JORGE VASCONCELOS
28/08/2019 | 08:17 | El economista subrayó que antes de las PASO el riesgo país era inferior a 1.000 puntos”. Alertó que lo que pase en los próximos días con las reservas es “tremendamente importante”.
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Entrevista de Carlos Sagristani
El economista Jorge Vasconcelos advirtió sobre la fragilidad de la transición económica al 10 de diciembre y pidió “una mirada más de Estado y no tan partidaria” al Gobierno y al principal candidato de la oposición.
“Lo que pase en las próximas semanas con las reservas, con la economía real, es tremendamente importante”, subrayó el vicepresidente del IERAL, el instituto de investigaciones económicas de la Fundación Mediterránea.
En una entrevista a fondo con Cadena3.com, dijo que “más que discursos hacen falta compromisos serios”. En ese sentido reclamó “una propuesta formal, tanto del oficialismo como del partido que obtuvo más votos en las PASO, para que podamos tener elementos de juicio objetivos sobre lo que piensan hacer con la economía”.
–¿Cómo interpretás el comunicado de Alberto Fernández que señala al gobierno de Macri y al FMI como los actores excluyentes que generaron un “desastre social” en la Argentina? ¿Es un discurso electoralista o hay algo más?
–Es difícil separar a esta altura discursos electorales de proyectos de gobierno. De todos se podría interpretar que es una advertencia al staff del Fondo Monetario respecto a que está dispuesto a renegociar el crédito vigente pero bajo nuevas condiciones. Y que el detalle de los problemas que ve en la economía argentina sería una especie de precondición.
De todos modos, no veo una separación entre expectativas y discurso electoral. Por lo tanto creo que en ese comunicado se atravesaron algunas líneas de riesgo.
La recuperación de la economía después del 10 de diciembre depende mucho del nivel de reservas que tenga el Banco Central y de que se evite un deterioro mayor al que ya existe sobre la economía real.
Estaba intentando salir de la recesión y con el golpazo del dólar y la inflación estamos entrando otra vez en terreno contractivo. Eso hace que los cimientos para una recuperación rápida después del 10 de diciembre sean más débiles.
–Los datos duros muestran que el 85 por ciento del dinero enviado por el FMI se usó para cancelar deuda ¿Con qué fundamentos el comunicado se dice que se utilizaron para financiar fuga de capitales?
–Ahí también se mezclan el discurso electoral y las propuestas de política económica. Está claro que no se puede obligar a los tenedores de bonos argentinos, que están cobrando con dólares que vienen del crédito del Fondo, a que se mantengan en esos títulos, que sería la forma en que no exista esa denominada fuga de capitales.
El equipo de Alberto Fernández ha entrado en un terreno peligroso respecto de cómo se evita que exista la fuga de capitales. ¿Implica quitarles la libertad a los tenedores de bonos respecto de qué hacer con sus dólares?
Este tránsito hasta el 27 de octubre y de ahí al 10 diciembre necesita una mirada más de Estado y no tan partidaria. Porque nadie puede ser indiferente respecto al hecho de que el riesgo país hoy esté en estos niveles.
Ese nivel de riesgo país de ningún modo puede ser explicado por un solo factor, por la marcha del acuerdo con el Fondo, porque era inferior a 1.000 puntos antes del resultado de las PASO.
Hay que tener honestidad intelectual para reconocer qué partes de responsabilidad son de cada uno en esta transición tan compleja.
–Claramente hay expectativas negativas sobre un eventual gobierno del Frente de Todos.
–Venía un discurso que intentaba plantear que en caso de un triunfo del Frente de Todos las políticas económicas no serían iguales a las que hubo entre 2011 y 2015. Se criticaba el cepo, la manipulación de las estadísticas del INDEC, etc. Más que discursos hacen falta compromisos serios.
Que haya tanto temor porque se agoten las reservas y que la gente se concentre como única opción en la demanda de dólares es muy ilógico. Porque si existiera confianza, hoy la última recomendación a un inversor sería comprar dólares. Hay alternativas muchísimo más baratas que el dólar: bonos en pesos ajustables por inflación, bonos en pesos ajustables por tasas de interés, bonos en dólares.
Pero al existir la desconfianza y riesgos, la recomendación de esos activos con rendimientos mucho más atractivos que el dólar no se hace públicamente porque aún no hay información suficiente sobre qué va a ocurrir con la economía de aquí al 10 diciembre y más adelante.
–Alberto Fernández ha dicho, no sin contradicciones ni alarmas previas, que si es gobierno no impulsará una reestructuración ni una quita en la deuda a los acreedores privados. Pero se descuenta que, gane quien gane, alguna negociación habrá que intentar. ¿Cuáles serían los márgenes?
