Capilla de Characato
05/01/2021 | 12:11 | Grupo Edisur te invita a conocer la historia de la iglesia Nuestra Señora del Rosario del Milagro, una joya arquitectónica solitaria que encierra leyendas de amor y misterio.
Aún no está del todo claro el origen del nombre Characato, denominación que recibe la pequeña localidad ubicada en la Pampa de Olaen, uno de los puntos más pintorescos de las sierras cordobesas. Algunos aseguran que proviene de las palabras "Chara Cato" en lengua comechingona, lo que se traduce como "tierra de aguas", en referencia a los muchos cursos de agua que hay en la zona. Mientras que otros sostienen que es un homenaje a un cacique del pueblo originario Characate.
Grupo Edisur te invita a conocer la historia de la iglesia Nuestra Señora del Rosario del Milagro, una mística construcción en medio de la "Villa del silencio", como la conocen algunos por la lejanía con la urbanización y la poca contaminación lumínica, que la convierten en un lugar ideal para contemplar el cielo y las estrellas.
Una breve reseña histórica
Los Comechingones fueron originalmente los ocupantes de esas tierras, que luego pasaron a mano de los Jesuitas. Años más tarde, la extensión se dividió en fracciones, quedando ese lote a cargo de Toribio Peralta y su esposa Remigia Guzmán, quienes mandaron a construir la capilla de Characato.
Una joya arquitectónica solitaria
La iglesia Nuestra Señora del Rosario del Milagro emerge de la piedra en un solitario paraje, solo acompañada por la antigua construcción del casco de la estancia. En medio de amarillos pajonales, se levanta la construcción de líneas austeras y planta rectangular, que tiene apenas unos 85 metros cuadrados.
Construida con ladrillones, sus paredes tienen un espesor promedio de casi 60 centímetros. El techo a dos aguas está conformado con cabreadas de madera, vigas de hormigón y tejas de ladrillo. La sacristía tiene cobertura a una agua, más baja que la nave y con iguales materiales.
Huellas de historia
La capilla conserva el piso original de ladrillones y la fachada, orientada al suroeste, está enmarcada por dos columnas simuladas y un arco con abertura circular en el centro, que es la ventana coral. Los muros están cubiertos con un revoque grueso rústico color blanco.
El ingreso está determinado por una puerta de dos hojas de simple factura, sobre la que se inscribe un 1895, modelado en el muro, que indica la fecha de construcción.
Simple pero romántica
Del lado izquierdo se levanta el campanario, que es una estructura que nace desde el suelo y se extiende con una columna trunca en su costado hasta sobresalir por encima del resto de la edificación, terminando en un arco. A la campana se accede por una escalera exterior que previamente conduce al coro alto.
El altar es de mampostería, de líneas muy simples, donde se destacan dos columnas y un nicho que alberga la imagen de la Virgen del Rosario. En las proximidades del techo, una ventana circular ilumina el espacio. Junto con la del coro alto, que es de igual fisonomía, son las dos únicas aberturas que permiten iluminar el sagrado recinto.
Un muro con pilares y rejas negras cierran la capilla, determinando un patio anterior que cuenta con el majestuoso cerro Uritorco como telón de fondo.
Historias de amor, tragedia y misterio
Cuenta la leyenda que, en los primeros años del siglo XX, los hermanos Amenabar, provenientes de Deán Funes, llegaron a la estancia de Characato en busca de trabajo. Poco a poco, Joaquín e Ignacio fueron ganando la confianza de los propietarios, quienes les asignaron las labores de mayor responsabilidad.
Algunos años después, Ignacio trajo a su mujer y sus tres hijos desde su localidad natal y Joaquín se casó con Remigia Peralta Guzmán, hija de los dueños del campo. Tras la muerte del fundador, este último se transformó en el nuevo propietario del predio.
Estos cambios vinieron con años de crecimiento y prosperidad en la estancia. Se construyó la casa grande hasta lo que hoy todavía se conserva y cada quince días un cura se acercaba al lugar a ofrecer misa en la capilla. Sin embargo, cuando todo parecía que marchaba sobre rieles, se desencadenó la tragedia.
Si bien no hay registros veraces, en el pueblo aseguran que los hermanos Amenabar se enamoraron de la misma mujer y, ante la imposibilidad de estar con su enamorada, se quitaron la vida frente al altar de la iglesia, con diferencia de unos días.
Según el relato de los lugareños, los cuerpos fueron enterrados del centro a la izquierda y mirando hacia el altar. Pero con el paso del tiempo, ambas tumbas, identificadas con lápidas de mármol, fueron profanadas y han desaparecido.
Las campanas volvieron a sonar
Durante casi ochenta años, desde aquellas muertes inexplicables, la blanca Capilla de Characato mantuvo sus puertas cerradas. Hasta que, en 1994, nuevos dueños se hicieron cargo de la estancia y, antes de poner en marcha la producción del establecimiento, restauraron la iglesia.
Luego de mucha insistencia de los creyentes del lugar, el 11 de mayo de 2013 las campanas del templo volvieron a sonar y la edificación se ha convertido en uno de los puntos de mayor interés para los visitantes de esa zona.
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