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14/02/2020 | 01:01 | Con 51 años de fiesta chayera el locutor recordó a su colega Homero Coronel Montes. Relató a Cadena 3 una divertida anécdota que compartieron y habló de lo que podría haber sido el festival riojano.
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Jorge Agüero, locutor de la Fiesta de la Chaya. (Por Eduardo Germán)
Jorge Agüero, locutor y arengador de la 51ª edición de La Chaya en La Rioja, contó Cadena 3 divertidas anécdotas con su fallecido compañero, el legendario Homero Coronel Montes y los inicios de esta fiesta.
“Con 51 años de Chaya, tengo en mi mente aquel 6 de febrero de 1969, cuando hacíamos la primera fiesta chayera en el Club de Independiente y yo como locutor comercial hacía la tanda publicitaria entre número y número”, manifestó.
Recordó a su vez las famosas chayas de Juan Carlos “El loco” Ávila, de la Asociación Folclórica Riojana, en la cancha de Independiente.
“La gente iba de picnic, no es lo que es ahora. Luego fuimos llevando el evento a distintos lados, incluso al circuito de Vargas. Si hubiese seguido vivo “El Loco”, se podría haber hecho un gran predio. Él había hecho un escenario de cemento”, opinó Agüero.
“Lo mismo con el “Brujo” Vergara. Le querían dar 400 m a la redonda para que él haga el predio, si él hubiera seguido, la chaya sería algo así como lo que es Jesús María. “Terminemos con el bombito y la guitarra y traigamos artistas internacionales”, solía decir él”, añadió el locutor.
El recuerdo vivo de Homero en La Chaya
Jorge no pudo dejar de mencionar a su amigo y colega fallecido en noviembre, símbolo de las arengas de La Chaya, Homero Coronel Montes.
“Homero era una verdadera institución, me falta una pierna que estuvo conmigo más de 50 años, no solo en La Chaya, sino también en la radio”, manifestó conmovido.
“La gente decían que éramos pareja. Una vez, nos dieron viáticos para transmitir el partido Boca-River. Nos ofrecieron alojarnos en el Sheraton pero preferimos ir a un hotel más barato. A la noche nos moríamos de frío y no podíamos dormir”, relató divertido.
“Homero me dice: 'Vos que sos más caradura, andá a pedir una frazada'; pero en el hotel no quedaba ninguna, así que dormimos juntos y no solo compartimos la frazada sino que hasta nos tapamos con el colchón. Quedó para siempre esa anécdota”, dijo.
“Los muertos viven en el recuerdo de los vivos”, concluyó emocionado.
Informe de Eduardo Germán.