Hospital Fernández, ciudad de Buenos Aires
Hospital Bocalandro, partido 3 de Febrero
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Inseguridad en Argentina

Los hospitales, donde el diagnóstico social se conoce mucho antes

21/02/2023 | 12:35

En las guardias del conurbano y de la ciudad de Buenos Aires, el flagelo del avance narco muestra síntomas palpables. En primera persona, cómo se vive esta realidad a diario.

Redacción Cadena 3

Juan Federico

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Los hospitales, donde el diagnóstico social se conoce mucho antes

Se observa en el Hospital Fernández, en el corazón de la Capital Federal. También en los alrededores de la villa 1-11-14, donde el Bajo Flores no es sólo una denominación de la nomeclatura sino que también hace referencia, por la fuerza de la realidad, a las profundidades sociales. Y se repite en el abismo del conurbano, donde todo parece suceder al margen.

En el Hospital Bocalandro, ubicado en el partido de 3 de Febrero, a un paso de San Martín, nadie olvida la desigual batalla que tuvieron que librar hace un año contra la cocaína envenenada. En realidad: veneno que aquella vez tenía más veneno adosado.

Paola Castillo, una licenciada en Enfermería que hace dos décadas sabe lo que es transitar los pasillos de los hospitales del conurbano bonaerense, no duda en remarcar que aquello si bien fue tremendo lejos estuvo de ser un fenómeno aislado.

"Había pacientes que recibían el alta y al otro día ya estaban de nuevo internados, porque volvían a consumir. Algunos quedaron acá y otros no. La cocaína siempre está mezclada con cualquier cosa, hasta con veneno de rata, pero nunca había pasado algo así".

"En todas las esquinas -agrega- tenés un chico que la está pasando mal con las drogas, en cualquier horario. Y más con el consumo de alcohol, que se potencia". Y continua: "A esto lo estamos viendo ahora: pacientes jóvenes a los que tratamos en el hospital y a la semana vuelven a caer. Y te dicen ''me la di en la pera de nuevo''".

Las guardias ya no son una lucha contrarreloj con la muerte. Sino que en el medio se cuela una conflictividad social que desnuda a toda una sociedad.

"La gente viene agresiva, lo mismo que sucede afuera del hospital. A veces no se sabe si es por la influencia económica o si es por el consumo de alguna sustancia, pero se nota una mayor agresividad al personal. Muchas veces nos preguntamos para qué sirvió todo el esfuerzo que hicimos durante la pandemia, porque parece que el otro no lo vio", dice Paola.

El diagnóstico es repetido por el médico Jorge Gilardi, presidente del Centro de Estudios de Políticas Públicas de Salud, quien trabajó 20 años en el Hospital Piñero, a solo un paso de la villa 1-11-14, en la ciudad de Buenos Aires.

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"Hace 20 años el médico podía entrar a la villa 1-11-14. Hoy muchos colegas han sido asaltados, y eso no es un descrédito a los habitantes de esa zona, hay grupos que la manejan. Hoy solo se puede entrar muy acompañado a determinadas zonas y en determinados horarios. Y los perjudicados son los pacientes, que son el eje central del sistema de salud", apunta.

Recuerda que hace poco tiempo, un balazo se incrustó contra una ambulancia, a centímetros del tubo de oxígeno. La diferencia milimétrica fue clave para que aquello no terminara en tragedia.

Para Gilardi, la degradación social de estos sectores nace por el problema de la droga. "Cómo no vas a agredir al tercero si no te importa tu vida. Uno dice ''bueno, pero eso pasa solo en algunos sectores'', sí, pero esos sectores son cada vez más grandes. Y ahí entra el problema económico y social".

En Palermo, donde se erige el Hospital Fernández, el especialista en Toxicología Carlos Damin dirige un área que cada vez adquiere más centralidad.

"Desde hace cerca de 15 años vemos que está estabilizado el consumo en las mismas sustancias: lo que ha cambiado es la edad del inicio del consumo y la cantidad de ese consumo. Antes eran chicos a partir de los 18 años, ahora son a partir de los 14, 15 años. Antes eran alcoholemias de tres gramos, hoy ingresan con alcoholemias por encima de cinco gramos, por lo que el riesgo de vida de esos chicos que consumen es mayor", comienza a explicar, incluyendo al alcohol entre las sustancias problemáticas.

Damin observa que el consumo de cocaína continúa prevaleciendo entre los que llegan al hospital en busca de ayuda. 

Aquí se detiene en un fenómeno que están estudiando: a partir de 2020 se comienza a observar, otra vez, la cocaína inyectable; y, a la par, de advierte un aumento del consumo de HIV, tanto por transmisión sexual como por compartir jeringas.

El piso de aquellos que empiezan a mostrar síntomas de un consumo problemático está cada vez más cerca del subsuelo: "Vemos que son más jóvenes en todas las líneas: alcohol, cocaína y metanfetaminas. De 14 en adelante, sobre todo en las dos primeras, ya que las drogas de diseño son más caras", apunta.

Sobre el éxtasis, el LSD y las otras drogas de laboratorio cada vwez más en boga, Damin cuenta: "Es otra industria, es otra comercialización y es otro el grupo social de consumidores".

En cuanto a la cocaína, de acuerdo al rastreo que realizan en el área de Toxicología, se advierte que se consume una droga es de muy baja calidad. "Está muy cortada con polvos inertes, con medicamentos, antinflamatorios, pero son polvos con poco efecto sobre la salud, a diferencia de los que le agregan alucinógenos u otras drogas para prolongar el efecto", enseña.

Un fenómeno asociado a este consumo aparece cuando llega algún paciente con alguna herida grave, por un choque o una agresión, y es necesario anestesiarlo para operarlo de urgencia. "Hay veces en que es necesario duplicar las dosis de los anestésicos para poder dormirlos. Hoy estamos viendo consumos desmedidos absolutamente. Personas que consumen dos o tres gramos de mezclas de cocaína que pueden tener de todo", advierte el médico.

Si bien el Hospital Fernández está ampliando la cantidad de camas para internar a personas con consumos problemáticos, lo que lo convierte en un centro de salud de vanguardia en la materia, Damin hace hincapié en la necesidad de una medicina preventiva, que no sólo intente contener los daños.

"Como política de salud, no estamos atendiendo a la prevención adecuadamente. No estamos logrando transmitir de manera adecuada una política de cuidado de la salud, que la gente quiera cuidarse, que quiera hacer deportes, que quiera tener un mejor peso, que sea importante no fumar, no comer tanta grasa. Que las familias se lo contagien a los más chicos, porque los chicos repiten los modelos que ven. Para mí esta debería ser la política número uno en cuanto a lo que es prevención. Necesitamos hacer una política positiva con respecto al cuidado", cierra el especialista.

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