MARÍA ESTHER CAFURE
11/06/2019 | 07:35 |
“Pensar que está prohibido lo que hasta ayer estaba naturalizado no es fácil”, dijo la directora de la Oficina de la Mujer de la Justicia cordobesa. Juzgó “malicioso” hablar de “ideología de género”.
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—¿Qué balance hace de la experiencia desarrollada en la Justicia cordobesa para combatir la violencia familiar?
—Es una pregunta con una respuesta abierta. Los esfuerzos han sido muchos, los éxitos alcanzados no son tantos.
El problema es muy viejo y el Poder Judicial, a pesar de todos sus esfuerzos, y aun el Ejecutivo no pueden modificar barreras culturales que vienen desde hace mucho tiempo.
Pensar que está prohibido lo que hasta ayer estaba naturalizado no es fácil.
—Da la sensación de que en la sociedad hay más conciencia sobre el fenómeno de la violencia de género. Sin embargo, cada vez hay más femicidios. ¿Qué se puede hacer para mejorar la capacidad de respuesta del Estado frente a este problema?
—Es lo que le dije. No es fácil llevar a la práctica la idea de que aquello que estaba naturalizado hoy está prohibido. Las costumbres no se modifican de un día para otro.
—¿Y por dónde hay que empezar? ¿Por la educación?
—Hay que empezar por todos lados. Desde los que están más arriba, de ahí la ley Micaela (por Micaela García, asesinada en 2017 cuando tenía 21 años), hasta la educación de los niños. O sea, por todas partes hay que hacer este trabajo de hormiga para cambiar modalidades.
Y a su vez para enfrentar lo que aparece como corrientes opuestas. Porque hoy se habla también en contra de lo que llaman “ideología de género”.
—¿Qué posición tiene sobre ese debate?
—Es una visión totalmente equivocada y hasta creo que es una interpretación maliciosa. Los que defendemos la perspectiva de género no estamos en contra de los varones, no queremos sustituir como mujeres a los varones.
Simplemente queremos visibilizar una situación de desequilibrio que tiene que desaparecer. Y eso es lo que estamos tratando de conseguir.
La violencia contra las mujeres es ejercida por el poder masculino, lamentablemente.
—Sorprende asimismo la cantidad de abusos de niños, que también ha aumentado ¿Qué puede hacer la Justicia para prevenirlos?
—La violencia sexual es otra cara horrible, una cara de la misma moneda. La violencia sexual también es violencia de género en la mayor parte de los casos.
—¿En lo relativo al abuso infantil puede aportar algo más la Justicia, el Fuero de Menores concretamente, para prevenir este tipo de hechos?
—La prevención en principio no es competencia del Poder Judicial. Pero lo que tieneahora en sus manos, y que es muy importante, es la protección de los niños como víctimas indirectas de la violencia de género. Eso sí va a cargo del Estado, en el sentido de darle a los niños una protección general, asistencia especial, hogares especiales.
Porque la violencia de género está dejando muchos niños huérfanos. Y esos niños huérfanos quedan abandonados.
—Hemos visto casos también donde niños victimizados han sido devueltos a su familia o entregados en guarda o en adopción, y esa ha sido una nueva oportunidad para larevictimización del niño.¿Ahí no hay nada para mejorar en la Justicia?
—Esos son errores judiciales, que siempre pueden existir. Errores tal vez de una apreciación de un psicólogo que esté equivocado.Hay muchas posibilidades de que eso suceda. Pero lamentablemente no es una situación que pueda evitarse.
—¿La Justicia sigue siendo cosa de hombres? ¿Es adecuada la participación femenina en el Poder Judicial?
—Le diré que Córdoba tiene el más alto porcentaje de mujeres en el Poder Judicial. También en cargos superiores. Y eso está dado por los concursos. En todos los niveles donde hay concursos, la población femenina ha ido aumentando dentro de los estratos judiciales.Y sobre todo en Córdoba, donde se respetó el orden de los concursos.
—¿Y en el resto del país qué sucede?
—No es lo mismo. En algunas provincias no hay mujeres en los tribunales superiores. Hay pocas mujeres en las cámaras de juicio. Hay sí muchas mujeres en los niveles inferiores, hasta secretarias o asesores letrados.
Nosotros (en Córdoba) casi tenemos una equiparación del 50 por ciento, si no es más.
—¿Cuál es el problema en esas jurisdicciones donde no se incluye a la mujer? ¿Se origina en el prejuicio, en la cultura machista, en que el sistema no es suficientemente transparente?
—El prejuicio machista siempre existe. Eso de que yo quiero que mi secretario sea un varón. O que cuando tengo que elegir entre mujeres y varones elijo al varón porque me parece que tiene más capacidad para tal cargo.
Lamentablemente hasta yo tengo que luchar contra ese prejuicio. Porque está instalado aunque uno no quiera. No es algo que desaparece por encanto. Está inscripto en el ADN, dicen. O sea que uno tiene que advertirlo y saber corregirlo.
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