La Cañada
14/01/2021 | 13:49 | Grupo Edisur te cuenta la historia de una de las obras más representativas de la Capital provincial.
La ciudad de Córdoba nació a orillas del agua. Sus calles sinuosas acompañan los serpenteantes cauces de sus principales recursos naturales, que acompañaron su crecimiento y la transformaron en una metrópolis productiva. Desde lo alto del suroeste, en el espejo de agua La Lagunilla, cerca del Valle de Paravachasca, nacen los 28 kilómetros de recorrido que realiza el caudal de La Cañada hasta fundirse en el río Suquía.
Sin embargo, en la cultura cordobesa, La Cañada se asocia al encauzamiento de unos 3 kilómetros de longitud, que va desde la calle Tronador hasta Humberto Primo, atravesando de sur a norte a la capital. Grupo Edisur te invita a conocer la historia de esta construcción icónica de la ciudad, que funciona como columna vertebral para su dinámica cotidiana.
Una obra necesaria
Hasta inicios del siglo XX, el arroyo La Cañada era en los hechos el límite occidental de la ciudad de Córdoba. Más al oeste comenzaba una zona de arrabales conocida extraoficialmente como "El Abrojal". Pese a su aparente mansedumbre, en tiempos donde el clima castigaba con sus lluvias torrenciales este cauce tranquilo se transformaba en un río violento que en muchas ocasiones arrasaba con todo lo que se encontraba en su camino, hasta cobrarse en muchas oportunidades vidas humanas.
El calicanto
Si bien en 1623 se construyó un parapeto para contener las crecidas de ese hilo de agua natural, recién en 1671 se pensó en una verdadera obra de contención, cuando una inundación produjo numerosos destrozos. Ese año se construyó el conocido “calicanto”, que consistía en murallones de cantos rodados soldados con cal. El proyecto fue ordenado por el entonces gobernador de Córdoba del Tucumán Ángel de Peredo y ejecutada por Andrés Jiménez de Lorca.
Aunque la muralla era más resistente que su antecesora, tuvo que ser reconstruida numerosas veces. La última gran crecida ocurrió el 15 de enero de 1939 y anegó las calles hasta la Plaza San Martín, arrasando con pavimento, ómnibus, muebles y animales. Del antiguo calicanto, que se mantuvo hasta 1944, se conserva un fragmento que está en la plazoleta de bulevar San Juan y La Cañada.
La Cañada, como la conocemos
A raíz de esta última catástrofe, las autoridades decidieron finalmente construir La Cañada, tal como se conoce en la actualidad. El proyecto se concretó durante la segunda mitad del siglo XX y se realizó en tres etapas:
- Primer tramo (1944 - 1948): bajo la intendencia de Donato Latella Frías, se construyeron 2.500 metros de largo del encauzamiento, con un ancho de 15 metros y 18 puentes. Un dato curioso fue que, durante las excavaciones, los obreros hallaron restos fósiles correspondientes a la especie prehistórica del Megaterio en inmediaciones de la Iglesia del Carmen.
- Segundo tramo (1983 - 1991): se concretó durante la gestión municipal de Ramón Mestre y cubrió 700 metros con la incorporación de tres puentes.
- Tercer tramo (1991 y 1999): se agregaron 3.800 metros a la obra ya existente, con cinco puentes nuevos. Esta última etapa no está hecha de hormigón, sino que las barrancas están recubiertas, entre otros elementos, por piedra bola.
Un paisaje que enamora
A la pintoresca obra civil se le suman los 26 puentes de piedra de aire romántico, que unen ambos lados del arroyo. El primero de ellos se edificó en 1796, sobre la calle 27 de Abril, a base de hormigón, piedra y ladrillo.
El paisaje se completa con su tradicional vegetación. Originalmente una fila de algarrobos bordeaba el cauce, pero en la primavera de 1948 se plantaron 375 ejemplares de tipas blancas que, desde entonces, son parte de la postal urbana y han quedado inmortalizadas en poemas y canciones.
El agua crea relaciones
Un cuarto del recorrido del arroyo La Cañada transcurre en el corazón de Manantiales, el barrio que Grupo Edisur desarrolló en ese sector de la capital. Siete kilómetros que comparten la vida de quienes eligieron vivir en un entorno rodeado de naturaleza y tranquilidad.
El agua crea relaciones, como la que construyeron la desarrollista y la Municipalidad de Córdoba para recuperar ese espacio y transformarlo en el Parque La Cañada, un espacio abierto, natural, inclusivo e innovador, al acceso de todos los cordobeses. Un vestigio de naturaleza en medio de la ciudad.
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