Diario de un confinado
03/04/2020 | 08:58 |
Adrián Cragnolini
Esa madre, su madre, que evoca Sabina en una de las canciones icónicas de su repertorio, podría agregar ahora un nuevo culpable de su tristeza vital y resignada.
Además de su marido, ese mujer podría culpar también al virus cabronazo al que nos enfrentamos desde nuestros encierros para que no nos quite más vida de tanta que se ha llevado ya.
A pesar de que apenas transcurre el tercer día del cuarto mes del año, ya podemos darlo por perdido. Perdidas nuestras costumbres, suspendidas nuestras libertades de movimiento, hurtados besos y abrazos, sustraídas las celebraciones.
Un choreo en toda regla cuyo autor es un microorganismo que se replica sin descanso y extiende su raid delictivo sin detenerse ni ante fronteras ni etnias.
Ya le podemos hacer el coro a esta desdichada mujer, no hace falta que este mes se complete.
Ya sabemos quien nos ha robado este mes de abril.
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El Joaquín es tan prolífico que en otra de sus letras encontramos una certera descripción de estos días:
Que no arranquen los coches
Que se detengan todas las factorías
Que la ciudad se llene de largas noches
Y calles frías
Que se enciendan las velas
Que cierren los teatros y los hoteles
Es de “Esta noche contigo” cuyo estribillo, paradójicamente, propone un plan imposible en esta cuarentena
Porque voy a salir esta noche contigo
Se quedarán sin beatas las catedrales
Y seremos dos gatos al abrigo
De los portales
EL PICO Y EL GENERAL ALAIS
Entre sus múltiples acepciones, “pico” es sinónimo de cúspide, la parte más alta y puntiaguda de una montaña. A esa figura vienen recurriendo desde hace semanas los voceros y expertos sanitarios para señalarnos el momento en que los contagios y muertes por el coronavirus dejarán de crecer, alcanzarán sus cotas máximas y empezarán el tan deseado descenso.
Pero ese pico se resiste a llegar, las estadísticas son porfiadas y cada día nos lo pasan para más adelante, cuando parecía que lo teníamos al alcance.
No llega nunca ese pico, como no llegó nunca a destino el general Alais, quien partió desde un cuartel de Rosario rumbo a Campo de Mayo al mando de un batallón, para sofocar el alzamiento carapintada de 1987. Los periodistas que cubrimos esa rebelión no sabíamos cómo explicar que esa columna tardara tanto en recorrer 400 kilómetros. Y suponíamos que “está a punto de llegar”, “transita sus últimos kilómetros”, “se aproxima a su destino”. Así pasaron los días. Pero nunca llegó. Al menos no se tuvo constancia.
Como con este pico vírico nos pase lo mismo, estamos en el horno.
TAL DIA COMO HOY
Este contacto diario con ustedes ha creado cierta confianza, la suficiente para compartirles un recuerdo personal que significó una bisagra en mi vida: tal día como hoy pero de 1990, tres décadas atrás, llegué a España con la definida intención de quedarme a vivir. De empezar un nuevo proyecto de vida.
Media vida después, no llega a ser “mi lugar en el mundo”, pero en esa película de Aristarain, una frase que suelta Federico Luppi bien puede definir mi vínculo con esta tierra: “uno es de aquél lugar de donde no puede irse”. O no quiere, agregaría yo.
Hoy brindaré, confinado, alzando la copa para celebrar la vida y para desear que esta pesadilla se nos pase pronto. A todos.
Les deseo el mejor fin de semana posible
Cuídense y trátense bien, que no siempre significa lo mismo
#Quédense en casa.