Entrevista completa a Camila Perochena (Por Carlos Sagristani).
"No hay transición normal con ideas facciosas de política" (Camila Perochena).

CAMILA PEROCHENA

"No hay transición normal con ideas facciosas de política"

22/10/2019 | 10:35 | La politóloga e historiadora dijo que la falta de “continuidades básicas” causa “incertidumbre”. Criticó las propuestas “fundacionales” de Alberto Fernández porque obturan esos consensos.

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Entrevista completa a Camila Perochena (Por Carlos Sagristani).

"No hay transición normal con ideas facciosas de política" (Camila Perochena).

La investigadora Camila Perochena dijo que a lo largo de la historia a los argentinos “nos ha costado” alcanzar“puntos de acuerdo que les den a las transiciones o a las sucesiones presidenciales ciertas continuidades”. Consideró que esos consensos son necesarios para evitar “la incertidumbre”.

“Es lo que estamos atravesando desde el 12 de agosto, donde los mercados y la sociedad responden a la transición como si se tratara del fin de un régimen y el inicio de otro nuevo”, subrayó a Cadena 3.

“Diferentes tradiciones, partidos, han tenido una concepción un poco facciosa de la política –fundamentó–. Y no sólo partidos políticos, también corporaciones: los sindicatos, los militares”.

“Esa idea facciosa de la política sin duda es uno de los aspectos centrales para entender por qué motivo no podemos consensuar una transición un poco más ordenada”, completó.

Camila Perochena es historiadora, politóloga, docente e investigadora de la Universidad Torcuato Di Tella y colaboradora del diario La Nación.

–Las transiciones democráticas entre gobiernos de distinto signo político en la Argentina no siempre fueron fáciles. Vos investigaste de manera minuciosa el tema ¿Cuáles serían los antecedentes más conflictivos?

– Cuando me refiero a transiciones me refiero a cambios de gobierno con distinto signo político, en contextos de elecciones libres y competitivas.La transición de Alfonsín a Menem fue la más conflictiva.

Pero podemos ir más atrás, retrotraernos incluso a la primera transición democrática en la República Argentina unificada, en 1868, de Mitre a Sarmiento. También fue una transición complicada. No porque haya habido un conflicto económico como en el caso de Alfonsín a Menem, sino porque no fluía suavemente la idea de que pudiera haber un cambio de signo político.

Sarmiento no era el candidato que apoyado por Mitre en las elecciones. Mitre se estaba yendo del gobierno con una imagen pública muy baja, debido a la guerra del Paraguay pero también a los conflictos internos durante su gobierno. 

El candidato de Mitre (el ex titular del Partido Unitario Rufino de Elizalde) no recibió el apoyo necesario para imponerse. Y Sarmiento, que era un poco un outsider, en el sentido de que no estaba ni siquiera en el país y tampoco pertenecía a los grupos más tradicionales, terminó ganando las elecciones.

Fue una transición presidencial bastante polémica. Sarmiento va a decir que esa era la transición más vergonzosa que se haya visto desde la Revolución Francesa. Hay que decir igual que Sarmiento era medio exagerado. Pero él lo había vivido así.

Después de jurar, Sarmiento se traslada a la Casa de Gobierno. Está llena de oficialistas que gritan ¡viva Mitre! Sarmiento no sabe si responderles o no.Finalmente llega a la sala donde se iba a producir la sucesión presidencial y allí, donde entraban algunos cientos depersonas, había más de mil.

La gente estaba muy apretada y Sarmiento tenía que atravesarla para poder llegar a la otra punta, donde se encontraba Mitre, muy tranquilo, esperándolo.Sarmiento debió pasar a los codazos y a los pisotones, con la gente gritando ¡viva Mitre!, porque la mayoría era mitrista.

Finalmente se produce el traspaso del mando y Mitre se retira dejándolo a Sarmiento solo o con sus pocos apoyos,pensando seguramente en que los años que iban a venir.

Lo que nos muestra un poco esta transición, este ejemplo, es que evidentemente nos cuesta pensar la idea de los cambios de Gobierno de diferente signo político. Nos cuesta pensar en las continuidades en contextos de cambio de signo político.

–¿Y porqué? ¿Qué claves encontraste en tu investigación que ayuden a entender esos procesos?

–Yo creo que tenemos algunas dificultades para procesar el pluralismo político en la Argentina. Nos cuesta pensar en continuidades, insisto, o en puntos de consenso entre las diferentes tradiciones políticas que tenemos.

