Se topó con la delincuencia más brutal y le ganó a la muerte

Habían pasado pocos minutos de las 22 del lunes 6 de diciembre último. La odontóloga María Laura Jacovacci (55) ya quería ponerle fin al primer día de la semana laboral. En su Fiat Punto llegó hasta su casa de Tancacha y Mallín, en barrio Empalme, al sudeste de la ciudad de Córdoba.

Un domicilio al que se habían mudado junto a su marido hacía pocos meses, tras una larga estadía en barrio San Vicente. Una casa de décadas a la que habían puesto de pie con la idea de disfrutarla junto a los nietos.

Esa noche, Jacovacci acomodó el auto en la rampa de la vereda y se bajó a abrir el portón de rejas, con el coche encendido. Rejas para prevenirse de una delincuencia que hace rato no da tregua en los cuatro puntos cardinales de la ciudad.

Lo que sucedió entonces, ocurrió en segundos. Mientras ella intentaba abrir el portón, irrumpieron desde las sombras al menos dos delincuentes. Uno de ellos se subió directamente en el Fiat  Punto y comenzó a hacer marcha atrás.

El otro, fue por más. Se acercó a la mujer y comenzó a forcejar con ella con la idea de arrancarle la cartera.

Todo fue simultáneo: el forcejeo, la caída brutal de Jacovacci en medio de la calle, el delincuente que la pasa por arriba con su Fiat Punto.

Las heridas fueron tremendas: pelvis, abdomen, cadera, tórax, maxilar.

Fue internada en el Hospital Municipal de Urgencias. Esa misma noche, comenzaba una lucha para sobrevivir que Jacovacci terminó por ganar un mes y siete días después.

En el medio, hubo demasiadas cirugías, prótesis de caderas, pedidos de dadores de sangre, malos pronósticos médicos y un esfuerzo en conjunto, entre galenos y paciente. Inclaudicables.

Hoy, Jacovacci ya está de nuevo en su casa. Aún evita hablar en público sobre lo sucedido. Las cicatrices del alma todavía no saturan. La familia oscila en las sensaciones: la alegría de sobrevivir, el agradecimiento al hospital, la solidaridad de la gente, por un lado, y la bronca por la brutalidad de los ladrones, la inseguridad, el momento en que todo cambió de manera drástica.

La sensación de hay otros y otros: los empáticos, los que lucharon a la par de Jacovacci, y los que no tuvieron ni el menos resquemor cuando la pasaron por encima con un auto. Todos hijos de la misma sociedad.

La odontóloga aún no camina. Llegó en silla de ruedas y permanece acostada buena parte del día. "Ya ni sabemos cuántas cirugías fueron", cuenta un familiar y agrega que saben que serán varios meses más los que restan de recuperación.

Aún está asimilando las prótesis de cadera y todavía no está claro cómo seguirá la recuperación por el fortísimo golpe que sufrió en el rostro.

El auto robado jamás apareció. La Policía sospecha que se trató de un asalto al voleo. La reconstrucción indica que los ladrones, que habrían sido al menos tres, llegaron en un auto hasta calle Mallín, desde donde observaron cuando Jacovacci se bajaba para ingresar su vehículo. Fue entonces que se decidieron a atacarla.

La familia de la odontóloga duda: cree que se trató de un robo planificado, que el Fiat Punto ya estaba marcado. "Un encargo", es la hipótesis de ellos.

/Inicio Código Embebido/

/Fin Código Embebido/

La investigación judicial ya tiene dos detenidos: Joaquín Manuel Ortíz (18), y Maximiliano Cuello (30), ambos vecinos de la zona aledaña al cementerio San Vicente. Cuello no es ningún desconocido para el sistema penal cordobés: a los 17 años participó de un violento asalto en le que dejaron a una víctima al borde de la muerte y en 2020 terminó de cumplir una condena de tres años de prisión por un episodio de violencia familiar.

Informe de Juan Federico.