudiera habilitar suspensiones con recorte salarial luego de haberlas prohibido por decreto a principio de mes, cuando Alberto Fernández todavía tenía la loca idea de que las empresas pueden inventar el dinero, como hace él con el Banco Central.

En realidad, habrá acuerdos por sector y por empresa. En el comercio, por ejemplo, donde hay cientos de miles de empresas pequeñas, habrá más excepciones que reglas. Cada mostrador será un mundo. En otros sectores hay acuerdos ya hechos y con porcentajes distintos. Pero en muchos casos no hay nada. Es más: la incógnita no es el sueldo, sino el empleo.

Otra duda: qué pasará con la parte de los salarios privados que promete pagar el Estado. Las empresas tienen que anotarse, la Afip tiene que dar el OK y la Anses depositar hasta 34 mil pesos en la cuenta sueldo del empleado subsidiado. Pero a esta hora eso tiene muchos huecos. Los empleados privados en blanco son seis millones. Pero el Gobierno dijo que hay 1,6 millones en condiciones de recibir el subsidio. Y lo último que dijeron funcionarios, off the record, es que hasta ayer las empresas sólo habían anotado a 600 mil empleados. Son muy pocos.

Encima, los poco atractivos préstamos a tasa cero para autónomos y monotributistas vienen con demora. El tema pasó a la semana que viene.

La cuarentena no sólo congeló a la economía en el freezer. Detrás de la tranquilidad de las calles vacías, hay un caos contenido. Es que nunca hay milagros en la economía. Y menos cuando está en un tobogán.