Tendencia pos-pandémica
24/12/2022 | 13:08 | El sociólogo e investigador Ezequiel Ipar habló en Cadena 3 Rosario sobre un estudio académico reciente que aborda a esta propagación, anclada en jóvenes disconformes y la precariedad laboral.
Redacción Cadena 3 Rosario
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Ezequiel Ipar, investigador del Conicet, refirió un estudio sobre discursos de odio.
La propagación de los llamados discursos de odio experimentó en los últimos años una mayor adhesión entre los más jóvenes y los adultos mayores, principalmente en aquellos segmentos de la población con condiciones laborales precarizadas, según una investigación del Laboratorio de Estudios sobre Democracia y Autoritarismos (Leda), la Escuela IDAES y el Programa Pascal de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam), en base a una encuesta realizada el mes pasado sobre 840 habitantes del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).
“Cuando uno hace un estudio muestra el análisis de lo que surge y está la pregunta por qué. Siempre pongo en la bolsita de la pandemia algo que nos cuesta todavía visualizar, estamos cansados de repetir, en este fenómeno influyó mucho la pandemia, la comparación que pudimos hacer es 2020-2022”, dijo Ezequiel Ipar, Doctor en Ciencias Sociales (UBA) y director del Laboratorio de Estudios sobre democracia y Autoritarismos de la Unsam, a Rodrigo Ipolitti en Informados al Regreso por Cadena 3 Rosario.
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Análisis de los datos. “Lo que parecía que se podía haber acabado de una manera precisa, evidentemente no sucedió, más bien se multiplicaron las crisis, hay grupos que se terminaron expresando de esta manera, jóvenes, sectores precarizados, los que tuvieron muchas dificultades durante la pandemia y sobre todo para transitar esto que todavía no le pudimos poner un nombre que es la pospandemia. Por ahí arrancaría algo del orden de la interpretación”.
El estudio reveló además que los llamados "trabajadores inestables" son los más propensos a difundir DDO: allí se inscribió el 41,2% de los encuestados, seguido por un 34,8% de trabajadores precarizados y un 31% de personas inactivas o desocupadas.
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En cambio, quienes cuentan con un empleo estable "tienen menos disposición a promover discursos de odio" e, incluso, son los primeros que desaprueban y critican de manera decidida esas manifestaciones de odio (49,5%).
El investigador del Conicet, se refirió además al rol de las redes sociales en este tipo de fenómenos, debido a que “a veces se las confunde como ese lugar donde uno se anima a decir en confianza”.
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Catarsis anónima. “Tiene eso del discurso anónimo, el lugar catártico. Es vociferar al espacio público, es como si fuera una escuela, donde hay gente desconocida, como si te pusieras a insultar de un modo muy violento y generalizado. Hay algo de la hiperdigitalización que se profundizo con la pandemia. Permite cuantificar algo: que Twitter era el que más promovía discursos de odio. En otros países es Facebook y otras. Si uno revisa algo del tipo de comunicación pública que terminó habilitándose en Twitter Argentina, se da cuenta por qué esta cifra”.
Anular la alteridad. “Es un discurso breve y que permite latigazos. Para descalificar al otro uno lo tiene que sostener y lo que pasa en la comunicación muy veloz es que se pierde la identificación del otro. Esto no tuvo frenos, no tuvo contención. Acá hay una responsabilidad desigual, las figuras públicas tienen una responsabilidad mucho mayor en este tipo de instigaciones, pero la cuestión es si el espacio público puede aceptar esa demanda o va a seguir ensimismado en el discurso agresivo”.
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