Diario de un confinado
06/04/2020 | 10:12 |
Adrián Cragnolini
Como tantos miles de sensibles allí y aquí, sufrí en soledad la partida de Luis Eduardo Aute este fin de semana. Un muy injusto final para un tipo que elevó nuestros sueños y fantasías al valor del arte. Polifacético creador, desde artista plástico a director de cine, pasando por poeta y elevándose a la cima como compositor y cantante. Y digo injusto final, porque pasó sus tres últimos años en estado casi vegetativo, tras sufrir un ictus al acabar un concierto, derrame del que no pudo recuperarse. Se hubiera merecido una despedida cálida, rodeada de sus canciones, del respeto de sus colegas de profesión que tanto lo admiraban, de esos que le querían sin histerias, serenamente, como la mayoría de sus canciones. Pero esta cuarentena que nos está hambreando de abrazos escamoteó ese adiós en compañía, que hubiésemos compartido los que mantendremos vivo su legado.
En soledad también se han inhumado a centenares de ancianos fallecidos en las residencias de mayores y hospitales desbordados. Vidas anónimas arrancadas de sus familias que ni siquiera han podido darles la despedida que consolara su dolor.
Son las otras soledades, muchas de las cuales ya se pasaban en vida.
Espero que esta tragedia no nos endurezca tanto como para perder la empatía y sensibilidad que necesitaremos a toneladas para zafar de estos días tan opacos.
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UNA “FREGONADA” EN LAVAPIÉS
La fregona es el lampazo argentino, la fregona es un invento español, hay que decirlo con orgullo del limpiapisos.
Y la fregona es el nuevo símbolo de la comunicación ciudadana desde que dos amigos residentes en el barrio madrileño de Lavapiés se dieron cuenta de que sus balcones estaban a la vista, pero a unos cientos de metros.
-Pero no te veo, joder.
-Has salido al balcón ahora a aplaudir?
-Claro, y tú?
-También, pero no te ubico
-Hostias, espera un poco...
Y uno de ellos dejó el móvil sobre la mesa, sacó la fregona al balcón y comenzó a ondearla como una bandera. El otro lo vio e hizo lo mismo. La alegría por el encuentro visual solidarizó al resto de vecinos que prolongaron los aplausos al personal sanitario hacia estos ingeniosos descubridores de las nuevas señales de humo urbanas.
La historia también se escribe con letras pequeñas.
PATRULLERO FILOSOFAL
De las mejores ocurrencias tuiteras del fin de semana
Hasta mañana!