Labaqui: "El foco de la política exterior debería ser la economía"

IGNACIO LABAQUI

"El foco de la política exterior debería ser la economía"

13/11/2019 | 10:47 | El analista internacional dijo que Alberto Fernández "quiere volver a lo que hubo en el Gobierno de Néstor y añora la América latina de ese período". Señaló que sus aliados ya no tienen poder. 

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Labaqui: "El foco de la política exterior debería ser la economía"

El experto en política internacional Ignacio Labaqui dijo que "resolver el tema de la reestructuración de la deuda y la relación con el FMI van a estar al tope de la agenda de política exterior".

En diálogo con Cadena 3, consideró que "una buena relación con Trump probablemente ayudaría a encauzar la relación con el Fondo Monetario Internacional, por lo menos para que no sea tan demandante".

Labaqui opinó que el énfasis de Alberto Fernández en la causa de sectores del progresismo latinoamericano "en parte" responde a las demandas de su alianza con el cristinismo. Pero observó que "también refleja su visión respecto del lugar de Argentina en la política internacional".

Ignacio Labaqui es licenciado en ciencias políticas con especialización en Relaciones Exteriores por la Universidad Católica Argentina y máster en sociología política por la London School of Economics and Political Science.

Fue investigador del programa de Instituciones Financieras Internacionales de FLACSO-Argentina. En la actualidad se desempeña como docente en la UCEMA (Universidad del Centro de Estudios Macroeconómicos de Argentina).

–¿Las posiciones de Alberto Fernández sobre América latina perfilan una mayor ideologización de la política exterior? Aunque también lo tiene a Trump en otro casillero.

–Cualquier política exterior tiene una ideología. Los gobiernos deciden qué clase de alineamientos prefieren en materia de política exterior. Hay una mayor vocación hacia la región. También, una relación diferente con los Estados Unidos y ahí la diferencia entre la postura de Donald Trump y de Alberto Fernández sobre lo que ocurrió en Bolivia es un punto.

Pero también está la decisión de moverse hacia la postura que tienen México y Uruguay respecto al conflicto venezolano. Ahí se notan diferencias.

Lo que hay sí es un giro en la política exterior. Lo que estaría mostrando Fernández en sus declaraciones es que quiere volver a lo que hubo durante el gobierno de Néstor Kirchner y que añora el panorama que mostraba América latina en ese período.

–Una de las dudas, como también sucede con lo económico es cuánto y cómo incidirá Cristina Kirchner en el rumbo internacional que tome el nuevo gobierno ¿cuál es tu análisis sobre este punto?

–Parecería que algo de incidencia tiene. La misma noche en que ganó la Presidencia Alberto Fernandez, antes que él hablara, Cristina fue salió a reconocer la victoria de Evo Morales, en una elección que estaba todavía cuestionada.

Uno no imagina que cristina como vicepresidenta le marque el terreno a Alberto Fernández. Lo que sí, Alberto es líder de una coalición. El Frente de Todos es una coalición donde está el kirchnerismo, el peronismo de los gobernadores, Massa. Tiene que hacer un poco de equilibrio entre las posturas que hay dentro de esa coalición.

Massa fue hace poco a Washington y tuvo palabras bastante duras respecto del régimen venezolano y tal vez adentro del kirchnerismo no tienen la misma apreciación.

Más que haber una injerencia de Cristina Kirchner, lo que hay es una necesidad de articular las posiciones de los distintos integrantes de esa coalición.

–¿Fernández se dirige a sus votantes y a sus aliados del kirchnerismo puro cuando enfatiza este aspecto del progresismo latinoamericano?

–En parte, sí. Pero también me parece que refleja la visión que tiene Alberto Fernández respecto del lugar de la Argentina en la política internacional.

La política exterior en sí no es algo que sea decisivo a la hora de definir el voto. Ni que sea tan intenso. Salvo para un grupo chico de votantes, pero no es que está haciendo una política, como se dice, para la tribuna.

Se puede usar a veces la política para la tribuna si uno exagera ciertos roces y conflictos con organismos internacionales, por ejemplo.

Al comienzo de la gestión de Néstor Kirchner siempre había un intento mostrar en la prensa local que él era muy crítico con el presidente del BID (Banco Interamericano de Desarrollo) en ese momento, que era el uruguayo Enrique Iglesias. O con el FMI. O con empresas que eran concesionarias de servicios públicos privatizados. Un poco para empatizar con la sensación que había dentro de la opinión pública.

Pero la verdad que no es un buen principio rector que la política exterior sea pensada exclusivamente en función del frente interno y de cómo eso impacta en la popularidad.

Tampoco la política exterior puede desconectarse e ir en contra de lo que pretende el grueso de la sociedad.

–¿En esta situación particular que vive la Argentina, el foco principal no debería estar puesto en la resolución de los problemas económicos, deuda, inversiones, comercio internacional, que son factores claves para lograr un desenlace favorable de esta crisis?

–Claramente, la problemática económica es una cuestión clave.

Por ejemplo, resolver el tema de la reestructuración de la deuda y la relación con el FMI me parece que van a estar al tope de la agenda de política exterior.

