Elecciones en EE.UU.
29/10/2020 | 21:49 | En estos dos últimos años, ayudados por la guerra comercial que la Casa Blanca montó contra China, México se convirtió en el principal socio de EE.UU.
Bárbara Anderson
No hay recuerdos de una campaña presidencial en Estados Unidos que se haya ensañado tanto con México como la que protagonizó Donald Trump.
Todo 2014 nos pasamos escuchando sus amenazas de levantar un muro, de cancelar el Tratado de Libre Comercio, TLCAN (que ya tenía 20 años activo), regresar empresas estadounidenses que tenían sus plantas en México para que el empleo fuera 100 % local (America First), bloquear o imponer aranceles al envío de remesas (el dinero que los paisanos que trabajan del otro lado mandan a sus familias) y la deportación de 'al menos' 11 millones de mexicanos.
"Cuando México envía a su gente, no envían a los mejores", gritaba en sus actos de campaña en 2015, "envían droga, traen crimen con ellos. Son violadores. Supongo que algunos también son buena gente".
Ganada su silla en la Casa Blanca cumplió en parte sus promesas: comenzó la construcción del muro (un acto de propaganda que no avanzó mucho en los 3.000 km. entre los dos países), sí abrió la renegociación del TLCAN, y obligó a México a ser su filtro de migrantes. Se impuso el programa Quédate en México, que exige a los migrantes de este país y de Centroamérica a permanecer en territorio mexicano hasta que Washington resuelva la respectiva petición de asilo. Nadie ha podido conseguir un solo 'pase' y hoy hay 60 mil migrantes viviendo hacinados en campamentos precarios de ciudades fronterizas como Ciudad Juárez, Tijuana o Matamoros.
Hace dos años ganó la presidencia mexicana Andrés Manuel López Obrador, un candidato cuyo discurso no puede ser más antagónico: su campaña se basó en pensar primero en los pobres, en ser austeros en gastos, en la libre circulación de migrantes en el territorio mexicano, en declarar a los paisanos que viven en EE.UU. como "los héroes vivientes" que con sus remesas conforman el mayor plan social existente, que representa unos 39.000 millones de dólares al año que llegan justo a la base de la pirámide de la población mexicana.
La opulencia y los discursos xenofóbicos de Trump versus la austeridad y la defensa de los más débiles de López Obrador.
Pero como bien dicen, la política logra crear extrañas parejas.
México accedió a frenar el cruce ilegal de locales y foráneos desde la extensa frontera hacia Estados Unidos. La moneda de cambio fue evitar aranceles de 25 % a los vehículos mexicanos exportados.
Del muro ya no se habló y solo se dejó al vecino ir avanzando lento y con poco presupuesto en una medianera que no frena ni los huracanes que surcan esos desiertos.
Las remesas no se tocaron y este año serán la principal fuente de dólares del país, gracias en parte al dantesco plan de rescate financiero que lanzó Trump. "Si en 2021 México crece 3 % en su economía, un 1 % se lo deberá a la montaña de dinero invertida por EE.UU.", me decía un economista de BBVA.
En estos dos últimos años, ayudados por la guerra comercial que la Casa Blanca montó contra China, México se convirtió en el principal socio de EEUU: le vendemos el 90 % de lo que producimos en todos los sectores (primarios, industria y servicios).
En medio de la pandemia, a poco del gran confinamiento se ratificó el tratado de libre comercio (hoy T-MEC) que nos mantiene en el club más rico del mundo, que representa la tercera parte de todo el PIB del planeta, 12 % del comercio global. Cada día, los tres socios comercian entre los 3.000 millones de dólares, es decir unos 2 millones de dólares por minuto.
Esto llevó a un gobierno de izquierda como el que promete López Obrador, que no pensaba tocar sindicatos ni acelerar ningún plan para disminuir el trabajo informal a acelerar una reforma laboral para equiparar en el tiempo los sueldos de los empleados de EE.UU. con los de este lado de la frontera (la diferencia ahora es de 1 a 10). Fue la negociación más larga y cargada de tuits contra México que se recuerde, pero se logró concretar.
México, ya acostumbrado a ser la diana de los dardos de Trump jamás respondió.
Pero, sin decirlo de manera oficial, sin dudas AMLO (como se lo conoce al presidente por sus siglas) le dio su respaldo a Donald Trump para su reelección.
En plena campaña electoral y en el pico de la pandemia, su primer viaje oficial fuera del país fue en julio pasado para visitar a Donald Trump en Washington. La excusa era para firmar el T-Mec —que ya estaba firmado—.
En este viaje rodeado de empresarios mexicanos con fuertes inversiones en EE.UU. no se reunió ni con Joe Biden ni con nadie del Partido Demócrata. Tampoco con miembros de las organizaciones de sus paisanos, los mismos que tuvieron que soportar los ataques locales de un presidente que dijo que los mexicanos eran mala gente.
Con esa 'señal' muchos analistas consideraron que México votó por Trump con esa visita.
Si gana las elecciones, es una garantía de 'statu quo' para este país, en un período de demasiada incertidumbre mundial a causa de la pandemia.
Ambos, Trump y López Obrador, comparten su interés por seguir apostando al petróleo como fuente principal de energía (algo que parece ir contracorriente contra cualquier tratado internacional). Y López Obrador espera que los planes de mayor apoyo fiscal para rescatar a la economía estadounidense de la crisis actual se transforme en más consumo en ese país (y por ende más exportaciones mexicanas) y en mejores ingresos a los millones de mexicanos que trabajan en ese país para garantizar las frescas remesas mensuales, que este año superarán en ingresos a los del turismo, por ejemplo, golpeado de muerte por el coronavirus.
Tanto Trump como Biden saben que a la comunidad hispana (la primera minoría en EE.UU. y dentro de ellas con los mexicanos como los más numerosos) hay que sumarla a las promesas de campaña. El actual presidente ofreció una solución "permanente y justa" para el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), mecanismo creado por Barack Obama y que el republicano ha querido derogar desde 2017 y hasta becas a estudiantes hispanos también soltó en sus últimos discursos en vivo.
Para ambos México no es un vecino cualquiera.
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