La quinta pata del gato
15/11/2021 | 17:14 | El voto de Centralia se aleja cada vez más del populismo. Pero lo más sorprendente, tal vez, se esté cocinando en el interior de la Provincia de Buenos Aires.
Una de las lecciones que van dejando los comicios de los últimos años es que es cada vez más difícil gobernar en contra del interior productivo. Eso se volvió a ver ayer.
El Frente de Todos es el aparato político que, desde el conflicto con el campo, basó su estrategia en privilegiar a las burocracias estatales y los sistemas clientelísticos del norte y sur del país, de algunas grandes ciudades y del conurbano bonaerense. Y ayer eso volvió a fracasar, pero con más contundencia que nunca.
No sorprende tanto que el Frente de Todos haya perdido en toda la franja central del país, eso que acá llamamos Centralia, desde Mendoza hasta Entre Ríos. No sorprende Mendoza. No sorprende ni siquiera Córdoba, donde el voto antiK sumó un increíble 79% de los sufragios. Pero incluso en Centralia hay datos llamativos. En la provincia de La Pampa el interior productivo se alzó contra el aparato estatal de Santa Rosa y por primera vez perdió el populismo desde 1985. En Santa Fe el peronismo no llegó a un tercio de los votos, pese a que Rosario es tan hostil como el conurbano a los políticos de centro o centroderecha. En Entre Ríos se registró el mismo increíble número que en Santa Fe.
Pero el fenómeno más sorprendente, tal vez, se esté cocinando en el interior de la Provincia de Buenos Aires. Ese interior vive situaciones peores a las de Córdoba o Santa Fe. Le sacan los mismos impuestos pero les llega incluso menos coparticipación. No les llegan los subsidios nacionales que sí se vuelcan al conurbano. Y gobiernos provinciales gobiernan para ese conurbano, porque es donde están los votos. Por eso jamás vamos a escuchar a Kicillof reclamar contra las retenciones, ni quejarse porque la Nación no subsidia los bondis, la luz o el agua de Bahía Blanca.
Pero ese esquema entró en crisis. Y por eso ayer el Frente de Todos ganó en sólo una de las 8 secciones electorales. Es la sección Tercera, la más populosa del conurbano, donde el clientelismo tiene su mayor incidencia. Allí vive más de un tercio de los bonaerenses. Son muchos, pero ya no alcanzan para ganar la provincia más grande.
Hay un cambio estructural, sociológico, económico. Tantos años de populismo han logrado dos cosas: los que trabajan e invierten son cada vez menos. Los que no trabajan ni arriesgan son cada vez más. Los que trabajan encima están cada vez más débiles de tanto ser parasitados. Y los que no trabajan son un lastre cada vez más pesado. El populismo está muriendo por autoestrangulamiento. Sólo puede repartir inflación.
Hay que ver si tanto los kirchneristas como los antikirchneristas se dan cuenta y son capaces de construir otra hegemonía, basada en los que ahorran, invierten y trabajan de verdad.