Y el tema de exportaciones, obviamente es muy importante porque es la forma genuina de generar divisas. En ese sentido, uno pensaría que tal vez es un poco preocupante la escalada verbal que hubo con el presidente de Brasil.

–¿Trump tiene la llave, como accionista mayoritario, para abrir la puerta a una renegociación más favorable con el Fondo, como la que aspira a tener Alberto Fernández?

–Estados Unidos tiene un peso decisivo en el Fondo Monetario Internacional. Así y todo, no es que Estados Unidos pueda ablandar al Fondo y que éste haga cualquier cosa.

En el caso de Macri, Estados Unidos fue clave para la que Argentina recibiera un paquete de asistencia de 57 mil millones de dólares. Pero eso no impidió que el staff del Fondo pusiera serios reparos, por ejemplo, a la capacidad del Banco Central de intervenir en el mercado de cambios, cosa que recién destrabó en abril de este año.

Sí es importante el peso de Estados Unidos en el sentido de que de lo contrario uno queda más bien librado al staff del Fondo. La decisión de prestar o no prestar es en última instancia una decisión política del Directorio y ahí obviamente es importante el peso de Estados Unidos y de otros países también.

Así que una buena relación con Trump probablemente ayudaría a encauzar la relación con el Fondo. Por lo menos para que no sea tan demandante. Habrá que ver qué tipo de acuerdo quiere Alberto Fernández, si un Stand by o un Acuerdo de Facilidades Extendidas, que implica otro tipo de condicionalidad.

Tenerlo a Estados Unidos a favor suma. Si se muestra prescindente, ahí la cosa se pone más complicada. Difícilmente se ponga e contra.

–¿Cómo pesará en ese vínculo cooperativo que pretende Alberto Fernández con Estados Unidos, lo ha dicho públicamente, esta situación que se ha suscitado en torno a la crisis de Bolivia, en donde quedan claramente en posiciones enfrentadas?

–Me parece que no es el tema central. Estados Unidos no prioriza a América latina en su agenda de política exterior. Dentro de la región, algunos países le resultan más relevantes, a veces por cuestiones de política doméstica.

Trump ha priorizado Venezuela, Cuba y México, por cuestiones que hacen en buena medida a una agenda de política interna, como el voto de La Florida o el tema de la inmigración en el caso de México. Y en la cuestión de Venezuela está metido también el exilio cubano, pero también hay un tema de política internacional en la región.

Trump saluda lo de Bolivia, pero no creo que sea un punto de inflexión en la relación entre Estados Unidos y la Argentina. Tal vez pueda ser un punto más. El problema sería que hubiera una acumulación de fricciones. Pero no va a ser lo que decida cuán buena o mala será la relación.

–Alberto Fernández ha declarado su propósito de reimpulsar la Unasur ¿Cómo evaluás aquella experiencia lanzada en su momento por Kirchner, Chávez, Lula y Correa?

–Yo creo que la Unasur fue sobre todo la concreción de un viejo proyecto de Brasil que era el ALSA o Área de Libre Comercio de Sudamérica. Aunque en verdad Unasur nunca fue un área de libre comercio, pero sí un intento de construir un bloque regional sudamericano que tenía como eje la infraestructura. Tuvo a Brasil como principal impulsor y el mayor beneficiario era un grupo de constructoras brasileñas.

Fue una iniciativa que estuvo vigente mientras Brasil la pudo impulsar. En esta última década se estancó y de hecho tuvo dos años seguidos de recesión.

Pero antes de eso ya el gobierno de Dilma Roussef tuvo bastantes problemas económicos y todas estas iniciativas regionales, algunas impulsadas por Brasil y otras en su momento por Venezuela, fueron perdiendo aire porque se fueron quedando sin recursos.

El fin del ciclo de las materias primas altas le saco recursos a los países que impulsaban este tipo de iniciativas.

–¿Resucitar la Unasur les aportaría algo a la Argentina, en este contexto, y a otros países?

–Veo muy difícil resucitar la Unasur. Porque varios países se fueron de la Unasur: Brasil, Colombia, Chile, Ecuador. Entonces, ¿quién va a resucitar la Unasur?

De los que firmaron la declaración del Grupo de Puebla este fin de semana en Buenos Aires, ninguno está en el poder. El artífice del grupo de puebla Marco Enríquez Ominami compitió en las últimas elecciones presidenciales en Chile hace dos años y sacó el 5 por ciento de los votos.

–Sí, salió sexto.

–Exacto. No es un interlocutor que tenga mucho poder. El Frente Amplio Progresista sí es actor central en lo que está ocurriendo ahora en Chile. Tiene mucho más peso que Enríquez Ominami.

Ernesto Samper, el ex presidente de la Unasur, tampoco está en el poder. En Colombia gobierna Iván Duque. En Ecuador está Lenin Moreno, peleado con Rafael Correa. En Brasil está Jair Bolsonaro y en Chile está Sebastián Piñera.

¿Ellos van impulsar la Unasur? ¿Van a sumarse a una iniciativa de Fernández? Eso a mí me genera cierta duda.

En 2021 va a haber elecciones en Chile y Perú. En 2022 en Brasil y Colombia. Ahí veremos si vuelven los políticos más afines a Fernández al poder y si hay margen para impulsar algo como la Unasur. De otra manera me parece difícil.