Impuestos
18/02/2020 | 07:35 | El negocio de Córdoba no puede ser rogar 17 millones de pesos, sino exigir que dejen de confiscarle 300. El riesgo de que el FS salga por ley y no se pueda eliminar jamás.
Audios
La vida te da sorpresas. En 2018 el gobierno de Macri logró derogar el Fondo Sojero, que repartía un tercio de las retenciones al campo a provincias y municipios. Una mayoría de gobernadores aceptó derogarlo entonces porque formó parte de un pacto y una coyuntura en que la Nación les cedía a los gobernadores una parte mayor del resto de los impuestos.
Esa derogación del Fondo Sojero fue algo políticamente muy importante para Córdoba. ¿Por qué? Bueno, porque Córdoba es por lejos la provincia más perjudicada por las retenciones. Primero, porque es la que más aporta a la cosecha nacional. Un tercio de las retenciones se le descuentan al campo cordobés. Segundo, porque es, de las grandes, la que está lejos de los puertos, así que sus productores cobran lo mismo que los demás, pero tienen mayores costos.
Por lo tanto, el interés de fondo, estratégico, de Córdoba, es que las retenciones desaparezcan por completo.
El Fondo Sojero conspiraba contra eso. De hecho, Cristina Fernández lo había impuesto por decreto en 2009, en medio del conflicto con el campo, para que la mayoría de gobernadores, intendentes y diputados de provincias no agrícolas mojaran la medialuna y, así, apoyaran las retenciones.
Macri tuvo que hacer un enorme esfuerzo fiscal y político para hacerlo caer.
Pero, ahora, apareció una diputada tucumana que propone que el Fondo Sojero vuelva, nada menos que por ley, para repartir no el 30% sino el 20% de las retenciones (sobre granos y también carnes y lácteos) entre provincias y municipios. En el todo vale del estatismo clientelar argento el proyecto no dice si provincias e intendentes van a tener que devolver lo que recibieron a cambio de derogar el FS si es que lo volvieran a cobrar. O si piensan seguir quemando el dinero en clientelismo y perpetuaciones del poder, como sucede siempre.
El argumento de la diputada tucumana se entiende. Tucumán contribuye casi nada a las retenciones. Cualquier cosa que reciba es mucho.
Lo alucinante es que la iniciativa sea apoyada por el diputado macrista cordobés y exintendente de Jesús María, Gabriel Frizza. La verdad, que un cordobés apoye esa iniciativa, es incomprensible. Y que sea de Jesús María, lo hace aún más inentendible.
Si prosperara la iniciativa tucumana, por cada 300 millones de pesos que le confisquen a la economía de Córdoba en retenciones, volverían a la Provincia apenas 17 millones (cada mil millones de retenciones, 300 se le confiscan a la economía de Córdoba; de los mil millones, 200 se reparten entre provincias; a Córdoba le toca el 8,5% de esos 200 millones, porque ese es su índice de coparticipación).
Para el caso particular de Jesús María es peor todavía, porque es, dentro de Córdoba, una zona particularmente productiva. La relación entre lo que sale de Jesús María por retenciones y lo que retornaría por el Fondo Sojero sería aún menor.
Ustedes dirán: “Bueno, pero la realidad es que las retenciones se pagan y recibir aunque sea una migaja es mejor que no recibir nada y seguir pagando”.
Es cierto. Pero el problema es que, a cambio de esa migaja vamos a establecer el Fondo Sojero por ley, no por decreto. Y así, a futuro, va a ser mucho más difícil, sino imposible, reunir una mayoría de legisladores para eliminar las retenciones, este insólito impuesto a la exportación que ningún otro país cobra.
Los cordobeses no tenemos que rogar que nos manden 17 millones. Tenemos que lograr que nos dejen de confiscar 300 millones.
Que el macrismo de Córdoba, y nada menos que de Jesús María, se ponga el bonete, haga el trencito y respalde esta ley sólo confirma una cosa: los que pagan impuestos en la Argentina no tienen partido y carecen de toda representación seria, coherente y sólida en el Congreso de la Nación.
Es curioso, porque los parlamentos nacieron precisamente para representar y defender a los ciudadadanos/contribuyentes frente al absolutismo de los monarcas y sus recaudadores. Pero, claro, Argentina todavía no dejó atrás la Edad Media.