"Hay un malestar grande por la incertidumbre sobre el rumbo"

–Alberto Fernández ha dicho que viene a encender la economía como quien prende una llave de luz. Pero hasta ahora no ha explicado cómo lo hará, como suele suceder en campaña ¿Podrá ofrecer de nuevo aquella épica del goce? ¿Se puede hacer populismo sin plata?

–Para mí, no es posible. Pero no sabemos tampoco cuál va a ser su programa. Sabemos que las condiciones macroestructurales con las que va a asumir el próximo Gobierno no son las mismas que en el período 2003-2008 o que en los años siguientes.

Esa es la incertidumbre que estamos experimentando todos, los individuos, las instituciones y las empresas también. No sabemos si vamos a volver a ese modelo de economía cerrada, aquella añoranza de la vieja sustitución de importaciones, o si vamos a seguir por el sendero que arrancó en 2015, que tampoco se sabe bien hacia dónde apunta.

Esa es un poco la cuestión y por la cual tampoco se terminaron de resolver todos los problemas económicos durante estos cuatro años.

La incertidumbre para los ciudadanos, para la sociedad civil, es que hay dos modelos distintos no demasiado explícitos y no sabemos cuál va a prevalecer. Y en el caso de que prevalezca uno u otro, las expectativas no son muy buenas. 

Esto es lo que está generando un malestar social muy fuerte.

A esto se suma la poca colaboración, aunque en estos días se logró pensar en términos más racionales la confrontación política. Pero yo escuché declaraciones, tanto de un lado como del otro, muy nocivas para los ciudadanos.

Decir que el dólar aumenta por nuestra culpa, por lo que votamos como sociedad, o que el presidente es un jugador compulsivo son muestras de una irresponsabilidad de la clase dirigente.

Y sumo a los sindicatos. Algunos de sus exponentes han hecho también declaraciones totalmente fuera de lugar, como decir hay que voltear al Gobierno de Macri. No hay que voltear a ningún Gobierno. Ni a éste ni al que vendrá.

La clase política y la dirigencia deben tener responsabilidad, porque de alguna manera conducen el destino de las instituciones. Creo que lo que está exigiendo la sociedad civil es creación de consenso y responsabilidad a la hora de hacer declaraciones.

–¿Cómo se transforma la cultura política para que los dirigentes asuman la responsabilidad de establecer esos consensos básicos que toda sociedad necesita? Lo consiguieron Chile y Uruguay, para usar dos ejemplos remanidos pero que son los cercanos. ¿Por qué a nosotros nos cuesta tanto?

–Honestamente, esa es una de las grandes preguntas de la sociología política de nuestro país, pensar qué es lo que dificulta la creación de consensos. Creo que lo más importante es que la sociedad civil se manifieste toda vez que tenga oportunidad por la búsqueda de acuerdos.

En esto el sistema educativo tiene un rol central. El único espacio que garantiza que todos los ciudadanos accedan a ideas básicas de convivencia democrática son la escuela y la universidad.

El sistema educativo, que también tiene una cuota de responsabilidad en este sentido, puede profundizar esto. En la medida en que apuntalemos estos contenidos en la escuela, en la forma de trabajar, no sólo a nivel curricular sino en la forma de trabajar en equipo, hay una posibilidad de salir de esta cultura de la confrontación y empezar a pensarnos todos como parte de un mismo espacio.

Las lógicas políticas de amigo-enemigo no van más. No van más acá ni en ningún lado. No puede ser así. Nos está haciendo mucho daño.

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