Parálisis que invita al movimiento

Cuando caí en la búsqueda caprichosa en internet del término "parálisis", las definiciones científicas ortodoxas claro van de la mano con acepciones como: pérdida, disminución, debilidad, trastorno, enfermedad sin cura...

Ahora bien, ¿Cómo hago para asociar esto con nuestra abanderada argentina en los Juegos Paralímpicos Tokio 2020?

La rosarina Yanina Martínez, con 28 años, pareciera haberle sacado la lengua a su parálisis cerebral, hacerle pito catalán y convertirse en la acreedora de la segunda medalla (bronce) para nuestro país en estos juegos paralímpicos, más allá de tener oros, bronces y otros trofeos en su vasta trayectoria por el mundo. 

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La vida le enseñó a jugar... "Todavía la veo esperando su turno para la carrera de conos en el pasto, todo era un juego en ese momento", dice Martín Arroyo, su entrenador, al recordar a esa nenita tímida que entre los 30 chicos anotados en el club de su barrio pasaba inadvertida.

El deporte transformó su vida, no solo la ayudó en su integración: "Con el atletismo ella es feliz , la pasa bárbaro, corre y se ríe", cuenta su mamá, además de darle seguridad, avances a nivel intelectual, en el habla, independencia y autonomía para armar su bolso en la previa de cada torneo.

Un diagnóstico que, lejos de paralizar a Claudia, su mamá, la puso en movimiento, puso a rodar la incertidumbre de esta parálisis cerebral con tanta actitud que a los 4 años con mucho esfuerzo y tratamientos Yanina pudo dar sus primeros pasitos.

Las vueltas del destino dejaron a Yanina a los 11 años sin cupo en las clases de natación del club Echesortu del barrio así fue como con la ilusión de que su hija sociabilizara con otros nenes de su edad su madre la anota en atletismo.

Poroto para esa intuición materna que hoy solo debe sentir ecos de orgullo en su pecho al ver a su niña/joven/adulta en movimiento destilando alegría, superación y desafiando todas las definiciones en Google de parálisis.