CARLOS GERVASONI
04/11/2019 | 10:26 | "No sólo con Cristina y La Cámpora puede tener problemas", advierte el politólogo. Sostiene que hay diferencias ideológicas y que también habrá una puja por el costo del ajuste fiscal.
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"Los gobernadores también pueden condicionar a Alberto" (Carlos Gervasoni).
El cientista político Carlos Gervasoni evaluó que tanto el Frente de Todos como Cambiemos tienen “claramente el germen de la diáspora en su seno”, aunque subrayó que esa es una característica más marcada en la coalición peronista.
En diálogo con Cadena 3, señaló que “cada uno de los grupos (que integran el FT) tiene exigencias y demandas”. Y estimó que, según sea el rumbo que tome su gobierno, Alberto Fernández puede sufrir condicionamientos del cristinismo pero también de los gobernadores que hoy aparecen como sus aliados.
“Nadie quiere pagar el déficit y con los gobernadores siempre hay tensiones fiscales”, analizó.
Aun en ese contexto, consideró que el presidente electo y el gobernador de Córdoba “tienen más incentivos para acordar que para enfrentarse”. Dijo que ese escenario es posible sin que Juan Schiaretti deba renunciar a cierta “neutralidad”.
Carlos Gervasoni es doctor en Ciencia Política por la Universidad de Notre Dame, Paris. Es magíster en esa disciplina y en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Stanford, en Estados Unidos.
Otra de sus especialidades es federalismo y democracia. En la actualidad es investigador y docente en el Departamento de Ciencia Política y Estudios internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella.
–Las elecciones ordenaron la política en torno a dos grandes coaliciones ¿Este sistema llegó para establecerse o la heterogeneidad de cada una de esas fuerzas lleva el germen de la diáspora?
–Yo creo que el germen de diáspora está claramente en las dos fuerzas. Quizás, más evidentemente en el conglomerado peronista. Porque es un grupo cuyos integrantes hasta hace unos pocos meses estaban muy peleados, incluso personalmente peleados. Y con orientaciones ideológicas muy diferentes, que es algo que caracteriza al peronismo desde siempre.
El peronismo ha tenido un ala de ultraizquierda y otra de ultraderecha en la década del 70, y ahora tiene a La Cámpora y a Massa, para poner dos extremos de cierta heterogeneidad ideológica.
Costaría ver que frente a un eventual fracaso en la gestión ese grupo se mantenga unido.
Por el lado de Cambiemos hay algo parecido. Es una coalición que se mantuvo sólida mientras estuvo en el poder. Pero por supuesto ahora tiene el desafío de sostener eso desde la oposición, cuando no hay un liderazgo claro.
Durante la Presidencia de Macri había un partido y un líder, el Pro y Macri, que habían liderado el triunfo del 2015 y tenían los recursos de la Provincia de Buenos Aires y el Gobierno de la Ciudad para hacer política. Eso se redujo notablemente. Queda solamente la ciudad y entonces es más difícil mantener esa coalición.
No estoy haciendo una predicción de que se va a romper mañana ni el mes que viene, pero sí que se va a requerir algún tipo de esfuerzo y voluntad políticas para mantener unidas a las dos coaliciones.
–El gran interrogante de la política –y la gran incertidumbre de la economía, también–es cuánto poder tendrá Alberto Fernández. O cuánto condicionará la gobernabilidad el ala Cristinista del Frente de Todos ¿Cuál es su mirada?
–Yo creo que va a haber algunos problemas por ese lado y no lo reduciría solamente al grupo cristinista.
Un análisis habitual que se hace es que Cristina y La Cámpora estarían condicionando a Alberto. Pero recordemos que Alberto no es un líder del peronismo, no es líder territorial, nunca tuvo poder propio. Llegó aPresidente porque Cristina lo designó. Esto no quiere decir que no pueda construir poder.
Yo diría que hoy es un gestor de elementos muy importantes que están en esa coalición. Uno es el kirchnerismo y La Cámpora, otros son los gobernadores, otros son los sindicalistas, otro el Frente Renovador de Massa y hay algunas expresiones más ahí adentro.
