Inflación: Alberto tiene hasta abril para mostrar una baja

Alberto Fernández tiene dos urgencias en el calendario. La fecha de la que más se habla es el 31 de marzo. Para ese día, ha dicho el gobierno, tiene que estar listo el acuerdo con los acreedores. Porque para entonces ya no quedarán dólares para seguir pagando las deudas que van venciendo y no se pueden renovar.

Pero hay otra fecha igual de importante. Y es la del 30 de abril. El gobierno le ha pedido a la CGT que hasta ese día se congelen todas las paritarias. ¿Qué significa? Que los gremios se conformen con recibir aumentos salariales de sumas fijas que disponga el gobierno y dejen de pedir subas porcentuales. En criollo: que a excepción de los sueldos más bajos, donde las sumas fijas significan bastante, todos los demás asalariados acepten perder contra la inflación.

Claro: para que eso funcione, el gobierno tendría que empezar a mostrar algún resultado en la lucha contra la inflación. Si no, va a llegar abril y las paritarias se retomarán con exigencias tan altas que terminarán recalentando las expectativas inflacionarias, sin cortar el círculo vicioso de aumentos de precios y aumentos de sueldos.

O sea que Fernández tiene 3 meses para no desperdiciar el ancla salarial para la inflación que le está ofreciendo la CGT.

Esa es la verdadera apuesta para bajar la inflación. En el Congreso harán aspavientos con leyes, como la ley de Góndolas, que son meras distracciones. La inflación en Argentina no es por falta de competencia, como dicen quienes impulsan esa ley. Si no, no aumentaría el pan, por dar sólo un ejemplo, donde hay una enorme competencia en la producción, molienda y procesamiento de trigo.

El otro aspaviento será el control de precios, en el que nadie cree.

Mientras, en el Banco Central está la verdadera amenaza. Esta semana, su presidente, Miguel Pesce, ya avisó que seguirá emitiendo dinero para financiar el déficit fiscal del gobierno. Si ese proceso no se empieza a controlar es posible que abril llegue y los precios sigan en la montaña rusa. Y Fernández se habrá gastado en vano la bala de plata que le está ofreciendo la CGT.