¿Un espejo italiano en la Argentina?

“Soy una mujer, soy una madre, soy cristiana”. Con esa definición de sí misma, Giorgia Meloni, una neofascista, está a punto de quedarse con el Gobierno de Italia.

La líder de un partido de derecha, muy de derecha, llamado Hermanos de Italia, logró el 26 por ciento de los votos en las elecciones del domingo y eso la coloca con chances muy ciertas de tener el encargo de armar gobierno.

Bajo el lema “Dios, patria y familia”, Hermanos de Italia aprovechó el descontento con la política tradicional para quedarse con los votos. De hecho, se jactan de no haber formado parte de ninguno de los gobiernos previos que, dicen, sumieron a Italia en la crisis actual.

El que lea el manifiesto de Hermanos de Italia tal vez encuentre demasiadas coincidencias con las necesidades de cualquier argentino medio: educación, salud, atención a la vejez y decenas de propuestas más.

Pero al mismo tiempo aparece una mirada interna y conservadora que, por ejemplo, ataca a la inmigración por considerarla germen de delincuencia.

Así, propusieron reforzar las fronteras y bloquear el acceso a puertos italianos de barcos que propicien el “tráfico de seres humanos”, como llaman a los migrantes.

Una Italia que mire menos a Europa y más a sí misma.

También Meloni grita a favor de la familia tradicional, no al lobby LGBT, sí la cultura de la vida, no a la ideología de género, rechazo a la violencia islámica…

Es evidente que el triunfo de Meloni trasunta el hartazgo de la sociedad italiana con la política tradicional.

¿Puede ese fenómeno repetirse en un electorado como el argentino?

¿Hay alguien capaz de canalizar ese estado de zozobra?

Tal vez la forma en que se construyó la política en nuestro país, con preeminencia de dos fuerzas de centro, peronismo y radicalismo, y más bien tiradas a la derecha, como el justicialismo.

A las terceras posiciones no les fue fácil insertarse, sin tener al menos alguna pata peronista y radical.

¿Le alcanza a Milei un discurso como el de la italiana Meloni para creer?

¿Cuánto puede parecerse Patricia Bullrich y cuánto la beneficiaría?

Porque en general, los discursos más duros y tirados a la derecha concitan simpatías en momentos de crisis, pero apenas una parte ínfima llega a las urnas.

Finalmente, triunfa lo que se conoce como “voto útil”: no importa votar al que no me cae bien del todo, con tal de frenar el acceso al poder del que no me gusta nada.

Es, de alguna manera, lo que está ocurriendo en Brasil. Allí, la tercera vía que encarnan Ciro Gomes y Simone Tebet ven achicado su caudal electoral en beneficio de Lula, que crece tres puntos hasta llegar al 44 por ciento, contra el 35 por ciento del actual presidente, Jair Bolsonaro.

Obviamente, estos datos revelan la necesidad de una segunda vuelta.

¿Y dónde está la principal preocupación social en Brasil?

Como en la Argentina y como en Italia: la inflación.

De allí a un giro a la derecha, parece necesitarse algo más al medio.