–En realidad no es inevitable. Porque los vencimientos que tiene Argentina no son importantes en los próximos meses. Ni siquiera en el primer semestre de 2020. No es inevitable que haya una reestructuración.
Lo que pasa es que si la economía llega tan débil y sin reservas al 10 de diciembre, va a ser la profecía autocumplida.
Por otra parte, los países que hicieron reestructuraciones relativamente amigables con el mercado, como Uruguay o Ucrania, hicieron un enorme esfuerzo fiscal.
La reestructuración de la deuda no sustituye los esfuerzos fiscales que el país debe hacer. Porque de lo contrario no hay candidatos para aceptar esa propuesta. Se mantienen al margen y entramos en un problema que ya vivimos, que es el de una fracción de acreedores, los famosos holdouts, que estuvieron más de diez años fuera del acuerdo. Y eso hizo que la calificación crediticia de la Argentina fuera muy mala y que en una época sólo pudiéramos emitir bonos locales.
No es cuestión de pensar sólo en una reestructuración. Es pensar que una reestructuración salga bien.
Además para que salga bien no se les debe generar oportunidades a los fondos buitres para que empiecen a comprar hoy deuda barata. Porque después esos fondos te pueden trabar la renegociación juntando algunas minorías críticas. En determinadas series de bonos, si hay 25 por ciento de votos en contra de la reestructuración se traba todo.
Ir a esa opción no debería ser el plan original para el gobierno que asuma el 10 de diciembre. Para eso lo que pase en las próximas semanas con las reservas, con la economía real, es tremendamente importante.
–¿Y de qué depende que las reservas alcancen a la vez para contener al dólar, a fin de evitar una volatilidad extrema, y también para despejar las dudas sobre el pago de la deuda de acá a fin de año?
–De la confianza. En algún momento de las próximas semanas debería haber una propuesta formal, tanto del oficialismo como del partido que obtuvo más votos en las PASO, para que podamos tener elementos de juicio objetivos sobre lo que piensan hacer. O sea, lo que falta en este momento es un programa detallado.
Tal vez haya un poco de especulación política, de que no conviene todavía que la economía se calme demasiado porque falta mucho para el 27 de octubre y la gente puede ser sensible a ese humor. Pero ese programa detallado es necesario en todos los países del mundo y es infinitamente más necesario en la Argentina.
La responsabilidad es de la dirigencia política que, repito, no debería ser indiferente al nivel del riesgo país que tenemos. Porque ese no es un problema técnico. Eso afecta al día a día de cada uno de nosotros.
–¿Cómo ves la perspectiva de que el Fondo haga o no el desembolso de los 5.400 millones de dólares previstos para fines de septiembre o primeros días de octubre?
–Técnicamente, no debería tener grandes objeciones. Y el Fondo en realidad sabe que al haber prestado tanto dinero a la Argentina, está un poco sujeto a los vaivenes del país.
A su vez, las controversias entre los países y el Fondo no afectan la calificación crediticia. O sea, se puede plantear una negociación muy agresiva con el FMI y eso no va a implicar ninguna reacción negativa en ese sentido. Ahora, si se reviven cosas del pasado, los defaults que tuvo Argentina, eso sí afecta al riesgo y, por regla de tres, a la calificación crediticia del país.
Yo creo que la negociación con el Fondo será muy dura, pero ya ha desembolsado demasiados dólares como para que no tenga una mirada flexible sobre los temas.
De todos modos, Argentina necesita hacer reformas por su propio bien, no porque el Fondo se lo pida.
–¿Enfrentamos el riesgo cierto de ir a una recesión larga como la brasileña o la argentina de 1998?
–Antes se creía que un país tenía una recesión más o menos profunda y después, por arte de magia, se producía un rebote. Y lo que no se había producido durante la recesión se recuperaba en los años posteriores.
Esa narrativa era lógica en un mundo con poca incertidumbre. El mundo actual es de enorme incertidumbre. Y era una narrativa en la cual los gobiernos tenían instrumentos de política económica para empujar la salida de la recesión y generar la reactivación.
Pero tener instrumentos de política económica implica que los inversores de adentro y de afuera confíen en el gobierno. El primer punto para hacer una política de reactivación es que se confíe en el gobierno. Y la confianza es muy difícil de regenerar.
Es lo que le pasó a Brasil después de esa recesión tan profunda que tuvo a partir de 2015 y es algo que le podría pasar a la Argentina. Es decir, que no tenga un rebote natural después de esta recesión que ya está con dos años de fuerte caída.
Es un tema muy serio y una prioridad de primer orden.
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