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02/09/2021 | 15:20 | Molinos Cañuelas va a concurso preventivo por falta de crédito siendo parte de un sector que en la última década ingresó al Banco Central 384 mil millones de dólares.
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Cada vez menos empresas pueden sobrevivir al caos inducido por el Estado y al delirio macroeconómico permanente de la Argentina. Ni siquiera las que trabajan con los recursos naturales que son, se supone, la gran ventaja del país.
Hoy entraron en convocatoria de acreedores Molinos Cañuelas y Compañía General de Granos. Las dos forman el grupo Navilli, uno de los cuatro grandes grupos agroindustriales de capitales argentinos. De los cuatro, dos -Vicentín y Navilli- están en dificultades. Y eso con precios internacionales récord.
El que quiera pensar que el 50% de los empresarios de este sector son piratas o inútiles, puede hacerlo. Pero no va a llegar a la verdad. Lo que tienen en común Vicentín y Navilli son otras cosas. Primero: una trayectoria prestigiosa que se remonta a la década de 1930, cuando Argentina aún era relevante. Segundo: ambos invirtieron fortunas en la última década para poder competir con capitales globales ante los que las empresas argentinas son enanas.
Pero tuvieron que invertir en un país sin crédito ni mercado de capitales, porque miles de millones de dólares se entierran en el jardín por miedo a que el Estado se los afane.
No sorprende que Argentina no tenga grandes empresas mundiales de la agroindustria. Este país las mata. Lo acaba de decir ayer Gustavo Grobocopatel, ex zar de la soja hoy con más actividad en Brasil que en el país. A propósito de la extravagante prohibición de exportar carnes, dijo: “El gobierno comprime al sistema productivo y destruye valor. Es increíble que los errores se repitan de esta manera”.
¿Es necesario repasar la lista? En apenas meses el gobierno estatizó los trenes de carga, un desastre a plazo fijo. También liquidó la inversión en la industria de biocombustibles. Y estatizó de apuro la Hidrovía después de haber sido incapaz de hacer una licitación internacional. Los fabricantes de alimentos están agobiados por años de controles de precios y una burocracia estrafalaria. Todo condimentado por los costos que imponen las corporaciones sindicales, desde las camioneras a las portuarias. Y con impuestos altísimos. Encima.
Molinos Cañuelas va a concurso preventivo por falta de crédito siendo parte de un sector que en la última década ingresó al Banco Central 384 mil millones de dólares.
En Argentina no sólo no rigen las leyes económicas que la política insiste en ignorar. Tampoco funcionan las leyes de la biología. Acá no rige siquiera la supervivencia de los más aptos. Porque hasta los que se dedican al agro, se están extinguiendo.