De hecho, si uno ve el debate del domingo los dos principales candidatos no pararon de decir que no tienen nada en común. Un aspecto permanente en ese debate era “vos y yo no tenemos nada en común”. Era algo que repetían tanto Mauricio Macri como Alberto Fernández.

Entonces, frente a tradiciones políticas o a partidos que dicen no tener nada en común, pensar en continuidades o en transiciones que no sean completamente problemáticas, o que no sean de cambio total, es muy difícil.

Lo que nos cuesta es tratar de consensuar puntos de acuerdo que les den a las transiciones o a las sucesiones ciertas continuidades de las cuales una sociedad se pueda agarrar, por decirlo de alguna manera, para no entrar en la incertidumbre en la que se ingresa en este contexto de transición. Como lo que estamos atravesando desde el 12 de agosto, donde los mercados y la sociedad responden a la transición como si se tratara del fin de un régimen y el inicio de otro nuevo.

–¿La dificultad para procesar el pluralismo es producto del faccionalismo tantas veces se expresó en nuestra historia, incluso a veces con ríos de sangre de por medio, aunque por suerte no es esa la situación en estos últimos tiempos?

–Sí, por suerte esa no es la situación. Pero efectivamente me parece que diferentes tradiciones, partidos,han tenido una concepción un poco facciosa de la política. Y no sólo partidos políticos, también corporaciones: los sindicatos, los militares.

Esa idea facciosa de la política sin duda es uno de los aspectos centrales para entender por qué motivo no podemos consensuar en una transición un poco más ordenada.

–¿La crisis puede esta vez cambiar la matriz que han tenido las sucesiones de distinto signo según la cual el que viene trae una propuesta fundacional y deja atrás todo lo anterior?

–Por lo que yo estoy viendo ahora de Alberto Fernández, él tiene un discurso igualmente fundacional. Como lo tuvieron la mayoría de los presidentes argentinos a lo largo de la historia, tanto democráticos como dictatoriales. Esta idea de “venimos a fundar una nueva Argentina”.

En numerosos discursos Alberto habló de fundar una nueva Argentina.Pero al mismo tiempo habla de restaurar una especie de retorno al 2003, lo cual también es una lectura errada. Porque la situación con la que ellos asumieron el Gobierno en el 2003 no es ni de cerca comparable a la situación actual.

La parte más importante del ajuste en el 2003 ya se había hecho. La había hecho Jorge Remes Lenicov durante la Presidencia de Duhalde.

Pensar que se puede homologar esta situación ala de 2003 y que entonces se puede pensar en un plan refundacional, como seguramente pensó Néstor Kirchner en el 2003, ignora que hay muchísimas limitaciones para ir a esa nueva Argentina.

–El dato más obvio de la historia económica argentina es la reiteración de crisis que reconocen las mismas causas y a las cuales se enfrenta con propuestas igualmente fallidas ¿Cuánto de esto tiene que ver con la incapacidad de la dirigencia y cuánto con la cultura política dominante en la sociedad?

–No creo que la explicación de la crisis económica esté en la cultura política únicamente, sino que me parece que hay ciertos rasgos estructurales de la Argentina que están muy arraigados, como el problema de la inflación.

La Argentina es el único país donde las recetas tradicionales para resolver la cuestión de la inflación no funcionan.

Eso en parte se puede relacionar con una cultura política, porque la sociedad tiene ciertas expectativas inflacionarias, cierta forma de reacción de los sindicatos y los empresarios ante a determinados momentos de crisis económica, que son los mismos. Y entonces eso hace que haya dificultades para que las recetas tradicionales funcionen, aunque la literatura académica diga “esto tiene que funcionar para la inflación”.

–El politólogo Natalio Botana ha llamado la atención de lo que él denomina metafóricamente una “constitución económica”. Un pacto que asegure dos instituciones básicas: una moneda estable y una sustentabilidad fiscal de largo plazo ¿Es ilusorio en este contexto político que has venido analizando?

–Yo no creo que sea ilusorio. Y creo que es totalmente necesario. Hay que ver hasta qué punto los que van a ser oposición el año que viene están dispuestos a firmar o creer en esa especie de pacto.

Si Alberto Fernández es presidente, primero habrá que ver qué voluntad tiene de cerrar un pacto de ese tipo. Y hasta qué punto tiene margen dentro de su coalición.

Pero también habrá que ver si Cambiemos, que en este caso sería una coalición opositora, está dispuesta a aceptar ese pacto. Es decir, a cooperar para que el país sea gobernable.