Cada uno de esos grupos tiene exigencias, demandas. Y lo que quiera hacer Alberto y para qué lado vaya a orientar sus políticas económicas y de otras áreas de gobierno no es nada claro.Yo estudio cercanamente la política y no sé qué quiere hacer Alberto, porque creo que él tampoco lo sabe.
No hay una claridad del peronismo sobre qué hacer. Recordemos que es una fuerza que en un momento fue estatista y después fue neoliberal. Es muy heterogéneo y realmente no sabemos qué va a hacer.
Alberto va a estar condicionado por muchos lados. Para ser bien concreto, el tema fiscal lo puede poner en tensión con los gobernadores. Porque los gobernadores que aparecen frecuentemente mencionados como aliados de Alberto, y él mismo dice que va a gobernar con ellos, cuando llegue el momento de definir cómo se pagarán el déficit fiscal que tiene este país, la deuda, etc., puede haber diferencias.
El Gobierno nacional y las provincias siempre están debatiendo coparticipación, recursos, impuestos. Y creo que esa tensión va a estar.
Alberto puede tener problemas con Cristina y con La Cámpora, también puede tenerlos con los gobernadores y puede recibir presiones de los sindicalistas. Y no me parece muy claro con cuáles de esos sectores de la coalición va a gobernar.
–¿Qué posibilidades tiene de consolidar esa alianza con los gobernadores? Él ha dicho que esta vez no habrá látigo pero claramente tampoco va a tener billetera para disciplinarlos o para atender sus demandas.
–Es así. Y esta cuestión es más general, porque esa billetera abundante que estuvo cuando el fue jefe de Gabinete de Néstor Kirchner y en el primer año de Cristina efectivamente no va a estar. Y administrar la escasez es mucho más difícil.
Por eso digo, pensadamente, que no está claro qué va a hacer. Porque ciertamente la situación económica requiere esfuerzos de muchos sectores de la Argentina y dudo que la coalición que lo sostiene vaya a querer hacer esos esfuerzos.
En realidad, casi nunca nadie quiere hacerlos, ni las provincias, ni los sindicalistas. Ni el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, para poner otro ejemplo de un pedazo importante de esa coalición. Nadie quiere ser quien pague el déficit que hay en este momento.
Va a ser un gobierno muy difícil. Yo diría que también hubiera sido muy difícil para Macri si hubiera sido reelegido. Pero ahora hay una coalición que promete una serie de cosas que tienen que ver con más gastos, con aliviar el ajuste, en un momento donde pareciera que no hay recursos para hacer eso.
Lamentablemente en la economía no hay magia. La emisión monetaria, que podría solucionar esto en el corto plazo, es algo que se ha intentado muchas veces en la Argentina y por eso somos el país que más inflación tuvo en los últimos 70 años.
–Alberto Fernández no sería presidente sin el triunfo en la Provincia de Buenos Aires, territorio del cristinismo más puro. ¿Podrá resistir las presiones de Axel Kicillof y sus aliados por más recursos?
–Ese es un foco de tensión importante.Entre los factores en los cuales pensaba cuando hablábamos de una posible disgregación de la coalición peronista está éste. Alberto Fernández y Kicillof no vienen del mismo lugar.
Alberto es más un operador del riñón del peronismo, una persona que estuvo con Alfonsín y con Cavallo también, pero participó en todos los gobiernos peronistas, estuvo con Menem,con Duhalde, con Kirchner, siempre operando dentro del peronismo. Conoce a los gobernadores y a los sindicalistas.
Kicillof es alguien llegado al peronismo del lado de Cristina y de las juventudes que apoyaron al kirchnerismo más que al peronismo.
Así que empecemos por ese punto, más sociológico de quién es quién. Y hay un factor más estructural, que independiente de quien gobierne la Provincia de Buenos Aires, siempre hay una tensión fiscal muy grande con la Nación.
Esto se debe a que la Provincia de Buenos Aires es la gran perdedora de la coparticipación federal de la Argentina. Recibe muy poco dinero de coparticipación y tiene muchos problemas fiscales.Siempre los tuvo, con Felipe Solá, con Daniel Scioli, con María Eugenia Vidal y los va a tener con Kicillof.
Cómo se resuelve esa cuestión siempre es un punto de tensión.
Scioli y Cristina tuvieron una relación muy tensa a pesar de ser de un mismo partido y eso se manifestó muchas veces en cuestiones fiscales. Vidal y Macri tuvieron una mejor relación y el Gobierno nacional le dio una buena mano al de la Provincia de Buenos Aires en términos fiscales. Pero, de nuevo, estamos en época de escasez y con intereses políticos diferentes.
Efectivamente, el hecho de que Alberto venga más de sectores del peronismo tradicional y de los gobernadores del interior, y Kicillof del kirchnerismo y de la Provincia de Buenos Aires puede generar una relación difícil entre el Gobierno nacional y el provincial. Y eso siempre es un problema para el país.
–Fernández culpa al autonomismo de Schiaretti por su contundente derrota en Córdoba ¿Ve posibilidades de que prevalezca la colaboración entre ambos o una profundización del conflicto?
–Me parece que hay incentivos para colaborar, más allá de que haya habido palabras duras, enfrentamientos, entre Alberto y Schiaretti durante la campaña.
Las provincias siempre tienen algún incentivo para estar en buenos términos con el Gobierno nacional. Y Fernández tiene en Córdona un distrito grande, importante, donde leva muy mal al kirchnerismo en particular y al peronismo en general.
–Le va mal al kirchnerismo, porque la hegemonía peronista en Córdoba viene desde hace 20 años.
–Sí, eso es así. Pero es una hegemonía competitiva. Hubo elecciones que el peronismo provincial, con De la Sota y Schiaretti, no ganó por tanta ventaja como las que obtiene el justicialismo donde realmente hay hegemonía, como Formosa, por ejemplo.
Schiaretti y el peronismo cordobés tienen que revalidar sus títulos en cada elección. Lo han hecho muy bien esta vez, pero eso no quita que lo tenga que seguir haciendo. Y tener apoyo del Presidente, político o fiscal, es importante.
Dicho de otro modo, uno paga un precio por estar enfrentado con el Presidente.Y esto no es dicotómico. No hay que estar a favor o en contra. Schiarertti podría permanecer en una postura más neutral, como lo hicieron algunos gobernadores durante el kirchnerismo, como Urtubey, que no se oponían pero tampoco posaban con mucho fanatismo.
Por otra parte, me ha costado un poquito leer las acciones políticas del Gobernador Schiaretti en estos meses.No estuvo muy claro cuál era su juego. Primero apoyaba la tercera alternativa del grupo de Massa, Lavagna y Picchetto y después no apoyó nada. Un comportamiento un poco impredecible.
–¿Cómo pueden repercutir las restricciones presupuestarias en el posicionamiento de ese importante factor de poder que son los movimientos sociales?
–Tengo la impresión de que ahí no habrá recorte.
Los movimientos sociales tienen mucho poder. Recibieron mucho apoyo del kirchnerismo. El Gobierno de Cambiemos mantuvo buena parte de los esquemas y hasta expandió el apoyo a los sectores más pobres de la población. Algunos en los que se involucran los movimientos sociales.
Fiscalmente no es tanto dinero. Cuando uno habla del gasto público, la verdad es que se destina mucho más dinero al pago de jubilaciones o de los subsidios de las tarifas de servicios públicos que al plan Argentina Trabaja o a la Asignación Universal por Hijo.
Entonces, me da la impresión de que siendo un partido muy basado en el voto pobre, y está clarísimo que el apoyo electoral más fuerte a Fernández vino de los más pobres, eso se va a mantener. No creo que sea por ahí por donde se corte fiscalmente, si efectivamente se corta fiscalmente.
Pienso que es bastante más probable que haya algo por el lado del aumento de impuestos, de las retenciones, por el lado de una reestructuración hostil de la deudaque por el recorte de fondos sociales. No sería consistente con la historia del peronismo, ni con el discurso de Fernández,ni con la racionalidad política. No sería una buena idea para ellos perder apoyos en ese sector.
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